5. Jugando con fuego

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―¿Mío? ―no podía dejar de mirar la cadena.

―La encontré cuando fui con Zack a tu casa, él dijo que te la obsequió William el día de tu cumpleaños, yo quise entregártela personalmente―Margaret parecía ligeramente triste―. Yo le agregué la luna.

―¿Eres una clase de loca por la luna?

Ella se limitó a sonreír y prácticamente me sacó de su oficina. Ryan me esperaba con mi bolsa en su hombro, su expresión era tan fría y distante como siempre. No entendía cómo en algunos momentos podía ser tan sentimental conmigo. Era ridículo, y me hacía tener ganas de patearle el trasero.

―¿Podrías guardar tus pensamientos para ti sola?

Suspiré con fuerza, si no encontraba una solución para dejar de pensar en voz alta, iba a terminar jodida. Al cruzar por la recepción, algunas me miraban con felicidad. Me acerqué a ellas con una sonrisa maliciosa en mis labios.

―No se están librando de mí―estreché los ojos―. Y para su información, putas, ya no tendrán al sexy Zack por aquí. Adiós.

Me giré y caminé al lado de Ryan hasta la salida. Respiré profundo, aliviada de no tener que permanecer más tiempo en esa prisión.

―No te sientas tan libre―Ryan se colocó los lentes de sol, dándole aires de estrella de televisión―, solo con un chasquido mío, puedes estar de vuelta aquí.

Una sensación de furia hirvió dentro de mí. Su arrogancia pateó fuerte a mi orgullo, pero me lo tragué. Odiaba depender de él, pero lo estaba haciendo en ese momento. Aún así no pude dejarlo pasar.

―Devuelve mi bolsa, prefiero estar aquí que aguantar tu arrogancia de mierda. Y eres un cretino si crees que porque me has ayudado, dejaré de patear tu trasero...

Su carcajada interrumpió mi discurso.

―¿Qué es tan divertido bastardo? ―pregunté desafiante.

―Tu lengua venenosa, mujer, ya está devuelta.

Entramos a su auto y él condujo de inmediato. Estaba seguro que tendría que pagar un precio por dejarme estar en su casa. Alex llegó a mis pensamientos de inmediato, también tendría que lidiar con un mocoso.

El camino a su casa se hacía increíblemente confuso para mí, la última vez que había ido, fue cuando descubrí que JJ no era mi hermano... de sangre. Parecía toda una eternidad desde aquella noche.

Mi mente retrocedió horas atrás de aquel fatal descubrimiento, cerré mis ojos y me trasladé a ese momento, a ese lugar, que eran los brazos de Sam. Recordaba perfectamente sus ojos apasionados, sus palabras llena de amor, el rose de sus manos inexpertas y su aroma embriagador. Sonreí al recordar lo torpe que actuábamos, mi corazón latió más deprisa al recordarlo a él. Daría lo que fuera por una noche más juntos, amándonos. Pero ya era muy tarde.

Abrí los ojos cuando el auto se detuvo frente a la casa de Ryan, por un pequeño segundo esperé a que abriera la puerta, pero no sucedió. Salí del auto con mi bolsa sobre el hombro. Tenía que demostrar que podía tomar en control de mi vida, aunque empezara por las pequeñas cosas.

Ryan se detuvo frente a su puerta, y me miró.

―Hay algunas cosas que debemos dejar claro...

Fue interrumpido por el sonido de su puerta abrirse, Zack sonreía y luego un grito de "Bienvenida" retumbó dentro. Yo me quedé paralizada, pero a Ryan la sangre se le estaba drenando de la cara.

―¿Qué es todo esto Zack? ―Preguntó con la mandíbula tensa.

―La bienvenida de Braden―dijo sonriéndome―. Robé tus llaves de tu chaqueta esta mañana.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now