Debería de estar pensando en sangre, en gordas en bikini, en hombres masturbándose, yo que sé, cualquier cosa para bajar esta necesidad, no ver a Renny apretar sus piernas para evitar la urgencia de tocarse como yo lo estaba haciendo.

—No es vida o muerte, Race pero... lo siento.

—No tienes que sentir nada, nena, ya paso.

— ¿El agua ayudo? —su pregunta me sorprendió más cuando la vi acercarse al vidrio de la ducha.

Acercándome a donde Renny estaba colocando su mano, como si intentara tocarme en un campo invisible, hice lo mismo, coloqué mi mano sobre la de ella, viendo como mi respiración se aceleraba. Daba gracias a Dios que no pudiera verme, de poder quizá estaría totalmente perdido.

—No, el agua no hizo nada en mí —dije recostando mi cabeza donde Renny había puesto la de ella. Dulce, tan dulce.

— ¿Puedo ayudar? —seguía viendo el suelo con los ojos apretados como si algo le faltara, sabía exactamente que ella necesitaba su liberación también. Quedarse excitado no es algo fácil.

—La verdad es que no puedes, quizá deba masturbarme para calmar la necesidad. Estoy que exploto —ser sincero era una de mis fortalezas que jamás dejaría.

Sin decir una palabra, Renny abrió de golpe la puerta, tan de golpe que casi caigo encima de ella al momento que mi cabeza perdió lo que la sostenía ¡Maldición! Por suerte Renny me sostuvo, viendo mi cuerpo completamente desnudo y mojado.

Empujándome sin decir nada, dejo que el agua la mojara. La camisa blanca se pegó a su cuerpo revelando lo que yo ya sabía muy bien. No sostén. Levanté mi mano para tomar una de sus tetas pero me arrepentí a último minuto y el deje caer.

Si la tocaba no iba a poder parar.

—Estoy muy excitada —dijo viéndome a los ojos.

— ¿Quieres matarme Renny?

Esta soltó una risita tierna antes de levantar los brazos para que le quitara la camisa. Me negué haciéndome para atrás, dije que esperaría, si se la quitaba de seguro esta vez me importa poco si tiene miedo o no.

—Quedamos en esperar —me acerque a ella para bajarle las manos.

—Hay otros métodos que ayudan a encontrar la liberación si necesidad de penetrar, Hamilton —su tonó de voz era como agujas en agua hirviendo.

Al diablo la cordura, ella solita me estaba llevando a esto.

— ¿Qué sugiere, señorita Scott?

La vi sonreír antes de abalanzarse a mis labios y apoderarse de ello. Su lengua con ese arete que me volvía loco hizo lo que más me gustaba, me beso suave, profundo y con lujuria.

Esa noche la pasamos abrazados en la cama, sin ropa que causara alguna molestia en nuestros cuerpos. Encajábamos bien en todas las formas posibles. Tiempo atrás quien diría que estaría de este modo con una mujer, yo no era de los que se acomodaban junto a una dama para abrazarla. Yo era de esos que se acostaban con ellas y las mandaban a casa después de hacerles el mal, como diría Kyle.

Jugamos bastante, la vi jadear mi nombre al tiempo que lograba buscar su orgasmo, Renny era muy receptiva por lo que no me tomó mucho tiempo en lograr que acabara. Me paso exactamente lo mismo, en cuento Renny toco mi erección con sus manos inexpertas, me vine a los minutos, lo malo es que ella creía que era muy buena por haberme hecho acabar rápido cuando en realidad era la ecuación de haber juntado todo ese tiempo reprimiendo la urgencia de que me tocara.

Tomando un sorbo de café, observe a Renny preparar el desayuno. Nunca pensé verla hacer huevos fritos, bacón y tostadas, el perfecto desayuno inglés. Mi platillo favorito en las mañanas era el bacón, no era un hombre de fruta y yogurt, eso era más que lógico.

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