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STANFORD, 2008

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STANFORD, 2008.

"Son cómo la pareja de oro."

Las palabras fueron suficientes para hacerla salir del trance, un ceño fruncido se dibujó en su rostro que ahora parecía un poco apático. "¿Perdón?"

Una pequeña risa salió de los labios de su compañera, quién tenía la mirada fija en el libro frente a ella mientras movía su muñeca, subrayando lo requerido. Devine estaba sobre su cama, piernas — apenas cubiertas por un short, apoyadas en la pared. Su pecho subía y bajaba debido a su lenta respiración mientras que sus dedos delgados se enredaban entre sí, jugando nerviosamente con ellos. El calor del dormitorio resultaba insoportable, casi asfixiante. Quería quejarse en voz alta pero no serviría de nada; no bastaba con tener las ventanas abiertas sabiendo que el olor a humedad predominaba más que nada. Asqueroso. Era inevitable no preguntarse cómo el aire acondicionado podía ser tan malo en los dormitorios. En especial en un mayo cómo aquel.

"Tú y Patrick." Sophie volteó a verla. Podía notar que detrás de esos anteojos azules, había una mirada juzgona, ni siquiera de orgullo o algo similar. Sophie era así, demasiado expresiva para su propio bien. "Jamás creí que saldrías con él. Después de lo de, ya sabes... tu novia." Ese tono burlesco era el que ella tanto odiaba. Un fanfarroneo que colaba en su ser pero aún así, limitaba a reírse nerviosamente o gruñir por lo bajo.
Sí, era consciente que su relación tomó por sorpresa a todos, incluyéndose a sí misma. No se había visto con Patrick cuando recién lo conoció, ni mucho menos cuando acabaron besándose unos meses después o follando en la parte trasera de su auto. Le tomó desprevenida acabar gimiendo un "te quiero" y que este fuese recíproco, que cuando las estocadas eran violentas y sólo el sonido de sus respiraciones mezclados con las pieles chocando inundaban el auto de Patrick, ambos empezaran una relación. A veces, Devine quería ignorar el tema, era lo mejor la mayor parte del tiempo. Pretender que el vínculo entre ambos no había dado un paso más, que sólo eran encuentros casuales pero nada de eso se habría estancado en esa definición cuando veía los ojos de Tashi siguiéndola en la cafetería, curiosos y quizá, llenos de algún trazo de resentimiento. No la culparía por ello. Un rastro de culpa aprisionando su pecho, cómo si era a ella a quién le debía una explicación, como si antes de enrollarse con su ex novio, hubiese tenido una relación con ella.
Enterrar e ignorar lo que sentía por Patrick tampoco era una buena idea después de todo. Ella lo quería, eso era casi imposible de esconder debajo de una alfombra. Era obvio en la forma en la que sus dedos rozaban con su piel, tan delicada y cuidadosa; cuando le sonreía de la manera más dulce, como si aquella sonrisa sólo estuviese reservada para él y nadie más. Pero aún con ello, con todo el amor entre sus delgadas manos, no serviría de nada. No reviviría la carrera de Tashi y ninguno de los dos obtendría el perdón divino que de alguna manera le atormentaba.

"Ya te he dicho que no la llames así, Sophie." Respondió, irritada. "Yo no le debía ningún duelo y Patrick ya tenía problemas con ella, era inevitable."

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