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—Agradecería que me dejara entrar en la cocina antes de una amenaza de muerte —le dijo a Jeon Jungkook—

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—Agradecería que me dejara entrar en la cocina antes de una amenaza de muerte —le dijo a Jeon Jungkook—. Si nuestros señores nos encuentran, esto no será bueno para ninguno de nosotros.

—Su primer día como mayordomo de la señora Min fue el tres de julio. Hace tan solo dos semanas —dijo Jungkook, con un tono igual de apagado. Ambos se comportaban como máquinas programadas que no tenían sentimientos. Taehyung, que por dentro estaba entrando en pánico, había reparado que la mejor forma de manejar la situación sería negarlo todo hasta el final—. Espero que no subestime al personal del señor Min y pretenda que no sé quién es usted.

—Le aseguro que no sé a qué se refiere. Por favor, le rogaría que alejara el —antes de que Taehyung pudiera terminar de decirlo, Jungkook apretó con más fuerza la hoja afilada del cuchillo contra su garganta. Taehyung tragó.

—El señor Min ha estado recibiendo ataques de múltiples orígenes. Solo tengo que comprobar de qué origen viene usted, señor Ko.

Jungkook se quitó el guante de la otra mano (la que no sostenía el cuchillo) con los dientes y lo lanzó a un lado. Taehyung fingió sorprenderse cuando vio las uñas negras y la marca similar a un tatuaje de un símbolo de clara procedencia hereje. Sí se sorprendió genuinamente cuando Jeon Jungkook utilizó dicha mano para abrirle a la fuerza la boca y revisarle los dientes.

La mano estaba caliente y se sentía extraña dentro de su boca. Ajena. Taehyung abrió muchísimo los ojos y dio un respingo que casi causa que se le caigan los anteojos.

Jungkook terminó con su inspección y dio un medio paso hacia atrás. Taehyung se agarró la mandíbula como comprobando qué le había hecho exactamente Jeon Jungkook y luego se acomodó los lentes. No pasó ni un segundo antes de que sintiera que lo agarraban con fuerza por los hombros y lo empujaban boca abajo contra la encimera de mármol. Jungkook usó su mano (la de la marca) para aplastar la cara de Taehyung contra el mármol helado. En un instante había soltado el cuchillo, que había hecho un fuerte sonido metálico al caer, y ahora usaba esa mano enguantada para mantener firmes las manos de Taehyung contra su propia espalda.

—Dígame quién lo envió. ¿El señor Jung? ¿Lady Minari? Si me lo dice, le aseguro que esto le dolerá menos.

—No sé de lo que habla —dijo Taehyung, su voz sonando casi inentendible contra el mármol. Jungkook aplastó con más fuerza y Taehyung ya podía sentir la sangre cayendo desde su nariz—. Le aseguro, señor Jeon. No sé de lo que habla. Solo soy el mayordomo de la señora Min.

—Las fechas son una coincidencia, según lo que dice usted —Jungkook le dio un último empujón y la nariz de Taehyung crujió. Lo soltó de mala gana y dio dos pasos hacia atrás. Taehyung se alejó de la encimera trastabillando y se sacó un guante para tocarse la nariz. Sangraba. Se curaría rápido, pero seguía siendo una molestia. Jungkook lo observó de pies a cabeza con el entrecejo un poco fruncido, pero regresó a su semblante inexpresivo antes de lo esperado. Para el asombro de Taehyung, Jungkook hizo una reverencia—. Lamento mucho mi comportamiento inadecuado, señor Ko. El joven Min ha recibido muchos ataques en las últimas semanas y el personal se encuentra paranoico. Le ruego que me perdone.

—No hay problema —dijo Taehyung, sorbiéndose la nariz. Sintió el sabor metálico en el paladar—. Es nuestro trabajo. Lo entiendo.

Jungkook dio media vuelta y rebuscó en uno de los cajones. Taehyung paró el sangrado momentáneamente con uno de sus dedos, aliviado en parte porque seguía con vida y al mismo tiempo en guardia por la extraña actitud de Jeon Jungkook. Decidió aguardar a que Jungkook hiciera lo que pretendía hacer antes de actuar por su cuenta. El otro mayordomo se acercó con un pañuelo blanco y, sin avisar, tomó la mano de Taehyung y limpió su nariz sangrante. Taehyung tardó en reaccionar. Los dedos de Jungkook se cerraron alrededor de su muñeca como un brazalete de hielo. Aprovechó el momento para observar la marca del demonio y las uñas negras que rozaban su propia piel.

—Es extraño ver a un mayordomo con tatuajes —comentó, de la forma más natural que pudo.

—Es una de las razones por las que mi señor insiste en que use guantes en todo momento —respondió, calmado. Estaba muy concentrado en limpiar la sangre, pero por un momento miró a Taehyung a los ojos y sonrió— ¿Usted también oculta algo bajo los suyos, señor Ko?

—No, solo es parte del uniforme —era verdad. Las extremidades de los shinigami no tenían nada sorprendente.

—Quizás —empezó a decir Jungkook, en voz baja y alargando cada sílaba. Dio un medio paso hacia atrás y miró el pañuelo ensangrentado en su mano. Lo dejó en la mesa y se acercó una vez más a Taehyung, quien retrocedió por reflejo. Jungkook, en respuesta, solo acortó aún más la distancia y extendió su mano sin guante hacia el rostro de Taehyung— bajo los lentes.

Taehyung se mantuvo inmóvil. Permitió que Jungkook le quitara los lentes, porque la magia que ocultaba su apariencia no estaba relacionada al objeto. No quería presumir, pero consideraba que sus reacciones a cada provocación de Jeon Jungkook hasta el momento estaban siendo adecuadas. No había caído en ninguna de sus trampas y planeaba que la situación siguiera inclinándose a su favor.

—Tiene unos ojos deslumbrantes, señor Ko.

—Muchas gracias —respondió, muy seco. Hizo ademán de quitarle a Jungkook los lentes, pero el demonio retrocedió un paso, casi saltando hacia atrás. Taehyung suspiró—. Le rogaría que me los devolviera, señor Jeon. Realmente no puedo ver nada si no los uso—eso era verdad. Sin los lentes, el mundo lucía como si lo viera a través de vidrio sucio. Era incómodo.

La mancha borrosa de cabellos negros que era Jeon Jungkook desapareció de su campo visual y Taehyung entró en pánico al sentir una presencia detrás de él. Afortunadamente, Jungkook solamente le colocó los lentes, aunque tenerlo en tal posición era más que inquietante para Taehyung. Su cuerpo y el de Jungkook debían estar separados por unos generosos tres centímetros, pero podía sentir esa respiración asfixiante en su cuello y espalda. Estuvo a punto de voltearse, pero un apretón firme en su hombro lo detuvo.

—¿A qué vino, señor Ko?

—A mi señora no le agrada el té de menta. Es lo único que he venido a informarle.

Los dedos presionaron más fuerte contra la carne de Taehyung. Le costó respirar.

—¿Qué le parece ayudarme a preparar el té otra vez, entonces?

—¿Qué le parece ayudarme a preparar el té otra vez, entonces?

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¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2025 ]

MATCH MADE IN HELL • KookTaeWhere stories live. Discover now