Prólogo

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Sylvie

- Soy una inútil.

- Tienes que ponerte una meta, Syl.

Mi mente trabaja todo lo posible. Solo he venido a jugar a los bolos por primera vez con mi mejor amigo, Mark, pero odio sentirme impotente.

- Si hago un pleno un chico saldrá de su libro -acierto decir.

- ¿Cualquier chico? –pregunta, divertido.

- No, Mark. Un chico perfecto saldrá de su libro. Del libro que sea. El chico más perfecto de entre todos los chicos del mundo.

Mark me mira, dudando, pero al final parece acceder.

- Un poco desesperado por tu parte, pero bien, eso servirá. Ahora solo tienes que concentrarte y...

¡PLENO!

Mark tenía razón. Solo tenía que buscar una meta, y esta era la que más deseaba cumplir, aun sabiendo que era completamente imposible.

- ¡Así se hace, Sylvie! Me has sorprendido.

- Como siempre. En fin, nadie saldrá del libro, pero sí que puedes invitarme a un helado.

Mark sonríe. Es muy guapo, pero lo que más me gusta de él es su sonrisa. Me encanta el hoyuelo que se forma en sus mofletes cuando sonríe. Creo que no existe una sonrisa tan bonita como la suya, y como su pelo rubio oscuro, que cae bajo sus orejas. Algo también llamativo de Mark son sus ojos, azul verdosos.

- Sylvie. ¿Por qué un chico de libros? Es decir... Existen los chicos reales.

- Si, en eso estamos de acuerdo. Pero la mayoría de chicos reales solo sirven para hacerte sufrir. Ya conoces mi experiencia, Mark. Me ilusionan y se van, son todos iguales.

- Todos no –responde, confiado.

- Mark, por favor. No quiero hablar de chicos. Solo sirven para romperte el corazón. ¿Qué crees, que voy a gustarle a alguien? ¿De verdad crees que alguien se enamorará de mí tanto como para no hacerme daño? Mírame.

Es la primera vez que veo una mueca de dolor en el rostro de Mark.

Delirio azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora