Irene:

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Después de prometerles que la llevaría a casa en la mañana y la cuidaría mientras tanto, los padres de Kalinda aceptaron que se quedara.
Son amables, aunque su madre es un poco escalofriante.
La habitación de invitados no se usa más que para almacenar basura. Ahora es donde dormiría ella ya que mi cuarto es pequeño y apenas entro yo. Es incómodo, no se que estaba pensando cuando lo pedí.

— ¿Qué harás cuando lleguen?

Kalinda se encuentra hecha un manojo de nervios. Esta claro que no ve la situación con buenos ojos y se prepara mentalmente para un disturbio.

—Ya veré. —le cedo unas almohadas.

—Gracias. —las deja sobre la cama— ¿Puedo cambiarme en el baño?

—Si quieres.

Salimos al pasillo, mientras se cambia intentaré cocinar algo decente, mayormente comestible.
Declan es excelente cocinero pero prefiere guardar el secreto. Le parece penoso. No entiendo su complejo.

La música pop resuena por la casa y yo bailo al ritmo de la canción. Hace ya media hora que trato de hacer pasta, soy un desastre en grande y Kalinda sólo se ríe de mí. Alegó que no sabe cocinar por lo que es una simple testigo del caos que estoy causando.

—¿Qué diablos, Irene?

Declan entra en la habitación seguido de Cedric. Este último ríe por el desorden y el primero quiere gritar de frustración. Sabía que esto le causaría la pérdida de su compostura.
¿Habrá notado a Kalinda ahí sentada contra la pared casi queriendo desaparecer? Se ha ganado en la esquina, eso puede ser problemático si Declan se le acerca.

—¿Qué le haces a la cocina? —se lamenta mi hermano.

—¿Te gusta cocinar, Declan? —interrumpe ella su pena.

—Kalinda. —la sorpresa lo invade.

—¡La pelea! —reacciona Cedric— ¿Cómo sabias a dónde ir, Irene? —se cruza de brazos sobre su pecho.

Evito mirar a Kalinda, la cual ya se encuentra nerviosa y más cuando mi hermano se sienta a su lado, habla con ella. No escucho lo que le dice.

—Tengo un contacto. —omito la verdad— ¿Por qué peleaste Declan? —me intriga.

—Irene. —advierte éste viendo de reojo a Kalinda.

Ay, si supiera. Pero ella no quiere que le diga ya que podría crear un inconveniente. A veces pienso que se preocupa demasiado. ¿Yo soy así también?

—No la trates como a una extraña ajena a esto.

Todos se impresionan con mis palabras. No me importa. Kalinda conoce mucho más de mi hermano que yo misma en ocasiones.

—Irene. —exclama molesto Declan— ¿De qué hablas?

—Sólo digo que no hay nada nuevo para oír. Ella no es inocente.

—¿Por qué? —ahora Cedric mira a Kalinda.

No, estúpida. ¿Qué estoy haciendo? Parece que trato de pasarle la responsabilidad de esto. Hacerla culpable, pero ni siquiera se cual es el crimen aquí.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora