Capítulo IV

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Hay estaba, frente a su pesadilla y su sueño. En la entrada de la mansión Heartfilia había un letrero que en algún día lejano fue blanco puro, pero ahora se teñía de color café, que decía "Bienvenida, señorita". Cuanto habrán esperado, tal vez eso estaba desde antes de la muerte de su padre. Entró, y las cálidas sonrisas de siempre volvieron a mostrarse ante los ojos de Lucy. Veía las miles de cosas que se imponían ante sus ojos, recuerdos, responsabilidades.

Agradecía que sus espíritus la pudieran seguir acompañando para siempre, a pesar de que fuera injusto para ellos ser menos solicitados de lo normal, aunque tal vez la soledad los llamara por sí misma. Ahora era la dueña de aquella mansión, de su fortuna, volvía a ser la pequeña niña jugando a ser princesa. Lo primero que hizo fue entrar a darse un baño, lo necesitaba, estaba volviéndose loca en su interior y si no se relajaba, no sabía qué pasaría. Se vistió, otra vez con los vestidos largos que alguna vez le gustaron. Salió al jardín y se paró ante la tumba de su madre.

Lucy: Aquí estoy de nuevo, mamá. Volví a casa. Aunque...

Miró su mano. La marca del gremio al que soñó entrar desde niña, y lo logró, pero volvió al lugar donde solamente podía soñar e imaginar cosas que nunca pasarían. 

Mientras, en Fairy Tail

Natsu: Ah... ¡No puedo más! ¡Estoy lleno! (frotándose la barriga).

Happy: ¡Aye!

Ambos magos sabían que es lo que debían hacer después de comer, visitar a Lucy, ver si se encontraba bien, descansar allí un rato y volver a casa. Era su rutina. Pero lo que encontraron en la casa de Lucy los sorprendió, o mejor dicho, lo que no encontraron. Estaba totalmente vacío, a excepción de una pequeña carta tirada en el piso. Era la carta que le habían entregado a Lucy el día anterior, sin duda. Natsu la leyó, Happy comenzó a llorar.

Happy: Natsu... ¿No volveremos a ver a Lucy?

Natsu: No digas eso. La traeremos de vuelta, ¿sabes por qué?

Happy: ¿Por qué...?

Natsu: (le seca las lágrima a Happy con el dedo) Porque este es su hogar.

En la mansión Heartfilia

Lucy caminaba por los pasillos de la casa sin rumbo, viendo todo a su alrededor. De repente una luz dorada apareció ante ella, era Loke.

Lucy: Hey, ¿cuántas veces te he dicho que no salgas así? (ríe levemente)

Loke: ¿Dónde estamos...? ¿Qué haces vestida de esa forma? (la mira de pies a cabeza)

Lucy: Este Loke... Es mi hogar (pasando los dedos lentamente por la pared, aguantando las lágrimas)

Loke: ¿Perdón? No lo entiendo... Si incluso cuando tu padre aún vivía, no quisiste volver, ¿por qué ahora?

Lucy: Porque esto es lo que me corresponde, Loke. Al parecer nací para vivir sola en este gran lugar

Loke la quedó mirando un buen rato. Sus palabras eran fuertes pero un poco temblorosas, sus ojos estaban llorosos, tanto que las lágrimas en cualquier momento se asomarían. Obviamente Lucy no estaba feliz allí, pero algo la había convencido de abandonar lo demás. Sin decir nada más, se fue. La chica continuó acomodando sus cosas donde correspondía. Colocó sus ropas en los grandes muebles llenos de vestidos, y sus cosas de uso diario alrededor del cuarto. Por último sacó su preciada amiga, su muñeca, Michelle. La abrazó fuerte, al mismo tiempo mirando una foto de sus padres

Lucy: ¿Qué hago...?

Se recostó teniendo la muñeca entre sus brazos, aunque no llorando, no lloraría más. Cuando sus ojos estaban cerrándose, para quedarse dormida, desde fuera de escuchó un grito desgarrador para Lucy. Un grito fuerte, casi como el rugido de un dragón, y ese dragón buscaba algo que le "pertenecía", no se quedaría sin su preciado tesoro. Causando aún más el nerviosismo de Lucy, el grito se volvió a oír con aún más intensidad

Natsu: ¡¡¡LUCY!!!

No hay princesa sin dragónWhere stories live. Discover now