( ↓ ) Capítulo 7: Igualdad

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PARTE UNO:

Él había aflojado el agarre de los grilletes de Ánica, no solo eso, le había robado un beso...

Lentamente se separó de los labios de la muchacha, ella había dejado de gritar y sollozar.

—Vaya, solo así dejas de lloriquear.

Sería cuestión de tiempo para que la menor se diera cuenta. Para Reiji Ánica no era más que un saco de sangre casi perfecta.

Ella estaba alarmada por el tono de voz del vampiro. Solamente tenía una opción y esa era seguirle la corriente por ahora.

—No tienes que entender nada ahora, mucho menos me interesa saber qué es el dolor para ti, y no empieces a hablar de tu madre otra vez, ¿de acuerdo?.

—Sí, Reiji.

—Dilo mejor, y esta vez muéstrame aquella expresión tuya donde está tu odio y rencor hacia mí.

Levantó la mirada de Ánica mientras ella estaba hincada frente a él con los grilletes apretando sus muñecas.

—¡Sí señor Reiji! —dijo avergonzada.

—Aw mírate , ¡te ves menos inocente de esa manera!.

Quitó sus guantes blancos y colgó las cadenas de Ánica en un pico de carnicería haciendo que quedara pendiendo sus pies, con el ardor de sus muñecas, estaban al rojo vivo.

—¡¡Kgh!! ¡Señor Reiji, duele! ¡por favor bájeme de aquí!

Seguía pataleando sin poder tocar el piso, Reiji la tómo de los muslos para que no fastidiara. Así plantó sus afilados colmillos en su hombro.

Succionaba con desdén la sangre de Ánica, giró sus ojos hacia ella y observaba como apretaba su labio inferior para evitar llorar.

"Ayúdenme...

por favor alguien ayúdeme.

Dios no me abandones ahora.

no tengo la culpa de esto.

ayúdame ahora cuando más lo necesito"

¡No puedo dejar que termine así!

Su ceño se frunció, tornó su mirada hacia Reiji que había cerrado los ojos para succionar más fuerte su sangre, era el momento de actuar.

MIENTRAS...

EN EL TECHO DE LA MANSIÓN:

Ayato se encontraba caminando por el techo en un momento de ociosidad, pateando las pequeñas piedras que tapaban las canaletas o aventando las hojas que el otoño había olvidado, hasta que en un cierto punto del techo sus pupilas se dilataron a tal modo de no poder distinguir el iris de su ojo para después contraerse.

—Eso...¿es sangre nueva? —dijo pasmado mientras sus fosas nasales se abrían paso entre el techo—. No está goteando, quien quiera que esté alimentándose está siendo cuidadoso, debo seguir intentando.

Siguió buscando alguna señal de ese olor tan distintivo de la sangre nueva.

—Aquí.

Se dejó colgar del techo para ver en que sección estaba, las ventanas estaban verjadas

—¿Viene del estudio de Reiji?.

Volvió a subir al techo y se sentó a pensar.

¿Será que tiene cadáveres en el subterráneo? Aunque...si esa sangre debe de estar podrida, no tendría por qué haber tenido efecto en mí, me pregunto si ya tiene efecto en los demás, tal vez es otro de sus locos experimentos, ¿será lo que Yui escuchó la otra noche?.

Aquel gato y el SADISTA (Reiji Sakamaki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora