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OHIO, 2019

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OHIO, 2019.

Patrick no recordaba la última vez que no sintió un declive emocional apoderándose de su cuerpo, haciéndolo retorcerse en su sueño y esperar por un fin que no llegaría.

Creía que lo trágico que le acompañaba y le acariciaba la mano cuándo él se esforzaba en soltarse, era parte de un castigo a los errores que alguna vez cometió. Quizá no debió haberse comido esa galleta y culpar a su hermana en su lugar, quizá no debió haber sido escurridizo y escaparse de casa cuándo sus padres le pidieron que no lo hiciera, quizá no debió ir detrás de esa chica en esa fiesta cuándo estaba haciendo flaquear un vínculo que importaba en realidad, quizá no debió besar a Art por primera vez en ese entrenamiento hasta tarde, quizá no debió tocarlo mientras le susurraba lo lindo que era, quizá no debió poner su corazón en una bandeja, quizá no debió dejarse llevar por sus emociones, quizá no debió decir lo que marcó a Devine, quizá no debió arruinar a Tashi, quizá no debió haber decidido alejarse de sus padres en primer lugar, quizá debió dejar el tenis antes de que todo colapsara cómo lo hizo. Quizá, Patrick no debió actuar y dejarse llevar en realidad. Quizá, todo lo que tocaba estaba destinado a romperse así tal cuál, como ahora mismo estaba quebrándose en las sábanas de un motel que ya no podía seguir pagando.
El 'quizá' lo atormentaba más de lo que quería. Intentaba esconder los restos de esa palabra y seguir con su vida, reinventarse y pretender que su cabeza no estaba debajo de un mar de tristezas que aún no quería entender. Sabía que no podía borrar las cosas que había hecho y las consecuencias que las mismas trajeron, pero la culpa se arremolinaba en su pecho cuándo los cigarrillos se agotaban y el dinero ya no alcanzaba ni para el licor más barato.

Algo dolía en su pecho pero no se atrevería a admitirlo del todo. Era más fácil elegir a una chica joven en algún bar cuándo los torneos no iban tan bien, enrollarse en piernas ajenas, robando unos cuántos gemidos y besos, y fingir que su piel no dolía cuando esas manos pasaban por su piel, en un intento de memorizar las pecas que le cubrían aún si él quería que las olvidaran para que así no regresaran. A veces, una mirada al espejo bastaba para que su fachada se cayera y quisiera volver a casa, pero no a esos padres, no a esa vida. A casa, con Art, con Tashi, con Devine; en la academia, en esos dormitorios, en la cancha.
Se sentía atrapado en los pocos recuerdos que ya no sabía si eran una realidad o un desesperado acto de su cabeza por pretender que había de lo que alguna vez existió. Esos años lo tenía estancado, atado de una manera que ni siquiera las palabras llegarían a explicar del todo.

Su cabeza dolía, producto del vodka corriente que ardía en su garganta y de los tantos cigarros que agotó después del clímax de una mujer que no conocía. Patrick susurró entre su respiración que buscaba algo de dinero y no algo que pudiera quitar el tiempo que usaba para derrochar lágrimas en memorias y gotas de sudor en la cancha; un compromiso, eso era lo que menos necesitaba. 200 dólares quedaron sobre el mueble de la habitación y una sensación de disgusto le invadió. Quizá había sentido pena por él, o asco, o simplemente Patrick funcionaba como un acompañante nocturno por la desesperación de tener un lugar dónde pasar sus noches. Una mano bastaría para que su padre se doblegara, pero los pensamientos en su cabeza le retenían. El rencor, el poco coraje y el orgullo derrochando.

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⏰ Last updated: May 03 ⏰

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