El N-0 puesto a prueba

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«¿Cómo pude traicionar mis principios? Ahora no hay marcha atrás, quizás lo que nos previno Mériac sea causado por nosotros. No sé si el nulificador tenga la fuerza suficiente para detener a los ancianos que tanto temía Mériac».

Los dedos tamborileaban nerviosamente sobre el escritorio. La decisión había sido tomada.

***

—¡Maldita sea, despierta!

Las voces sonaban distantes como ecos, una luz comenzó a descender sobre la oscuridad. El dolor de cabeza aumentaba, la sensibilidad regresaba a su cuerpo.

—¿Qué paso? —preguntó aturdida.

Se encontraba en lo que parecía ser el sótano de una casa.

—Estuviste a punto de ser destruida —respondió una voz varonil.

—¿Quién eres tú? —preguntó atontada.

—Tienes razón en no reconocerme.

—¿Outis? —preguntó aún aturdida.

—¿Qué? —inquirió desconcertado— Soy Roberto, tu patriarca.

Mériac miró intrigada al extraño, no se parecía en nada, el aroma a vivo lo impregnaba, además podía ver color en la piel y movimiento en la caja torácica.

—No me trates de engañar, mortal —se puso en pie con cierta dificultad.

—¡Vaya badajo que eres, mocosa! Me apoderé de este cuerpo por medio de mis poderes mentales. Mi verdadero cuerpo está en coma en Guadalajara.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —preguntó dubitativa.

—Cuando averiguamos hace tres años que Tomás Valverde abandonaría la ciudad rumbo a Monterrey; se me encargó la misión de seguirlo. Opté por apoderarme del cuerpo de un mortal. Escuché noticias locales que llamaron mi atención. Varios homicidios violentos en la carretera que lleva a Laredo. Mis informantes me dieron la noticia sobre un helicóptero no militar, que solicitó permiso para cruzar el espacio aéreo mexicano. Me imaginé que un renegado del norte se reuniría con él en Monterrey. La ruta era fácil, así que avancé hasta un pueblo, donde un oficial me contó una historia muy interesante acerca de una mujer que realizó un exorcismo a un hombre —guardó silencio—. Después de eso seguí el rastro de un misterioso pero conveniente helicóptero que arribó a unos diez kilómetros del pueblo. Me tomó trabajo adentrarme en las instalaciones. Tuve que eliminar a varios mortales en el proceso. Apenas hace cuatro días que pude entrar; me enteré del proyecto que ahí se desarrolla y de tu ejecución unas horas antes. Pude reducir la potencia del nulificador lo suficiente para dejarte sin sentido y que te dieran por eliminada, tu irresponsabilidad estuvo por arruinar meses de trabajo de infiltración.

—Entonces —se reculó— ¿Sabes lo de...?

—Tu traición a la familia —concluyó la frase—, sí, lo sé. Pero también me enteré del trato que hiciste para protegernos. Usaremos a los mortales contra nuestros enemigos y posteriormente los eliminaremos.

—Es imposible, esa arma es capaz de destruirnos como un pulso electromagnético lo haría con un celular.

—Vamos Mériac, no me digas que no pensaste en un plan B por si te traicionaban o para protegerte —discrepó con sarcasmo.

—Bueno... hay una forma. La radiación no puede atravesar el acero debido a su longitud de onda y características de propagación; la señal rebota en capas de acero superiores a los dos centímetros.

—¿Sabes cómo desarrollar esa arma con nuestra tecnología? —preguntó ansioso.

—No Excelencia —respondió apenada—, yo sólo trabajé en algunos módulos y dudo que tengamos un laboratorio para desarrollarla —concluyó con un dejo de burla.

MériacWo Geschichten leben. Entdecke jetzt