20 minutos después, el médico nos llamaba a nosotros. Mis nervios estaban de punta y la cara de emoción de Dereck, no ayudaba para nada.

Me recosté sobre la camilla y mientras el médico hablaba, untaba un gel frío sobre mi abdomen.

-¿Edad?

-18-respondí observando a Dereck .

Él me sonrió.

-Pequeña aún-murmuró-. ¿Te has hecho pruebas de embarazo? Me refiero a que, ¿estás embarazada o vienes a saberlo?

-Vengo a saberlo-respondí-. Me mandó el médico, sin hacerme pruebas.

-Está bien-sonrió y buscó un aparato conectado a una máquina-. Ustedes solo deben observar la pantalla, allí arriba-señaló-, y yo voy a decirles que estamos viendo.

Ambos asentimos a la vez que el médico posaba el aparato sobre mi abdomen. Unos dos minutos después, nadie hablaba, el médico no decía nada sobre un posible embarazo y mis lágrimas ya iban a comenzar a brotar.

-Un mes y medio-sonrió.

-¿Qué?-preguntó Dereck.

-Es más pequeño que un huevo.

-¿Ella. . . está. . . está. . . em. . . em. . . em. . .?

-Dereck -reí y lo vi abrir los ojos con entusiasmo.

-¿Vamos a ser padres?-preguntó a los gritos.

El médico rió y luego nos señaló un punto negro en la pantalla.

-¿Dereck es tu nombre?-le preguntó. Dereck asintió-. Dereck, ¿ves ese punto allí?

-Si, es pequeño, pero sí.

-Bueno, obsérvalo bien porque ese es tu hijo.

Dereck abrió su boca, impresionado y empezó a pegar unos cuantos gritos. Reí a la vez que dejaba mi cuerpo relajarse, no era la gran cosa una ecografía.

Nos quedamos en silencio mientras el médico anotaba unas cuantas cosas y luego nos avisaba cuando podíamos pasar por el video y los resultados y el estado del bebé.

Cuando por fin salimos del consultorio y nos metimos en el ascensor, Dereck frenó el ascensor de golpe y me abrazó. Reí por su efusividad y luego comenzó a besarme el rostro, por todos partes, los parpados, los labios, las mejillas.

-Ya, calma, Dereck -reí.

-¿Entiendes eso?-preguntó en un susurro-. Aquí-apoyó su mano en mi vientre-, está el fruto de nuestro amor.

-Es lo más maravilloso que te he escuchado decir-le sonreí.

Me besó.

-Pero, voy a pedirte por favor, que bajemos de aquí porque eres claustrofóbico y no estoy en condiciones de cargar contigo hacia una habitación de aquí.

Rió y presionó el botón para poner en marcha la caja metálica.

Luego, fuimos a hacerme los análisis de sangre y más tarde pasamos por un café para tomar la media tarde. Dereck no paraba de pensar en nombres para el bebé, pero para mí iba a ser una niña, por lo tanto, diferíamos en varias cosas.

Llegamos a casa alrededor de las nueve de la noche. La planta baja de la casa, estaba totalmente a oscuras y la planta de arriba, estaba totalmente encendida, con todas las luces prendidas, por todos lados.

-¿Les han causado mucho trabajo?-preguntó Dereck a Ethan que bajaba las escaleras.

-No, no tanto-suspiró-. Dylan ya está dormido y Miranda está teniendo una conversación con Ryan.

-¿Qué ha hecho?-pregunté quitándome las zapatillas.

-Ha roto un vaso.

-¡Estás bromeando!-gritó Dereck.

Comencé a reír como una loca. Dereck se pasó las manos por el cabello y luego cerró los ojos con fuerza.

-El séptimo vaso, séptimo, Ethan, séptimo.

-¿Más de una docena?-preguntó Ethan.

Reí nuevamente y encendí las luces de abajo. Comencé a subir las escaleras y seguí riendo hasta llegar a mi habitación. Donde encontré a Chris tendido boca abajo.

-¡Dereck !-grité a más no poder.

Chris se movió un poco en la cama y siguió durmiendo.

-¿Qué pasa, amor?-preguntó Dereck.

Pero, cuando llegó a la puerta de la habitación, rió. Sus amigos se parecían a sus hermanos, eran tres niños más y sin contar que Dereck ahora se comportaba como un adulto y raramente no como un niño.

Logramos sacar a Chris de la habitación pero insistió en quedarse a dormir porque tenía mucho sueño como para manejar de noche. Dereck accedió y lo dejó quedarse en la habitación de huéspedes.

