Violet solo quería estar con Newt, pero el Laberinto guarda un secreto más oscuro que los Grievers. WICKD no la envió para salvar a la humanidad, sino para completar su transformación convertirla en la Reina. Y la traición más dolorosa vendra de su...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Chapter Eleven: Teresa
Thomas, Minho, Sartén, Iván y otros chicos habían llegado al punto de encuentro en el bosque. Justo cuando estaban a punto de partir, Minho captó con el rabillo del ojo un leve movimiento entre los árboles. Instintivamente se detuvo, e Iván, notando su reacción, giró la cabeza en la misma dirección. Ambos observaron a Violet caminando hacia ellos con paso decidido. Iván le dedicó una sonrisa amistosa, mientras que Minho la miró con reproche al notar que no estaba usando el bastón para caminar.
—No -sentenció Minho antes de que Violet pudiera abrir la boca.
—No dije nada -respondió ella con un encogimiento de hombros, esbozando una sonrisa inocente.
Iván negó con la cabeza, mirando a los dos antes de volver su atención a su mejor amigo.
—Sabes que vendrá de todos modos —dijo Iván con resignación, observando a Violet—. Camina, se hace tarde.
Violet sonrió y avanzó junto al pelinegro, pasando por el lado de Minho con aire desafiante.
—Vamos, chino, te quedas atrás —se burló antes de empezar a trotar detrás de Thomas. Aun así, fue la última en salir, pues su pierna le dolía demasiado para mantener el ritmo.
Todos siguieron a Thomas, quien se dirigía a la zona donde el Penitente yacía atrapado entre los muros. Después de varios minutos de caminata, llegaron al lugar. Violet colocó una mano en el hombro de Iván para apoyarse mientras se acercaba al cuerpo inerte. La criatura estaba aplastada entre los muros, su pata robótica sobresalía de entre las entrañas destrozadas, creando una escena grotesca. Ante la imagen, todos expresaron su repulsión, pero Violet se quedó mirando fijamente algo que le llamó la atención: una luz roja parpadeante.
Sin soltar a Iván, se aproximó a Thomas y le tocó el hombro.
—Creo que veo algo... —murmuró, ladeando la cabeza.