CAPITULO X: El accidente que trajo la traición.

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Todo a mi alrededor se estremece al ver aquella escena, ¿qué está haciendo Iris? ¿Por qué está besando a Mateo? Todo el mundo está igual de consternado que yo, al parecer nadie se lo esperaba, pero es lo que sucede en mi interior lo que realmente me asusta. No sé distinguir entre aquella pelirroja que fue mi amiga y esta verdadera modelo que se ha convertido en la nueva aventura de García. Trato de dilucidar si la pena que me consume es producto de mi amor hacia aquel chico y el cual sentía extinguido, o por la traición de mi amiga, que sin dudarlo sabe a la perfección que ahora mismo estoy observando toda aquella escena. Mi corazón es un caos intentando averiguar la verdad, tal parece que este ha sido el golpe más fuerte que he recibido durante este atormentado mes.

Mi cuerpo está petrificado, no puedo mover ningún músculo, aun cuando mi mente me implora que me aleje, que deje de mortificarme viendo como aquellos dos unen sus labios averiguando el sabor del otro. De repente siento que mi cuerpo se mueve por una fuerza extranjera e inmediatamente después estoy asilado en el pecho de Rodrigo, quien me abraza fuertemente intentando alejarme de aquel oscuro mundo. Por un momento olvido lo que ocurre a mi alrededor y me centro en este extraño acontecimiento. ¿Este abrazo no es muy parecido al que me dio Felipe luego de escuchar las hirientes palabras de Mateo? ¿Por qué ambos son tan parecidos al tratarme pero tan distinto en sus formas de ser? ¿Será que no soy tan patético y en realidad ambos se han fijado en mí?

Pasan un par de segundos en que estamos compenetrados en aquel abrazo protector. Escucho como todos se marchan detrás de la nueva pareja, extasiados con ellos como si se tratasen de una pareja de famosos actores. El vendaval se ha disipado y recién aquí Engdahl me suelta, escruta en mis ojos y al percatarse que no he llorado decide escoltarme hasta nuestra sala. No hay palabras brotando de sus labios, porque él siempre cumple su palabra, prometió que estaría a mi lado en silencio y así lo ha hecho, al pie de la letra. –Gracias, si no hubiera sido por tu abrazo ahora estaría llorando en el baño.- Mi corazón se siente agradecido y obliga a mis labios a expresar aquella sensación a mi protector. Veo una gran sonrisa en su rostro, es feliz al escuchar esas palabras, al enterarse que es capaz de defenderme. Eso creo al verlo, pero luego me doy cuenta que no lo hace por aquella razón, sino porque es la primera vez en mucho tiempo que pronuncio tantas palabras seguidas. Hace muy poco me han introducido ferozmente una daga, pero no he llorado, he soportado el dolor gracias a este muchacho, ¿cómo no me había dado cuenta antes lo importante que se ha convertido en mi vida durante este mes? Ya no podría asistir al colegio sin su compañía.

Entro a la sala intentando no mantener contacto visual con nadie, lo último que quiero es que se burlen como se les ha hecho costumbre. Para mi fortuna, todos están pendientes de Mateo e Iris, quienes desde ahora se sientan el uno al lado del otro, juntos como la pareja que son. Me es tan extraño verlos cercanos, aunque creo que es lo mismo que podría haber sentido ella al verme junto a Rodrigo.

Nos sentamos de inmediato, ya que la profesora ingresa justo después de nosotros. Lo normal es que nos salude y luego pase asistencia, pero esta vez lo primero que hace es comunicarnos una decisión de la directora. –Buenos días chicos, antes de comenzar con nuestra clase, debo informarles que desde hoy tendrán un nuevo compañero. Espero que lo acojan como se debe y le den una cordial bienvenida, porque además es alguien muy conocido en este colegio. Felipe, entra...- Y así es como mi anterior estado de tristeza desaparece para dar cabida a la incredulidad. No puedo dar crédito a que él haya decidido cambiarse de curso, siempre fue tan apegado a sus antiguos compañeros. ¿Habré sido yo la razón? Me cuesta creer en ello, ha estado tan enfadado conmigo que no puedo imaginar que ahora quiera volver a acercarse. Impresionado lo veo ingresar con su característica seguridad, ninguna de las miradas ofensivas del grupo liderado por Mateo le afecta, simplemente se para frente a todos y se presenta, como si no conociese a nadie, olvidando que tal vez tenga rencillas con algunos de los que ahora serán sus compañeros. –Hola, soy Felipe Fernández de Castro. Espero que nos llevemos bien.- Es todo lo que dice antes que la profesora comenzara a buscarle un puesto para designarle. Creo que la mujer trata de buscar el lugar donde pueda sentirse más cómodo, ya que es sabido hasta por los maestros que el nieto de la directora no se lleva para nada bien con García. Al final la mujer no logra decidir, por lo que le pide al mismo Felipe que elija. –Quiero sentarme al lado de Arístegui.- ¡Ese es mi apellido! No hay otro muchacho que lo tenga, ¿entonces si se cambió por mi causa? Mientras pienso en esto, el chico camina hasta su nuevo puesto, justo a mi lado, pero el opuesto al que ocupa Rodrigo. Solo en el momento en que comienza la profesora a pasar la asistencia me percato que he quedado en medio de ellos dos, entre dos chicos que al parecer están interesados en esta ameba, o que antes de todo lo que ha sucedido lo estaban.

El Chico PerfectoWhere stories live. Discover now