CAPITULO IV: Un día muy extraño.

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No he podido dormir en dos días, la imagen de aquel beso con Mateo me ha impedido conciliar el sueño, aun no puedo creer lo que hice. Su labios uniéndose con los míos, el calor de su cuerpo rodeándome y el sonido de su corazón palpitar, puedo recordar cada detalle de aquel momento y lo revivo segundo a segundo desde que sucedió. Aquella noche regresé a la fiesta de mis padres y les pedí encarecidamente que me fueran a dejar a nuestra casa, se había esfumado todo indicio de fuerza en mi cuerpo y deseaba sólo tenderme sobre mi cama, vegetando sin pensar en nada más que en aquel beso.

Todo sería perfecto si no fuera porque mi amado cree que besó a Martina, una muchacha rubia y atractiva que tiene el valor que me hace falta, creo que comienzo a odiarla por ser tan suertuda. Tiene todo lo que más deseo en mi vida, es fuerte y consiguió atraer al amor de mi vida al instante. Es una completa zorra que lo besó en la primera cita, sin conocerlo siquiera, creo que debe hacer lo mismo con todos los muchachos a quienes conoce.

-¡¡Ah!!- Son casi las dos de la madrugada y no puedo evitar que un fuerte grito inunde todo mi cuarto. ¿Qué rayos estoy pensando? Comienzo a odiar a esa tal Martina, todo lo que ella tiene, pero se me olvida lo principal de su vida, ¡Ella soy yo! No puedo creer que al ser tan distinta a mí, piense que se trata de otra persona, aunque ahora las cosas han empeorado dentro de esta perspectiva. Probar aquello que más deseas sabiendo que no es realmente tuyo, que todo es un espejismo, es la mayor de las torturas.

-¡¿Sucedió algo cariño?!- Como era de esperar, mi grito asustó a mis padres y vinieron rápidamente a corroborar que todo esté bien. Los veo en el umbral de mi puerta, me siento algo avergonzado por asustarlos sin motivo alguno. Les respondo que todo anda bien y que no es necesario que se preocupen, sólo es uno más de mis extraños arrebatos. Observo como se alivian, ambos se ven tan bellos como siempre. Las luces están apagadas y apenas los puedo ver, pero aun así con lo poco que percibo me doy cuenta que aun en medio de la noche son los dos adultos más atractivos que conozco. ¡Oh por Dios! Que delgada está mi madre, se ve tan esbelta que me sorprende, aunque es extraño porque siempre logro divisar sus enormes senos y ahora se me es imposible, ¿será culpa de la oscuridad? En fin, simplemente tiene mejor figura esta noche, aunque no sé cómo se le ocurre ocupar su camisón de dormir sin calzoncillos, se transluce todo su pene de esta manera. –Gracias por preocuparse, pero estoy bien, se pueden ir... ¡¡Esperen!! ¿Un pene en el cuerpo de mi mamá?... ¡¡Ah!! ¿Qué rayos están haciendo ustedes dos? ¿Intercambian roles cuando... cuando... hacen "cositas"?- y nuevamente mi habitación se estremece con uno de mis gritos. Prendo la lámpara que se encuentra en mi velador y me doy cuenta de lo que mis padres hacen por las noches. Mi padre vestido con un camisón que le llega a las rodillas y mi madre con el pijama de su esposo, teniendo un látigo en su mano derecha y unas esposas en la izquierda, simplemente es lo más extraño que he visto de ellos, pero... a quien engaño, esto se venía venir, lo difícil de creer es que no me hubiera dado cuenta antes. En fin, me disculpo nuevamente por asustarlos y les pido que cierren bien mi puerta, quiero que sean felices haciendo lo que les gusta, pero eso no significa que quiera escucharlos actuar. No sé si les ocurre a ustedes también, pero me cuesta mucho imaginarlos a ambos intimar, especialmente porque no tuvieron que hacerlo para tenerme, así que no tengo mucho que agradecerle a sus "actividades recreativas".

Fue un fin de semana desperdiciado. Debido a lo sucedido la noche del viernes, no pude espiar a Mateo en ningún momento, no tenía las ganas de salir de mi hogar ni siquiera para realizar lo que más adoro. Ahora camino al colegio por aquella ruta que me lleva al barrio de mi amado, como la otra ocasión no pude tomarle fotografías a su nuevo look con pelo corto, tomé una tarjeta de memoria que tenía mi padre y la inserté en el celular, nuevamente tengo 16 GB para plasmar cada momento de la vida más maravillosa de todas. Espero tras los arbustos de siempre cuando lo observo salir de su hogar, se ve tan precioso como siempre. Trato de buscar su mejor ángulo y preparo la cámara, me siento tan feliz al hacer esto que olvido todo el sufrimiento que pasé por haberlo besado.

El Chico PerfectoWhere stories live. Discover now