Nosotros nos dirigimos a la taberna, ya me hospede allá en una ocasión y me pareció buen lugar para quedarme esta vez, no era lo mejor pero peor era nada, además de que moría por probar de nuevo café y por qué no con pan también. Subimos hasta donde estaban los cuartos, que no eran muchos, me quedaría en uno con Camila y con Ethan. Aunque el espacio era reducido, quedamos en dormir Camila y yo en la cama e Ethan quedo en dormir en el sofá. No estaba de acuerdo en que estuviese tan incómodo de nuevo, a Camila parecía darle igual, él quería estar ahí para cuidarnos por lo que terminé aceptando.

Justo después de que nos acomodamos dan dos toques a la puerta e Ethan se apresuro a abrir intrigado con la mano en el puñal, según él, nunca se sabe lo que pueda pasar. Al abrir se dejó ver el señor Alejos con una pinta muy relajada.

—El Capitán me ha enviado por  Jauregui— nos informó él.

—¿Con que motivo?— preguntó Ethan, con una voz fuerte y seria, casi parecía otra persona.

—El capitán le ha hablado de la "señorita" al Gobernador y él esta ansioso por conocerla— en su voz se notaba la burla a referirse a mi persona como una señorita.

—Está bien, vamos— anunció Ethan dirigiéndose hacia afuera  pero el molestó Francisco Alejos lo detuvo.

—Pidió hablar con Jauregui, nadie más.

—Si él no nos acompaña entonces no iré a su encuentro, me sentiría más segura con él a mi lado— interferi en la lucha de miradas que disputaban entre ellos—. Y por supuesto que me llevo a mi sirviente, tampoco pienso dejarla aquí.

El asintió a regañadientes cediendo el paso para que saliéramos. Ni medio día había pasado y ya los hombres de la taberna estaban borrachos y gritandose los unos a los otros ¡Que horror! Espero que cuando regresemos no esté este lugar en peores condiciones.

Un carruaje nos esperaba, un hombre muy elegante nos recibía  afuera del mismo, supongo que era el conductor de este. Al llegar al carruaje el hombre nos abrió sus puertas presentándose como el señor Smith, era un hombre un poco bajo de estatura, y lo digo porque yo era más alta que él, cabellos blancos acompañado de una postura recta y fina.

Adentro era corto de espacio pero lo recompensaba una decoración hermosa, el  terciopelo rojo hacían juego con el dorado que traía las paredes. Ni hablar de los asientos, lo más cómodo que mi retaguardia ha tocado en meses. Quedé sentada junto a Camila y para la mala suerte de Ethan quedó sentado junto al señor Alejos.

El carruaje se puso en marcha, saltaba a cada rato y temía a que se fuera a desarmar. Pude visualizar la cara de susto de Camila, de inmediato me lamenté el no poder abrazarla enfrente del señor Alejos, porque por Ethan no hay problemas, por más aprecio que le tengo hay que mantener las apariencias, no quiero arriesgarla a nada.

—Karla, ¿Estás bien?— me dirigí  casi en susurro sin mirarla.

—Si señorita Jauregui, no hay problema— respondió ella de la misma manera.

Pasó el viaje en silencio, no fue un trayecto tan corto como me hubiera gustado pero tampoco uno tan largo para morirse. Al salir me encontré con una gran mansión, era de color crema y tenia un hermoso jardín, todo parecía muy elegante y refinado, no podía esperar menos de la casa de un Gobernador. El señor Smith abrió la puerta, ayudándonos a bajar a Camila y a mi. Una vez todos fuera del carruaje él hizo una seña de que lo siguiéramos.

Al entrar a la mansión quedé más que asombrada, aunque iba a reuniones de los socios ricos de mi familia nada igualaba esto e intente contenerme a no tocar todo lo que estaba en el recibidor. Un sin fin de pinturas colgadas en las paredes las cuales estaban acompañadas de un color blanco implacable, los más hermosos paisajes que he podido ver ilustrado en ellas y también las más extrañas personas que han plasmado en una pintura. Había una escultura de una Libélula, uno de mis favoritos y también el de mi abuela, solía admirarlos cuando era niña y mis hermanos le tenían cierto temor ¿Cómo puede temerle a algo simplemente espectacular? Me ha encantado tanto que me gustaría llevarla siempre conmigo a todas partes, debería considerarse una maravilla para el mundo y un delito el no exponerla.

Mar Dorado | Camren.Where stories live. Discover now