( ↑ )Capítulo 2: Primera impresión

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Los rayos del sol tocaban la cara de la chica y despertó, aquel gatito continuaba acurrucado en un rincón de la cama, Ánica se puso sus anteojos y lo movió un poco.

—Despierta bola de pelos.

Allan bostezó mostrando sus colmillos pequeños.

Meaw, ¿qué sucede?.

—Es tarde, levántate.

—¿Qué tienes en contra de tener un buen sueño, eh?.

El pequeño gato se escondió nuevamente entre las sábanas.

—De acuerdo como gustes, yo mientras tanto organizaré mis cosas.

Ánica continuó en su habitación todo el día porque su puerta se encontraba cerrada con llave, le fue de provecho para dejar limpio, empacar toda su ropa y soñar despierta.

Se hacía muchas preguntas, entre ellas...

¿Cómo será el Señor Sakamaki?¿Qué planes tendrá para mí?

Llegó la noche. Se escuchó girar el picaporte de la puerta y el gatito se ocultó en un bolso negro.

—Te ves hermosa Ánica, ¿estás lista?.

—Sí, padre.

Ánica estaba nerviosa, su propio padre había decidido su futuro sin siquiera consultarlo con ella; con un tono seco tomó su bolso y caminó a la entrada de su casa.

—¿Dónde están mis hermanos? quería despedirme de ellos.

—Oh no, no habrá tiempo para eso, ellos y tu madre salieron. Les dije que tenía algo que hacer.

—Tu no me puedes hacer esto padre, no me puedo ir así nada más. ¿Tienes idea de lo que mi madre significa para mí?

El Señor Dilton finalmente explotó, sacando un arma de fuego de su pantalón.

—No te estoy peguntando si te parece, y en lo que a mí concierne me estoy deshaciendo de un estorbo al mismo tiempo que salvo la vida de tu madre. Hazme un favor y cierra la boca.

El verdadero terror se apoderó de su cuerpo, su propio padre le estaba apuntando con un arma. Ella se limitó a guardar silencio y seguir al hombre con una expresión vacía.

Por primera vez en su vida, Ánica deseaba que el día terminara. Quería cerrar los ojos y desentender de todo y de todos, no tenía ni idea de lo que el humano era capaz de hacer por dinero. Porque eso sí, fuera para lo que fuera, estaba segura de que su madre no estaría beneficiada con tal cantidad.

—¿Entiendes por qué hago esto verdad hija?.  

La primera impresión siempre es importante, al ver a aquel hombre por primera vez, Ánica supo que por su expresión, quien había pagado por ella no debía tener muchos amigos. No parecía tener más de 18 años, tenía el cabello negro y los ojos color vino, alto como de 1.83 metros mas o menos.

La joven lo miró con un temple de valentía.

—Usted debe ser Ánica Dilton, ¿no es verdad señorita?.

—Usted debe ser el señor Sakamaki.

 —Usted debe ser el señor Sakamaki

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Aquel gato y el SADISTA (Reiji Sakamaki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora