Sueño.

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Kim Jongin tenía 8 años y poseía un poderoso sueño. Poderoso como las nubes, poderoso como el viento, poderoso como los arboles; poderoso como él.

Estando solo la mayor parte del día en su casa, a su mente llegaban miles de miles de ideas, el de ser astronauta le pareció la mejor de todas, y así obtuvo su poderoso sueño.

Su sueño era viajar a la luna y convertirse en un astronauta. Pero no un simple astronauta, uno que recorriera la luna y todos los niños en la tierra lo pudieran ver, un astronauta que sea la envidia del mundo entero. Un astronauta en que antes de partir en su nave, su madre le de ese beso que siempre ha esperado. El beso de mamá.

Kim Jongin cumplió su sueño a los diez años. Él mismo fabricó su nave espacial con una gran caja de cartón, la cinta pegante eran los tornillos. Agarró cereales, y así hizo los botones. Un pedazo de madera era el micrófono. Su silla para comer era la más importante, porque tomó una almohada y la colocó en ella, según Jongin, se sentía como una misma silla de astronauta.

Eran las 9:15 am cuando su nave espacial despegó. El viaje fue intenso, y muy largo, Jongin duró un día, ocho días, tres semanas, un mes allí es esa silla, tan solo bebiendo jugo de manzana de su mamá.

Aterrizó y todo era frío, oscuro, sin vida. A Jongin le decían que en la luna no había gravedad, por lo tanto él podía pegar grandes saltos y caer sin ningún rasguño, a Jongin le parecía genial.

Acomodó su casco y salió. Lo primero que hizo fue saltar, quedó flotando en el espacio, sonreía y lo repetía una y otra vez.

Trataba de correr, y le era imposible. Se trataba de sentar, porque ya estaba cansado de saltar, y también le era imposible.

Jongin tenía hambre, quería ir al baño. Quería ver a su mamá, a su papá, a sus hermanas, pero no podía, estaba atrapado en la luna, en su sueño.

El pequeño astronauta pegaba gritos, lanzaba objetos que nunca los veía irse.

- ¡¿Alguien puede oírme?!

-¡Por favor ayúdenme!

-¡Mamá!

Al tercer grito siempre se rendía, estaba hablando consigo mismo. Esa soledad tan visible y molestosa.

Jongin estaba solo como la luna, como un satélite. El mundo se había olvidado de Jongin.

El aficionado astronauta quería bajar, y abordar su misión, porque estaba cansado de dar saltos, de girar todo el día, de no poder dormir en paz.

- Por favor ¿puedo bajar?

Se culpaba así mismo de su estúpido sueño. Prefirió ser un bombero, o enfermero, a ser un astronauta. La luna, el espacio era aburrido, y Jongin no era aburrido, le gustaba experimentar todos los días cosas nuevas, como la picadura de algún animal, o probar sabores diferentes en que su lengua se magnifique. Y lo más importante, no se había enamorado, él quería enamorarse, como su mamá estaba enamorado de su papá, y le daba besos por todo el rostro, y en la parte prohibida, sí, en los labios.

Jongin lanzó su ultimo objeto, escribiendo en él un "AYUDA" rezó y pidió que por favor alguien lo leyera.

Comenzó a gritar por última vez, y esta vez gritó desde su corazón, de lo más profundo de el.

-¡A todos los solitarios de este mundo, vengan y acompáñenme! ¡Si me escuchas, ven y rescátame! Porque ustedes son todo lo que tengo...






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