Bajo del avión y veo a mi hermano junto a su amigo esperándome con una gran sonrisa. Me acerco corriendo hasta él y me pongo a llorar en cuanto lo abrazo.
-Joder -dice Noah, mi hermano.-Si que estás sensible.
-Más de lo que crees -digo sonriendo entre lágrimas.-
Saludo a Jerry, el amigo de Noah, y vamos a buscar mis maletas para poder ir hasta su casa.
Hace cinco días, el día en que encontré a Cam con la rubia en su cama, decidí que me iba a venir a vivir con mi hermano para no tener que verle más la cara a semejante gilipollas.
Cogemos las maletas y nos acercamos hasta un Mercedes plateado aparcado en doble fila. Una chica se encuentra en el asiento del copiloto y se baja del coche en cuanto nos ve acercarnos.
Es rubia, alta, con piernas kilométricas y unos ojazos azules que quitan el sentido. Es mi cuñada, Aleisha.
Me acerco a ella y le doy un abrazo y dos besos. Me empieza a preguntar qué tal están las cosas por Nueva York y yo les contesto a cada uno las preguntas que me hacen con una sonrisa de oreja a oreja.
El trayecto hasta el piso se hace corto y llegamos antes de lo que yo había esperado.
Bajamos del coche y entramos en el edifico para subir hasta el ático dúplex que mi hermano comparte con Jerry. Los dos son unos cabrones adinerados a más no poder.
-Ahora vamos a dejar que te instales -dice Noah.-Pero en cuanto tengas todo colocado, vas a venir al salón y nos vas a explicar el por qué esa repentina urgencia de venirte a vivir aquí.
-Vale -contesto.-
Subo hasta la habitación donde han dejado mis maletas y miro por la ventana mientras unas lágrimas se deslizan por mis mejillas. Hora de empezar de nuevo.
Tras cuatro horas colocando cosas y hablando con mis amigos por teléfono bajo al salón.
Los tres se encuentran ahí sentados en el sofá viendo una película en la tele. Me siento al lado de mi cuñada y me dispongo a ver el final de la película junto a ellos, aunque yo ya la he visto.
En cuanto termina la película mi hermano apaga la tele y los tres se giran hacia mi esperando una explicación.
Respiro hondo y empiezo a contarles el motivo de haberme querido venir aquí a vivir. Desde el momento en el que descubrí que estaba embarazada hasta cuando encontré a Cameron en la cama con la rubia de bote esa asquerosa con tetas de plástico.
La boca de Jerry está a punto de tocar el suelo y no se mueve, creo que ni respira. Mi hermano ha ido a la cocina, alegando que necesita un trago para asimilar tanta información. Mi cuñada está mirando ropa de bebé en el portátil de mi hermano. ¿Os he dicho que está loca? ¿No? Pues ahora lo sabéis.
-Hay que buscarle un ginecólogo, hay que comprar cosas para el bebé... -empieza a enumerar con los dedos.-Hay que hacer muchas cosas.
-No te olvides de una botella de Jack Daniel's -dice mi hermano bebiendo del vaso.-
-Para mi Vodka, por favor -dice Jerry.-
-Sois unos exagerados -digo rodando los ojos.-
-Acabas de decirme que estás embarazada de un patán -dice mi hermano.-Para asimilar eso necesito lo mismo que tú para que el bebé nazca, nueve meses. Pero a diferencia tuya, yo necesito también mucho alcohol.
-No te vayas a pasar -digo mirándolo seria.-Que solo tengo un hermano y lo necesito para hacer de padrino.
-Eso es un halago -dice sonriendo y bebiendo del vaso, de nuevo.-
Empezamos a hablar sobre cualquier tontería que no viene a la cabeza para dejar de lado el hecho de que acabo de decirles que estoy embarazada, pero Aleisha sigue sacando el tema a colación.
Creo que a todos nos ha quedado bastante claro que quiere una sobrina y que le va a comprar mucha ropa, pero yo no decido el sexo del bebé.
A las ocho de la noche tocan en la puerta y mi hermano avisa de que es un amigo suyo que iba a venir esta noche aquí. Mientras él va a abrir la puerta, Aleisha y yo discutimos sobre algún lugar al que poder ir a cenar esta noche.
Mi hermano entra en el salón junto a un hombre, porque de chico tiene poco ya, con el pelo negro, los ojos de un azul increíble y un cuerpazo de escándalo. Se me queda mirando como si yo fuese una piruleta y mi hermano le da un codazo.
-Es un huevo kínder, así que olvidalo -le advierte.-
-Las más guapas siempre estáis pilladas -dice negando con la cabeza.-
Aleisha y yo empezamos a reírnos y él se sienta a mi lado.
-Soy Drew -dice.-
-_____, encantada.
Nos ponemos a discutir, todos los que estamos en el salón, sobre a qué sitio podemos ir esta noche a cenar.
Al final, por antojo mío, decidimos que vamos a ir a un italiano en el que hacen una pasta carbonara que está de muerte, o al menos eso ha dicho mi cuñada cuando le pregunté.
Entramos en la que es ahora mi habitación y me planto frente al armario para ver que me pongo. Empiezo a sacar ropa y, cuando casi todo el armario está sobre la cama, miro la ropa con pena.
-Y pensar que en unos meses nada de eso me quedará bien -digo.-
-Siempre lo puedo usar yo -dice.-
-En tus sueños -digo tirándome sobre la ropa.-Después de tener al bebé me quedaré hecha un figurín y podré ponerme la ropa otra vez.
-Eso que te lo has creído -dice mirándome con los ojos entrecerrados.-
-Al menos mi culo no ocupa dos sillas.
Miro mis uñas como si fuesen lo más interesante de la habitación y ella sale pegando un portazo. Dos segundos después entra de nuevo en la habitación y estallamos en carcajadas.
-Luego podrás ponertelo todo de nuevo -dice.-
-Te dejaré algo cuando no me quede bueno -digo.-
Entro en el cuarto de baño sin saber todavía lo que me voy a poner y me doy una ducha para relajar mis músculos. Y cuando estoy en la ducha y me cercioro de que nadie me va a escuchar, me abandono a los recuerdos y vuelvo a llorar por enésima vez en la semana recordando los momentos vividos con Cameron.
Tremendo idiota, ¿qué coño le hiciste a mi corazón?
