Mis asesores me estaban obligando a atraer atención positiva para ganar la simpatía del pueblo y su mejor intervención era una proposición real. A la gente le gustaba eso, la farándula, la atención, les encantaba cuando alguien de la realeza se casaba, por eso tanto escándalo cuando el hijo del rey se comprometió.

Las apariencia que mantenía la gente dentro de la élite era impresionante. Muchas familias aun mantenían la vieja tradición de obligar a sus hijos a casarse con alguien que no querían, los ataban a mujeres y hombres que lo engañarían, lastimarían y dejarían como desecho con tal de mantener el linaje de la familia, era absurdo. Yo me negaba a obligarlos a decidir, desde pequeños les enseñe que su voz valía algo, valía más que cualquier linaje. Pero también les enseñe que el valor de lo correcto era lo primordial, y esta elección era nuestra prioridad. Estaba a punto de convertirme en una mierda de papa.

Iba pedirle a mi hijo que hiciera lo que siempre le dije que no hiciera. Tenía que escoger una agapi, una de las populares, una de las más queridas para llamar la atención de las personas externas a élite. Necesitaba crear simpatía y aunque no me crean, la gente juzga bastante por errores minúsculos.

—¿Qué dicen las noticias hoy? —pregunté sintiendo pánico por saber. Esperaba a que Rees no viera esto sin antes hablarle personalmente.

También  esperaba a que Rees supiera quien era Renny de verdad, hija de quien era. Sabía lo mucho que lo destruiría. Una parte de mi sabía que la estafa de las cuatro familias de la élite no fueron planeadas por los Scott. Sabía que ellos nunca revelarían los secretos de la planeación de extensión de territorio a nadie, menos al gobierno de Estados Unidos.

Abbi me resumió las noticias donde estaba Rees en las carreras, un segundo lugar con muy buen tiempo, a solo 35 segundos atrás de Moretti, el primer lugar. Hoy sería su última carrera en Italia antes de pasar a Francia para las finales. Pasamos a hablar de las elecciones y me di cuenta que las personas estaban esperando a que Rees viniera para la elección de Agapi, al parecer mis asesores ya estaban corriendo la voz como era lo indicado. 

—¿Tienes su número? —pregunté jalando a Abbi a mi regazo. Sentirla cerca de mí me daba la tranquilidad que necesitaba.

—¿De Rene?

—Sí, quiero preguntarle...

—No, no William no es nuestro problema. Tú sabes muy bien que...

—Solo quiero que lo proteja de todo hasta que termine su carrera. Sé que no sabe nada, de haber sabido ya hubiera llamado para gritar al cielo un porque.

Abbi solto una risita tapándose la boca como era su costumbre. Se sentó ahorcajadas encima de mí y comenzó a besar mis mejillas, tentándome como era costumbre. Le encantaba distraerme pero esta vez no funcionaría hasta que tuviera respuestas concretas.

—Pequeña, sabes que te amo desde el fondo de mi alma, seguramente en una media hora te tumbo en la cama y aprovechamos estar solos en casa otra vez, pero por ahora ¡Necesito el número!

Abbi negó con la cabeza quitándose de mi regazo. Tomó su teléfono presionando la pantalla para quitar el bloqueo. Menciono "Llamar Rene Scott" y el teléfono comenzó a sonar. No sonó más de tres veces cuando la voz de Renny inundo la habitación.

Era imposible no pensar en Neny, como ella decía su nombre de pequeña al no poder pronunciar la R. Sus papás la amaban como locos ya que su madre no podía tener hijos, Renny fue un milagro, la felicidad de muchos que conocíamos a los Scott.

—Hola, querida —la voz de mi esposa me trajo a la realidad.

—Señora Hamilton, que grata sorpresa. Lamento mucho que no nos hemos comunicado, Rees está bien, algo estresado.

—Intenta calmarlo, sabes lo importante que es esta carrera para él. Va en segundo lo cual no es tan...