Ryan y Ethan se despidieron de nosotros y partieron a sus casas. Miranda y Dylan, dormían plácidamente y Chris, también.

-Bueno, siendo las diez de la noche, nos vamos a dormir.

-Muy temprano, ¿no crees?-pregunté metiéndome entre las sábanas.

-Pero anoche no ha sido de las mejores noches.

-Lo sé-apoyé la cabeza sobre la almohada-. Pero hoy ha sido uno de los mejores días, ¿no crees?

-Oh, claro que si mi vida-se acostó a mi lado y apagó las luces.

Nos quedamos en silencio y pronto sentí la respiración de Dereck, apaciguarse.


Mis lágrimas no tardaron en salir, extrañaba a mis padres y ahora los necesitaba más que nunca. Una madre era la que se encargaba de ponerse tan feliz como su hija cuando estaba embarazada, la que la ayudaba con el nuevo bebé, la que molestaba para que se cuidara. Y claro, su padre, él que le diría todo el tiempo a Dereck lo que debía hacer respecto a su hija y al niño en camino. Iba a querer llevárselo a jugar por allí, bromear con él y exponerlo como a un trofeo. Los extrañaba tanto, tanto, tanto que con palabras no podía expresarlo, pero mi corazón se encogía de solo pensar en que no los iba a ver nunca más en mi vida.

-¿Estás despierta?-preguntó Dereck.

Me quedé en silencio para hacerme pasar por dormida. Pero, Dereck encendió la luz, obligándome a cerrar los ojos y derramar unas cuantas lágrimas más.

-¿Por qué lloras?-preguntó abrazándome-. ¿Te sientes mal? ¿Vamos al hospital?

-No, no, no es eso-murmuré entre lágrimas.

-¿Qué es, linda?-preguntó cariñosamente.

-Suena muy infantil.

-Dime.

-Extraño a mis padres.

-Oye, ¿crees que eso es infantil? Oh, vamos, es normal, mi vida-me estrechó más entre sus brazos-. Pero todo va a estar bien, amor. Eres fuerte y si has podido con esto, dos años, puedes hacerlo más tiempo, ¿si?

-Es difícil.

-Lo sé, amor, lo sé-acarició mi cabello-. Pero estamos juntos en esto, si es que tienes miedo, te sientes insegura, necesitas algo, lo que sea que sea, házmelo saber, dime que es lo qué pasa, amor. Entiende, somos uno, si tú sonríes, yo sonrío, si tú lloras, yo lo haré también.

-Tú no debes llorar-murmuré mientras él secaba mis lágrimas.

-Entonces tú tampoco lo hagas. Si hay algo que me rompe el corazón, es verte llorar. Amor, no estés mal.

-Los necesito-sollocé.

Sin decir nada, Dereck volvió a apretarme contra su pecho. Esparció un par de besos sobre mi cabello y luego acarició mi espalda en un tierno gesto.

-Te amo, Britney y te prometo que vas a salir adelante. Piensa que ahora tienes a un hermoso niño dentro tuyo-alcé la mirada para verlo a los ojos-, él y yo, te necesitamos, no puedes estar mal, ¿sabes? Odio verte llorar y dicen que los niños sienten lo que las madres.

-Pero es más pequeño que un huevo, no puede sentirlo.

-Créeme, es todo tan raro.

-Como tú-bromeé.

-Como yo-rió-. Claro que si. Como nuestras peleas, nuestro matrimonio, nuestras salidas, nuestras conversaciones, nuestras acciones. Oh vamos, nunca engañaríamos a nadie, diciendo que somos normales.

Reí y lo abracé.

-Te amo, Dereck.

-Yo también te amo, princesa. Y te prometo que no voy a dejar que estés mal. Nunca mi amor, ¿has escuchado eso? Porque Austin y yo, vamos a hacer lo posible porque estés bien y seas feliz.

-Eres la ternura en persona-le sonreí-. ¿Pero quién es Austin?

-No me digas a mí, él quiere que le llamemos así.

-Hablas de Ashley-le sonreí.

-Recuerdo una vez que peleamos en México y tú me dijiste que nuestra hija se iba a llamar Ashley, pero será Megan y lo sabes.

-Dereck, no seas malo, déjame elegirlo a mí-reí.

Limpió mis lágrimas.

-Ya veremos, ya veremos, ahora quiero que descanses, mi amor-besó mis labios-. Y recuerda, Austin, Megan o Ashley, como sea, vamos a cuidar de ti, lo prometo.

SUBASTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora