2. La apuesta.

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―¡AYUDA! ¡NOS ESTÁN SECUESTRANDO! ―Grité a todo pulmón mientras golpeábamos la reja delantera de la mansión, para nuestra mala suerte poca gente transitaba por ahí.

―Mitsuki-san, no creo que nos oigan ―mi amiga me miró asustada―. Pero vale madres. ¡AUXILIO!

―Yo solo quería ir al departamento, desempacar las cajas, ir al instituto nuevo e irme a dormir. ¡No quería estar en esta casa de locos, por Dios! ―me quejé apoyando la cabeza en la reja.

―No eres la única ―ella suspiró, pero luego se detuvo―. Misa-chan, creo que nos olvidamos de algo importante.

―¿Qué? Oh, espera... No puede ser.

―¡TIM! ―exclamamos las dos al mismo tiempo.

―¡TENEMOS QUE SALIR DE AQUÍ! ¡HEMOS DEJADO A TIM SOLO EN EL DEPARTAMENTO! 

Verán, Tim es un perro, nuestro pequeño pastor alemán. Llevaba unos meses de nacido y prometimos cuidarlo por la abuela Meylin luego de que... bueno... muriese. Esa era la razón por la cual habíamos saltado la reja de un salto como si tuviésemos un serio problema mental.

―Hikari-san, mira eso ―señalé a la distancia.

Habían muchos árboles tirados en el suelo y mucho humo negro surcando los cielos, pero al ver el origen del humo nos quedamos totalmente congeladas. Era la el auto que nos había traído aquí ayer, que se suponía que nos llevaría al apartamento. Solo que ahora estaba completamente destrozado a causa de un tronco gigante que lo había atrasado por completo.

Me sentía llorar por dentro y por fuera, solo por el simple hecho de que allí iba uno de mis familiares más queridos. Solo que... se había ido.

Para siempre.

―N-No puede estar muerto ―miré al suelo, buscando un indicio, una pista, algo que me evidenciara que estuviese vivo.

Pero no había nada.

―Misa-chan, no hay indicios de que esté muerto ―Hikari me miró mientras me abrazaba.

―Tampoco hay indicios de que esté vivo ―me limpié las lágrimas suspiré―. Mejor nos vamos a buscar a Tim y a todas nuestras cosas. ―tomé a mi amiga del brazo y comenzamos a correr hacia la civilización. Me gustaría saber si él estuviese vivo.

Pero ya no había marcha atrás.

*

*

*

―¿Qué fue lo que dijo? ―pregunté a una señora que estaba a mi lado, ella se encogió de hombros confundida.

Llevaba una hora y media en una fila para que nos entregaran la llave de nuestro departamento, pero el gerente no quería colaborar y hablaba demasiado rápido para mi entendimiento. Además, Hikari no quiso venir porque "le daba flojera".

O SEA, SI TE IBAS A PONER ASÍ HUBIÉSEMOS HECHO UNA CASA A BASE DE CARTÓN, JODER.

―¿Podría darme la llave ya? ―me quejé mientras veía a Hikari reírse de mis desgracias.

Maldita.

Sonreí y agradecí cuando me entregaron la llave azul del piso tres, Hikari susurró un "por fin" y yo le di un golpe ligero en la cabeza.

Solo que ella me golpeó el doble de fuerte.

Ella me ama, lo sé.

―¡Tim! ―exclamó ella abrazando al pequeño pastor alemán mientras esté movía la cola feliz. El departamento estaba lleno de cajas selladas con distintos nombres.

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