Capítulo III

5.2K 382 6
                                    

Cuando los magos volvieron al gremio todo marchó normal. Hambrientos pidieron a Mirajane un almuerzo abundante, y los disfrutaron, conversando y riendo. Luego Lucy casi se ahoga con la comida, había recordado algo. No sabía como lo pudo olvidar, si era tan importante, si era tan doloroso, sería la costumbre. Se paró, y miró todo el lugar, a todos los que estaban allí, cada lugar, cada rincón. Los recordaría. Miró a Happy, miró a Natsu... Los extrañaría. Avanzó lentamente hacia la puerta, y cuando la estaba abriendo sintió la voz de él.

Natsu: ¿Dónde vas, Lucy? (dice apenas, mientras come)

Lucy: ¿A dónde podría ser...? ¡A mi casa... idiota! Adiós

Natsu se paró rápidamente y la abrazó por la espalda. Sintió sobre sí un fuerte impulso, ese adiós fue tan corto y normal, pero a la vez tan profundo, como si fuera el último en la vida. Olió, olió un dolor inmenso. A Lucy se le apretó el corazón, ¿por qué todo se hacía cada vez más difícil? 

Lucy: ¿Qué quieres, Natsu? (fingiendo molestia)

Natsu: No sé... Quería despedirme bien (la suelta) Perdón

Las lágrimas amenazaban con salir, y Lucy no quería, no quería despedirse, y no lo haría. Se fue observando las calles de Magnolia que tanto le gustaba recorrer día a día. Llegó a su casa, y ordenó todo. Su ropa la guardó en grandes maletas, y las pertenencias en una carroza que la había venido a buscar. La casa se veía tan vacía, sin vida, le daba tanta nostalgia. Recordaba las veces que encontraba a sus compañeros ahí, y fingía enojarse, cuando en realidad estaba feliz. Tomó la última posesión que tenía en aquella habitación, su muñeca Michelle.

Lucy: Vamos hermanita, volvamos a casa.

No hay princesa sin dragónWhere stories live. Discover now