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Ahora Emily y Lilith estaban en la puerta de la casa donde era la fiesta.
El ambiente era justo como Lilith se lo había imaginado: el aire impregnado de alcohol barato, humo de cigarro flotando en cada rincón, y la música retumbando tan fuerte que parecía golpearle el pecho.

—¡Vamos! —dijo Emily, sonriendo con esa sonrisa llena de emoción que Lilith conocía tan bien.

Antes de que Lilith pudiera decir algo, Emily la tomó del brazo, abrió la puerta, y ambas quedaron sumergidas en el caos.

Parejas besándose en medio del pasillo, chicos pasando botellas de mano en mano, alguien vomitando en una esquina mientras sus amigos se reían a carcajadas.
El calor del lugar era sofocante, mezclado con un mar de perfumes, humo y alcohol.

Lilith se sintió fuera de lugar al instante, pero Emily, en cambio, parecía encajar perfectamente.

—¡Allá está Simón! —gritó Emily, casi saltando en su sitio de la emoción.

Lilith la siguió a través de la multitud, esquivando a personas que bailaban sin prestar atención a su alrededor.

Finalmente, llegaron a un rincón de la sala donde Simón estaba recostado contra la pared, riendo de algo que decía su inseparable amigo Frederick.

Simón levantó la mirada, y al ver a Emily, su rostro se iluminó.
Una sonrisa amplia, genuina, apareció en su rostro, y sin pensarlo dos veces, abrió los brazos.

—¡Al fin llegas, nena! —exclamó, atrapándola en un abrazo y girándola ligeramente, haciendo que Emily riera, feliz.

Durante todo ese momento, los ojos de Simón no se apartaron de Emily.
La miraba como si ella fuera lo único que existiera en la fiesta, como si el bullicio, las personas y la música no fueran más que un fondo borroso.

Frederick, mientras tanto, le lanzó una mirada a Lilith.
Una mezcla de reconocimiento y aburrimiento, como si apenas notara su presencia.

—¿Quieres algo de tomar? —preguntó, alzando un vaso medio lleno hacia ella.

—No, gracias —respondió Lilith de inmediato, cortante.

Frederick se encogió de hombros y volvió a girarse hacia la gente.

Lilith permaneció en silencio, con los brazos cruzados, observando cómo Emily hablaba emocionada con Simón, contándole cosas mientras él la escuchaba, asintiendo y riendo de vez en cuando.

Por un momento, Lilith casi bajó la guardia.
Simón no parecía estar buscando a otra.
No estaba distraído, ni mirando a otras chicas como en otras fiestas.
Estaba... ahí.
Solo para Emily.

Lilith suspiró, tratando de relajarse un poco.

Quizás, esta noche, todo sería diferente.

Quizás, solo quizás, Emily podría ser feliz... aunque fuera solo por unas horas.

Lilith se quedó de pie, cerca de Emily y Simón, sintiéndose como un adorno más de la fiesta.
Las luces de colores parpadeaban sobre su rostro, la música golpeaba en sus oídos y el olor a alcohol la mareaba un poco.

Emily estaba completamente absorta en Simón, contándole algo, riendo como si nada más importara.

Lilith pensó en ir al baño para despejarse, aunque fuera solo un par de minutos.
Así que, sin molestar a Emily, empezó a caminar entre la multitud.

Empujó suavemente a algunos chicos que bailaban descontrolados, esquivó a otros que apenas podían mantenerse en pie, y llegó hasta un pasillo más silencioso, lejos del ruido principal.

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