CAPITULO III: Martina

310 35 10
                                    


Salgo deprisa de mi casa vestido con mi tenida de camuflaje, quiero ver al único ser en este mundo que puede alegrar mi día sin siquiera dirigirme una palabra, sólo con el mero hecho de existir. Felipe me ha descubierto y ahora tengo plazo hasta finalizar el año escolar para dejar de ayudar a mi amado Mateo, lejos es la peor noticia que he tenido en mi vida. Lo único que deseo con toda la energía de mi cuerpo es convertir su vida en un paraíso, pero ahora un entrometido arruinará todo lo que he logrado.

Me subo a lo más alto de un árbol cercano a la cancha de básquetbol. Esto lo he hecho miles de veces, pero esta vez tengo un poco más de cuidado, ya que todavía siento un poco de dolor en mi espalda tras la caída del otro día. Cuando estoy bien ubicado saco mis binoculares y comienzo a contemplar tan maravillosa creación. Mateo va vestido con aquella tenida tan holgada que todos utilizan al jugar este deporte, se mueve ágilmente dando botes al balón y cuando logra esquivar a todos sus oponentes se alista para encestar. Estoy tan feliz que trato de festejar su logro, es raro porque muevo las manos y dibujo en mi rostro una amplia sonrisa, pero de mi garganta no brota ningún ruido, creo que si alguien me viera pensaría que he colocado mute a mi vida, lo cual no está muy lejos de la realidad.

Lo veo a lo lejos celebrar con sus amigos y no puedo dejar de sentir un dolor en el pecho, ¿qué será de su vida cuando no me tenga para ayudarle? ¿Por qué Felipe me tiene que hacer esto? ¿Quiere ayudarme? Pero ni siquiera sabe que el ver sonreír a mi amado es todo lo que necesito en este mundo, con esto me siento dichoso y compensa todo el sacrificio que he realizado por él. Por esto es que no puedo dejar que aquel imbécil me impida seguir con mi sueño, tengo que buscar una forma de impedirlo y sé que la encontraré, nada me detendrá y si es necesario lo destruiré con tal de proteger a Mateo.

Mientras observo a mi amado y pienso en una forma de deshacerme de Felipe, suena mi celular. Resulta ser mi madre quien quiere que regrese a casa para comenzar a vestirnos, o mejor dicho, disfrazarnos. Hoy en la noche es aquella dichosa fiesta a la cual mis padres fueron invitados y por la cual mis piernas fueron despojadas de todo vello. No tengo otra opción, así que me bajo del árbol y camino un tanto desanimado hasta mi hogar.

¿Vestirme de niña? Era algo que me entretenía cuando era pequeño, pero no tanto por lo que caracterizaba, sino por lo feliz que era jugando con mis papás. Todo es tan extraño, bueno... es que yo tampoco soy la persona más normal del mundo, pero si me dan a elegir entre ser hombre o mujer, preferiría ser una ameba. Siento que la gente le da tanta importancia al género, siendo que sólo es una pequeña parte de lo enorme que somos. ¿Por qué el ser hombre tiene que estar estandarizado? ¿Acaso por el mero hecho de tener pene y testículos debe gustarme el futbol y ser incapaz de sensibilizarme? ¿O por el hecho de ser homosexual debe gustarme el rosado y tener de profesión estilista? Sé que esto son solo prejuicios, pero es lo que mejor hace referencia a lo que detesto. Simplemente quiero ser Martín Arístegui, alguien que no quiere llamar la atención y que sólo vive para hacer feliz a Mateo, no deseo ser el hombre que lo ama, ni tampoco el homosexual que está obsesionado con él, sólo ser yo, un ser humano cualquiera.

Mi madre coloca sobre mi cabello oscuro una peluca tan rubia que me hace recordar a Magdalena. Genial, esto sólo debe ser obra del karma por haberla llamado zorra. Esta cabellera falsa llega hasta mi cintura y pesa un montón, realmente es incómodo, aunque no tanto como la faja que luego mi padre aprieta, al parecer no sólo con ser delgado sirve, ya que quieren que tenga una cintura tan delgada que pueda cruzar mis manos en ella, esto es demencial. Luego de ello me colocan un vestido rojo, el cual no tiene escote, ya que debe disimular el sostén que me han colocado con calcetines. El color no me gusta, ya que de todos los existentes es el más llamativo, al parecer mi idea de no ser visto se ha esfumado.

El Chico PerfectoWhere stories live. Discover now