—¿Malo? —Renny soltó una carcajada dejándonos a Abbi y a mí sorprendidos, tenía tanto de no escucharla reír —. Para él es la muerte. Ser segundo nunca fue una opción.

Tenía toda la razón, para Rees ser segundo era la muerte. Nunca acepto perder. De pequeño cuando perdía, le pegaba a los niños que se reían de él o le ganaban. Era muy mal perdedor.

—Rene Scott ¿Cómo estás? —pregunté acercándome al teléfono de Abbi que estaba en alta voz.

Un minuto de silencio invadió el lugar. Estaba viendo a Abbi, la manera en que mordía su labio incomoda por este momento.

—¿Lo sabe? —Renny sonaba nerviosa.

—Sí, Rene, se quién eres.

—Por favor, señor Hamilton, un poco más de tiempo, se lo suplico. Prometo decirle a Rees en cuanto no esté tan estresado, de seguro él me manda al diablo cuando lo sepa solo... no estoy lista. No puedo perderlo, por favor, no aun.

Mi corazón se contrajo completamente. Nunca pensé escucharla rogar por un poco más de tiempo. Renny realmente tenía el corazón de Rees y Rees tenía el de ella, no podía creer que esta mierda estuviera pasando. Sí las circunstancias fueran distintas, no tendría que pedirle a mi hijo encontrar una agapi, nunca le pediría que renunciara al amor de su vida.

—¿Sabe el algo de las elecciones? —tenía que darles tiempo.

—No, señor. No sabe nada.

¡Bien! Aun teníamos tiempo.

—Intenta que eviten los medios de comunicación, nada de prensa, nada de estar metidos en redes sociales. Desconéctalo completamente de todo Renny. Haz que gane esa maldita carrera, vendrá a un mundo muy distinto cuando vuelva y...

¿Cómo diablos voy a decirle?

—William —dijo ella con voz de mando, como si hubiera tomado una gran decisión —. Se mi posición, sé que esto no sería eterno. Necesito un poco más de tiempo para decirle quien soy y porque nunca vamos a poder estar juntos. Hagamos un trato, yo protejo a Rees de todas las noticias hasta que la carrera termine y usted me promete intentar guardar mi secreto un poco más. Sé que los medios aun me tienen como la chica misteriosa de Rees, no saben mi identidad aún. Guarde mi secreto, un poco más.

Suspire viendo a Abbi con los ojos llorosos negando con la cabeza, a ella también la destrozaba toda esta situación. ¡Maldita elección!

—Tenemos un trato Renny, suerte mañana en su viaje a Francia. ¿A qué hora salen?

—A las cuatro de la tarde, señor.

—Buen viaje, cariño.

—Gracias señor, adiós Abbi.

Abbi intento murmurar un adiós pero su voz estaba aguada por las lágrimas. La tomé en mis brazos, apretándola contra mi pecho para intentar calmarla. Esto no era lo que estaba esperando, no podía hacerle esto a mi hijo.

—¿Qué pasa si renuncio? —era mi única opción.

—Amor, sabes que esto será difícil durante un tiempo pero va a valer la pena. Te has preparado para este momento toda tu vida, todos esos planes de mejora son impresionantes. Muchas personas necesitan de esos cambios y solo tú puedes hacerlos.

—Los sacrificios que uno debe de hacer por amor a la patria —atrayendo a Abbi a mis labios, me perdí en ella.

Recordar como desafiamos el sistema para poder estar juntos, de cómo trabajamos para que todo lo que queríamos funcionara. Esta era nuestra vida. Profundice el beso que tanto había deseado en todo el día, acostándola en la cama, rogando a los Dioses del mundo que Rees pudiera ser feliz como yo era con esta mujer, como Louis Junior estaba completo gracias a Holly y como todos los Hamilton encontraban su camino. Mi hijo lo lograría, tarde o temprano lo haría. Solo le tomaría un poco más de tiempo.

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