—Eh... trato —respondió él, sin saber si era una trampa.
Lilith bajó la cabeza para disimular una sonrisa.
Giselle bebió un poco de agua, observándolos a ambos.
—Me alegra que tengan amigos que los ayuden en lo académico —dijo, con un tono suave pero con intención.
Lilith sintió el calor subirsele a la cara.
Michael también tragó saliva, rápido.
—Sí... Lilith explica muy bien —dijo él, genuino.
Ella lo miró, sorprendida por lo sincero que sonaba.
—En serio —agregó él, más tímido—. Fue buena idea estudiar aquí.
Giselle sonrió, satisfecha con la interacción.
Hubo un momento de silencio suave, cómodo, en el que solo se escuchaba el sonido de los cubiertos.
Hasta que Olimpia, sin aviso, soltó:
—¿Y ustedes dos son novios?
La cuchara de Lilith se detuvo en el aire.
Michael tosió con violencia.
—¡Olimpia! —exclamó Giselle, casi tirando la servilleta.
—¿Qué? —preguntó la niña, como si fuera la cosa más normal del mundo decir.
Lilith estaba roja hasta las orejas.
Michael también, mirando la mesa como si ahí estuviera el manual para sobrevivir a esto.
—No somos... no —balbuceó Lilith.
—Solo amigos —agregó Michael, aunque sonó menos seguro de lo que pretendía.
Olimpia pareció decepcionada y siguió comiendo como si nada.
Giselle suspiró, llevándose la mano a la frente.
—Ignoren a tu hermana —dijo ella—. A veces habla demasiado rápido.
Pero Lilith no podía ignorar lo que acababa de sentir en el ambiente.
Y Michael tampoco.
Ambos siguieron comiendo, cada uno con el corazón golpeando un poquito más fuerte de lo normal.
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Después de terminar la cena, Lilith y Michael ayudaron a llevar los platos a la cocina.
Giselle insistió en que no era necesario, pero igual lo hicieron, más que nada para escapar de las miradas curiosas de Olimpia.
—¿Volvemos a estudiar? —preguntó Michael, frotándose el cuello, un poco nervioso.
—Sí... ven —dijo Lilith, guiándolo hacia su habitación.
Subieron las escaleras y, cuando entraron, Michael se detuvo un segundo, como si estuviera viendo el lugar por primera vez.
No porque fuera algo impresionante, sino porque era su espacio, algo íntimo, algo que él nunca había visto antes.
Lilith cerró la puerta a medias, como hacía siempre.
Ambos se sentaron en el borde de la cama con los cuadernos sobre las piernas, pero ninguno empezó a estudiar.
—Tu mamá es... simpática —dijo Michael, rompiendo el silencio.
—A veces demasiado —respondió Lilith, bajando la mirada.
Él soltó una risa suave.
La página del libro quedó abierta entre ellos, pero no la estaban mirando.
Lilith notaba que Michael estaba raro, como inquieto, moviendo el pie, mirando hacia cualquier lado menos hacia ella.
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FanfictionTodos los personajes son propiedad de fnafokei
