¿Más que deseo?

Capítulo especial II.

Este capítulo va dedicado a mesier02.

Capítulo especial II. 'Luna de miel entre rejas'.

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*Narra Noah*

El efecto del alcohol se estaba pasando dejando ver la maravillosa resaca que iba a tener cuando se fuese por completo y como tampoco podía dormir ya que Mark se había hecho con toda la cama, bueno la mini cama, ya que tenía medio cuerpo por fuera, pues estaba despierta y tirada en el suelo.

Según los agentes y al no tener el expediente manchado, ya que ser conocido no implica tener más derechos que otros (que me parece correcto), tendríamos que pasar la noche en el calabozo y pagar una multa al día siguiente para poder irnos. Ahora solo hacia falta esperar.

- *insertar sonido de ronquido grave y fuerte proveniente del cuerpo medio muerto de Mark*

- ¡Señor agente por favor deme algo para callar a este orangután! -me puse de pie de un salto arrepintiéndome al instante, agarre fuertemente las rejas y cerré los ojos hasta estabilizarme- Se lo suplico -el agente de policía al que le tocaba hacer guardia esa noche se acercó cansado hasta mi celda.

- Señorita ya le he dicho cinco veces que no pude matar a su marido por roncar, que está penado.

- Pero me duele la cabeza y ronca mucho, al menos una almohada para darle un susto -sus ojos se abrieron y su cabeza giró de lado a lado enérgicamente negando.

- Haz horas extras, así podremos irnos de viaje -dijo para sí con voz aguda, carraspeé atrayendo su atención de nuevo para sonreír ampliamente- Como mucho le puedo dar una pastilla para su resaca, no puedo hacer más.

- Algo es algo.

- Ahora vuelvo -aun queda gente maja en este mundo no como la cosa con la que me he casado, eché una vista hacia su cuerpo.

- Que sepas que te tengo asco, con dormir no se juega, cuando lleguemos al hotel te haré lo mismo y dormirás en la terraza, desnudo para que te mueras de frió, se te congele el pene y se te cai...

- Ejem ejem -me giré lentamente encontrándome al policía con una pastilla y un vaso de agua mirándome con una ceja levantada.

- ¿Todo bien?

- Como nunca -le quité la pastilla y el agua y tras tomarme las dos cosa se lo devolví con una sonrisa- Gracias.

- ¿Está segura que no quiere que llamemos a nadie?

- No no, está bien así.

- Si cambia de opinión llámeme, pero a una hora más razonable -reí levemente asintiendo, el me regaló una sonrisa y volvió a desaparecer. Miré mi reloj de muñeca -5:30am- todavía quedaba mucha noche por delante, volví a sentarme en el suelo pegando mi espalda a la pared y apoyando mi cabeza entre la pared y los barrotes.

La mayor locura de mi vida, y de la que estaba más orgullosa, miré a Mark con una sonrisa y mis ojos casi entrecerrándose por el sueño.