| T o r m e n t a |

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-¿Alguien? -murmuré, ronco.

El cocinero se encogió de hombros.

-Cuando salimos esta mañana para recibir las provisiones, ya estabas ahí. Como un saco mojado tirado en la entrada del restaurante más caro del East Blue.

Giré un poco la cabeza.
Estaba en el Baratie, el restaurante sobre el mar.
Vivo, por poco.

〔 Consejo del sistema: No discutir con quien cocina tu comida

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〔 Consejo del sistema: No discutir con quien cocina tu comida. 〕

-Gracias por ayudarme -alcancé a decir. La voz me salía quebrada, pero era sincera. Sin ese gesto, probablemente estaría flotando con los peces ahora mismo.

-El jefe quiere hablar contigo -dijo el cocinero de antes, sonriendo- No te preocupes, no parece de mal humor.

Me llevaron hasta él.
Allí estaba, apoyado en la barandilla del restaurante, y sosteniendo una pipa. Pierna de palo, cejas gruesas y mirada que te lee en dos segundos.

Zeff.

-Así que, tú eras el náufrago -dijo sin moverse- El mar tiene sentido del humor últimamente.

-¿Fui una molestia? -pregunté, directo. No me gustaban las deudas vagas.

-Tsk. Esta mañana hicimos las compras. No tengo necesidad de volver a tierra firme por ahora.

Eso era una indirecta.
Me enderecé un poco.

-¿Cuánto cuesta quedarme hasta entonces?

Zeff me miró de reojo, una sonrisa ladeada formándose bajo el bigote.

-Necesito un mesero temporal -dijo como quien ofrece sopa recalentada- Eres joven, de buen rostro y atraeras clientela. No te ves muy útil para cocinar, pero sabés caminar, ¿no?

-¿Cuánto tiempo?

Se rascó la barba.

-Hasta que tenga que volver a tierra firme.

Me quedé en silencio por un momento. Todavía tenía el cuerpo húmedo, la ropa algo pesada por el agua... pero en el fondo, no estaba tan mal. El bote se había ido, sí. Pero gracias al inventario, seguía teniendo casi todo lo necesario para sobrevivir. Comida, herramientas, algo de dinero. No estaba completamente indefenso.

Tenía que pensar rápido. No podía quedarme aquí por mucho tiempo.

Lo ideal sería convencer a algún cliente del restaurante... alguien que me llevara a la isla más cercana. Solo un pequeño favor. Podía mentir, dar unos pocos berrys o algo por el estilo.

Eso me permitiría salir sin enredarme con nadie, sin dejar huellas, sin correr el riesgo de alterar eventos importantes.

Lo mejor era mantenerme al margen. Ser discreto, lo más invisible posible. Y, sobre todo... no involucrarme con personajes clave. No crear lazos, especialmente con alguien como Sanji.

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