Declan:

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- Yo... -evita mirarme a los ojos, tomo sus manos y eso hace que se ponga más nerviosa- No se lo que siento, Declan. -murmura deshaciendo nuestro agarre.

- ¡Oye! -golpea mi hombro- ¿Y si en vez de verla como idiota vas y la saludas? -exclama irritado Enzo.
Él tiene razón, por algo lo he arrastrado hasta aquí. Aunque se me hace difícil olvidar aquel día cada vez que la veo. Si no fuera por eso todo estaría bien entre nosotros. No quiero decir que algo vaya mal es solo que algunos momentos son incómodos cuando me encuentro a solas con Kalinda.
- ¡Demonios, Declan! -bufa.
- Te has vuelto más insoportable desde que estas con Queen. -señalo a lo que se enoja pero no comenta al respecto.
- Sólo ve con Kalinda. -me empuja y termino chocando con alguien.
- ¿Declan? -que oportuno- ¿Te has saltado clases? -pregunta mientras guarda sus auriculares en un bolsillo de su mochila.
- No.
- Ni siquiera has ido. -acusa segura negando con la cabeza- ¿A dónde ibas?
- A tu casa. -sonrío y sus mejillas se ruborizan- ¿Tienes planes? -quiero saber.
Emprendemos el camino en silencio. Kalinda lleva puesta la campera que le preste el otro día cuando fuimos al parque. No dejé que me la devolviera ya que quería verla con ésta.
Desde entonces no me la ha devuelto y, aunque lo niegue, siempre la lleva consigo.
Eso me gusta. Siento que formo parte de ella.
Oh, bueno, eso es lo que pienso. Obvio que no se lo diré ya que sería patético de mi parte.
- ¿Cómo está Irene? -intenta iniciar una nueva conversación.
También ha notado el incómodo silencio.
- Desesperada por verte. -confieso atreviendome a tomar su mano.
- Declan... -baja la mirada apenada.
- ¿Por qué tenemos tanto miedo de lo que pueda llegar a pasar?
Me detengo y Kalinda también lo hace. Sus ojos cafés, de alguna manera, se volvieron más brillantes a mi parecer. Jamás me habia fijado en ellos hasta hace unas semanas. Y ahora que lo he hecho no puedo dejar de verlos. Aunque a ella no le gusta mucho esto ya que dice que se le hace imposible sostener la mirada de las personas y más aún la mía.

La chica común y el boxeador imponente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora