32 ϟ Caída libre

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Apenas Issa entró a la casa advirtió que no quería hablar de aquello y no paro de caminar, porque sabía que si se quedaba le hablarían o preguntarían del beso, aunque de todas maneras termino con Ginny y Hermione siguiéndola escaleras arriba.

Quedando solos, Harry y Ron se miraron.

—Somos sus amigos también, no es como si fuera un tema ultra secreto de chicas —indico el pelirrojo empezando a moverse.

No del todo seguro, el de ojos verdes también fue y entró con su amigo a la habitación de Issa al tiempo que Ginny hablaba.

—¿Estas con mi hermano?

—¡No!

—Pero se besaron —indico Hermione con una sonrisa que amagaba a ser más grande.

—Ella lo beso —aclaro Ron con ligera burla, a lo que Issa lo miro con mala cara.

—¡Él iba a hacerlo, pero se detuvo! —se defendió—. No... no podía dejar que se fuera sin hacerlo —se explico bajando la mirada con un pesado suspiro.

—¿Te gusta? —pregunto la castaña tomando su mano con ojos de apoyo.

—Si, creo —respondió, pero miro la ventana negando apenas y rodó los ojos—. En realidad si, mucho —confeso con pesar.

Todos guardaron silencio hasta que Harry decidió hablar.

—Eso no esta mal —comento—. Si él quiso besarte es porque también siente algo.

—Pero Bill también beso a Fleur, a la gente le gusta besar sin importar que no hayan sentimientos en el medio, sin mencionar que se escapo cuando lo bese.

—¿Crees que mi hermano se arriesgaría a besarte sabiendo que te vería todo los días o arruinaría una amistad si no sintiera nada? —pregunto Ginny indignada e Issa guardo silencio—. Tu sabes bien la respuesta, Issa.

—¿Y entonces por qué no me lo dice? Podríamos estar en algo —se lamento con un pequeño puchero.

—Hasta ahora no sabía que sentías algo por él, sin mencionar que eres menor y te conoce desde hace mucho... Debe ser más complicado aceptarlo que para ti —supuso Hermione.

La Black apretó los labios e hizo una mueca para encogerse de hombros, no sabía que decir y tampoco sabía que iba a pasar, así que no quería pensar demasiado en eso e ilusionarse falsamente.

Mientras tanto, su mellizo se veía siendo cuestionado por Draco al un elfo domestico entregarle una carta, el rubio no rindiéndose fácil a pesar de que Antares le dijera que no sabía de quién era.

—¿No vas a leerla? —pregunto viendo como la doblaba y la guardaba en un bolsillo.

—Si fuera urgente diría de quien es, que espere —contesto sin más y Draco rodó los ojos viendo a su madre que entraba a la biblioteca.

—Hijo, iremos a ver a tu padre, vamos.

—De acuerdo —dijo como si fueran a encarcelarlo a él.

Salió dejando su libro de lado para ponerse un abrigo y abandonar la casa en la red flu junto a su madre. Antares aprovecho la soledad y saco la carta descubriendo que era de Alicia, algo que sospechaba y que por eso no se arriesgo a confirmar con Draco cerca.

Empezaron a hablarse cuando él descubrió que ella poseía dos libros de uno de sus escritores favoritos, levantándolos del suelo cuando se le cayeron y dándoselos con el comentario de que no esperaba que alguien más los conociera, palabras que derivaron en más charlas y, paulatinamente, conversaciones que iban más allá de la lectura.

𝐋𝐎𝐒 𝐌𝐄𝐋𝐋𝐈𝐙𝐎𝐒 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora