❛͏ ͏ ͏ ͏Everything is about sex, except sex, which is about tennis.͏ ͏ ͏ ͏❜
Dev nunca creyó tener que encontrarse cara a cara con las personas que cambiaron toda su trayectoria, que la hicieron ascender pero también estampar contra el pavimento.
Po...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
STANFORD, 2008.
Duncan contuvo la respiración cuándo las palabras se deslizaron de sus labios, cuidadosas y delicadas. Sus ojos, ansiosos, miraban de manera detenida la imagen que tenían frente a ellos; la pintoresca escena de un chica intentando mantener sus sentimientos en control. Aquella de unos hombros ligeramente encorvados, su mirada enterrada en el bowl de avena sobre la bandeja roja y sus manos quietas en la madera de la mesa.
Estaba tentada a hablar de nuevo, al menos para ser escuchada una vez más y que su voz ronca se grabase un poco más en los fragmentos de los pensamientos que corrían por esa pequeña cabeza que ansiaba por analizar.
No había sido fácil llegar a esa conclusión, no después de los acontecimientos que giraron en torno a ellas. Suponía que dentro de la normalidad de las emociones que algo así puede producir debería estar el enojo, quizá un poco de ira de por medio; resentimiento, envidia. Para ella, aferrarse a ello era colocar una soga sobre su cuello, caminar a ciegas hacía la hoguera de una perdición sin salida alguna. Si lo pensaba detenidamente, con la cabeza fría y un poco más calculadora de lo que parecía, era bastante tonto dejar ir un potencial por las migajas de una relación que, aún si sonaba egoísta, no tenía un futuro por delante.
Al menos eso era lo que las voces susurraban, lo que su oído tragaba y su mente terminaba por procesar.
Patrick era autodestructivo, una bola de fuego y emociones que no quería tener una correa alrededor de su cuello, la idea de una voz al mando que le dijese que era lo que necesitaba para brillar era cómo romper su ego y fachada de macho, esa que luego resultaba inútil a sus alrededores. Y Devine... ella era diferente. Había un hambre que podía ser detectada con facilidad. Yacía sobre su pellejo cada vez que ganaba un partido, sosteniendo con fuerza y orgullo algún trofeo, dientes rozando una medalla. En aquella mujer existía un deseo incontrolable que un hombre como Patrick Zweig no podría ser siquiera capaz de llenar, de satisfacer. Y era algo que solía pensar, que mantenía arremolinándose en su cabeza cuándo compartía esas conversaciones con Art, dónde el rubio asentía su cabeza en una especie de intención de querer comprenderla, aún cuando ella sabía que no lo haría.
La diferencia entre Art y Devine, es que él era capaz de cumplir lo que se le pidiera, sin importar qué; de seguir sus pisadas aún con más desquiciadas que fueran, de rodar sobre su espalda y hacer todo sin rechistar. Existía un plato sobre la mesa con un nombre en la porcelana blanca y era el de Art. Si Tashi tiraba alguna rama delgada, él iría por ella. Tashi era una especie de dios ante sus ojos azules, casi similares a los de un cachorro; Tashi significaba una presencia celestial, la que podría tirar del cuello de su camiseta y él no se quejaría. En sus adentros, sabía que ella era tan parecida a Patrick, quizá por ello se aferraba a la idea de mantenerla a su lado. Patrick era así, llevando el control cuándo él sólo sabía caer otro poco más. En realidad, Art no tenía el coraje de tomar las riendas de su vida, de decir que, a veces, ella era más cruel de lo que él podía soportar.