༺☆But I'm a mess☆༻

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Seong Je POV

Me despertó Baek Jin a los gritos.

—¡AH, la puta madre! ¿Qué mierda querés? —dije, medio dormido y re fastidiado.

—Tenés que ir al colegio, burro —respondió, sacándome el dedo del medio.

Yo le devolví el gesto, pero con las dos manos.

—¡PUTO! —le grité, cagándome de risa.

Busqué con la mirada a Beom Seok, pero no estaba en la cama.

—¿Amorchito? ¿Dónde estás? —grité, medio preocupado, medio boludo.

—¿Qué pasó, gordo? —respondió desde la puerta.

Estaba frotándose los ojos, con una remera mía puesta y sin pantalón.

Me quedé mirándolo fijo. Demasiado.
No podía procesar lo lindo que estaba. Literalmente se me iluminó toda la cara.

—Amor... estás hermoso —dije, sonriéndole como un idiota enamorado.

—Ay, vos también estás hermoso, amor —respondió, acercándose para abrazarme.

Lo rodeé con los brazos al toque, como si fuera lo más natural del mundo.

—Uy, qué asco... váyanse, por favor —se quejó Baek Jin desde atrás.

—Ya callate, sos más metido que tanga de trola —le dije, despeinándolo fuerte.

—¡MI PELO, LA PUTA QUE LO PARIÓ! —gritó, re caliente, antes de irse refunfuñando.

Beom Seok y yo nos empezamos a cagar de risa.

—Bueno, vamos a prepararnos... yo me voy a casa —dijo, soltándose del abrazo.

—Ok... yo también tengo que ir —respondí, un poco incómodo con la idea.

Beom Seok se puso un short rápido y, antes de irse, gritó:

—¡CHAU, AMOOOR! ¡Nos vemos!

Lo vi irse y no pude evitar sonreír como un pelotudo.

Todavía me costaba creer que todo eso fuera real.

—Yo me tengo que ir a lo de mis viejos... por las dudas después te mando mensaje —dije, sin muchas ganas.

—¿En serio tenés que ir? ¿No podés quedarte? —preguntó Baek jin, mirándome con preocupación.

—No... no puedo. No sé qué voy a hacer —respondí, clavando la vista en la nada.

—Andá rápido, capaz no está esa —dijo, refiriéndose a la vieja que me parió.

—Bueno... espero que no esté, si no me mato —solté, riéndome sin humor.

me miró serio, preocupado.

—Bah, es una joda... no te pongas así —dije, dándole un golpecito en el hombro.

—Andá rápido, boludo —me dijo antes de abrazarme fuerte.

—Amigo, cualquier cosa voy a estar para vos. Avisame, pero no soy adivino —agregó, empujándome suave hacia la puerta.

—Fua, qué violento —le dije con una sonrisa burlona.

—¡YA ANDATE, QUE SOS INFUMABLE!

—Ya, ya voy... —respondí, cerrando la puerta.

Caminé mirando el piso todo el trayecto.

Cuando llegué, abrí la puerta... y ahí estaba ella.

Sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo. El pecho se me cerró. Me faltaba el aire.