❝Haré que la eternidad conmigo valga la pena, no te preocupes por eso❞
Kim Taehyung, un shinigami, tiene una sola misión: matar a Min Yoongi, un empresario insoportable que nadie va a extrañar. Solo hay un obstáculo: Jeon Jungkook, su misterioso may...
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El corazón de Taehyung latió con fuerza.
—No entiendo lo que dice.
—Jugaste bien tu papel, ángel de la muerte. No me engañaste, quiero que lo tengas en cuenta. Has sido de los mejores y tendré que darte algo de crédito por ello, pero no pienses que caí en tu trampa ni por un segundo —las piernas de Taehyung, débiles frente a la confesión, temblaron. Se apoyó con disimulo contra la encimera, pero Jungkook se dio cuenta de cada movimiento y levantó más alto el cuchillo—. No saldrás con vida de aquí.
—No creo...
Jungkook, en un parpadeo, se adelantó hasta estar frente a Taehyung y apretó la hoja afilada del cuchillo contra su cuello, sin cortar aún. Una distancia corta de menos de cuatro centímetros separaba sus narices.
—Te mataré hagas lo que hagas, digas lo que digas. Soy excelente deshaciéndome de cuerpos, así que te recomiendo que seas sincero por una vez —espetó, en un susurro que solo Taehyung podría escuchar.
Taehyung, que temía por su vida y ya desfallecía en su interior, se quitó los lentes aún con el cuchillo amenazante en su cuello y los dejó junto al vaso. Una regla de oro para los shinigami era jamás mostrarse débiles frente a la presa. ¿Jungkook sabía cómo deshacerse de un cuerpo? Los shinigami controlaban la muerte. Nadie era rival para un shinigami. Era algo que memorizó desde pequeño. Taehyung cerró los ojos, terminando con el conjuro que ocultaba su apariencia. Al abrirlos, los ojos ambarinos brillaron y le enseñó a Jungkook una sonrisa llena de colmillos similar a la dentadura de un tiburón.
El ceño fruncido de Jungkook tembló y ya estaba listo para cortarle el cuello, pero Taehyung lo hizo a un lado con una fuerza sobrehumana y de un salto se puso de pie sobre la encimera. Sacó de su manga un objeto parecido a un bolígrafo y, en cuestión de un instante, el artefacto aumentó su tamaño hasta convertirse en una amenazante guadaña de la muerte.
—Bingo, demonio —dijo Taehyung, apuntando el arma hacia Jungkook— ¿Lucharás con esa arma? Me temo que odio las peleas que no son justas.
—Es lo único que necesito para acabar con tu vida.
Jungkook también dio un salto hacia la encimera y hubo un fuerte sonido metálico cuando el cuchillo y la guadaña chocaron. Taehyung intentó retroceder, pero Jungkook lo seguía de cerca y no tardó en realizarle más cortes en los brazos. Taehyung empezó a jadear. Los cortes le ardían y la agilidad del demonio lo sobrepasaba en muchos ámbitos. En su juego de persecución, recorrieron toda la extensión de la cocina a base de saltos y ataques. Jungkook no tenía ni un rasguño y Taehyung sintió su sangre hervir ante la posibilidad de morir sin haber cumplido ni una sola misión.
Al no ser capaz de atestarle ni un solo golpe, Taehyung optó por cansar a Jeon Jungkook antes de intentarlo otra vez y se concentró en esquivar el cuchillo usando su guadaña como apoyo. Jungkook tenía un arma mucho más liviana y con un rango de alcance más corto, por lo que su estrategia se basaba en acorralar a Taehyung. Por un momento de terrible descuido, Taehyung terminó contra la encimera de espaldas y con Jeon Jungkook, amenazante, sobre él. Usó el mango de su guadaña para evitar recibir una cortada que le recorriera todo el rostro.
Empujó con todas sus fuerzas y, en un golpe de suerte, consiguió darle al mango del cuchillo de Jungkook, quien lo dejó caer hasta una esquina del cuarto. Jungkook, sin perder ni un segundo, agarró el mango de la guadaña con ambas manos y empujó hacia abajo, con el objetivo de asfixiar a Taehyung con ella. Taehyung se resistió con todo lo que tenía, aunque sus puños ya temblaban por el esfuerzo.
Taehyung apretó los dientes y con su último aliento, empujó hacia arriba. Fue suficiente para librarse de Jungkook, pero el demonio no se quedó atrás y usó el impulso para llevarse consigo la guadaña. La lanzó a un lado con un estruendoso golpe metálico. Los dos respiraban con dificultad y estaban claramente exhaustos. Jungkook se limpió el sudor de la frente con la manga de la camisa.
—Tu apellido —dijo, sin aire—. No es Ko.
—No —respondió con sinceridad, jadeando—. Es Kim.
Jungkook, con su pecho subiendo y bajando, abrió muchísimo los ojos. Luego se echó a reír. Taehyung estaba confundido y sospechaba que el demonio estaba enloqueciendo. Su familia era bastante reconocida en todos los círculos del infierno, por lo que se esperaba una reacción mucho más aterrada al escuchar un apellido de tal importancia. Hasta el demonio más poderoso dudaría al estar frente a un Kim, pero Jeon Jungkook se estaba carcajeando. Fue una estaca directa a su orgullo.
—Eso explica por qué fuiste una molestia por un largo rato. Nadie había aguantado tanto tiempo con vida —Jungkook se cubrió el rostro con las manos y siguió riendo—. Vaya, enviaron a un Kim por mí. Debería sentirme halagado.
—Nos has complicado demasiado las cosas —dijo Taehyung, molesto. La sangre que aún brotaba de sus heridas estaba por echar humo. ¿Quién se creía este demonio que era?— Min Yoongi debería estar muerto —señaló a la puerta. Jungkook finalmente dejó de reír y sus manos cayeron. Cuando volvieron a mirarse a los ojos, la expresión de Jungkook era de seriedad absoluta.
—Min Yoongi no morirá a menos que yo lo decida —respondió Jungkook, con un tono de voz amenazante. Ladeó un poco la cabeza y una comisura de sus labios se alzó unos milímetros—. Ya he acabado con cinco de los suyos. Uno más no será ningún problema. Estás en desventaja, ángel de la muerte. Yo estaría rogando por piedad en tu lugar.
Ambos estaban desarmados, pero las condiciones físicas de Taehyung eran las peores. Tenía la camisa rota y manchada de rojo en varios lugares, sin contar la cortadura en su rostro. Todos sus entrenamientos los había hecho empuñando la guadaña, así que no era un experto en usar sus manos como arma de combate. Además, estaba cansado. Las plantas de los pies le quemaban y sus manos con suerte respondían. Podría dar pelea por varios minutos más, pero estaba claro quién sería el vencedor y quién el cadáver enterrado en el patio.
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