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Pequeña advertencia: El capítulo contiene palabras altisonantes y lenguaje de índole sexual. Lea con precaución.
Mención ligera de violencia.




 Mención ligera de violencia

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Invierno, 2008.

"¿Aún duele?"

La pregunta salió suave de los labios de Devine.

Ambas estaban recostadas sobre el pequeño colchón individual de la habitación de Tashi. Las ventanas estaban cerradas y la brisa del invierno las golpeaba, lo suficiente para que ambas se quedaran allí, abrigadas y compartiendo palabras que acababan en un susurro amortiguado por el sonido que hacía el viento.

Los días pasaron tan rápido como las hojas de los árboles cayeron. Las canchas de tenis fueron cerradas, los exámenes finales acabaron de martillar sus cabezas y estaban tan pronto de regresar a las fogatas que les esperaban en sus hogares, aunque Devine no estaba tan segura de ello aún.

La cabeza de Tashi se movió, sus mechones negruzcos siguiendo el movimiento. "Sólo cuando me esfuerzo de más."

Había algo en en ella que aún pesaba con la culpa; ese sentimiento que le carcomía no importase que tantas veces haya escuchado a la chica decir que no podía arreglar el pasado. Sabía que no era la única que se sentía de esa forma, sabía que no era la única que añoraba y extrañaba lo que ya deberían dar por muerto.

Sus dedos se enroscaron en las mangas del viejo suéter que alguna vez fue de su madre mientras sus ojos vagaban alrededor del dormitorio, como si quisiera memorizarlo a pesar de haber pasado incontables días allí. Encontraba una familiaridad en él aún si es algo que no diría con tanta libertad.
Quizá se trataba del aroma femenino que le inundaba, ese tan peculiar que relacionaba con Tashi o, quizá las fotografías enmarcadas que descansaban sobre su escritorio. Era una Tashi diferente; más sonriente, más llena de vida. En una, estaba con su padre mientras sostenía el trofeo del Junior US Open. Esa noche de la que Devine alguna vez hizo preguntas pero jamás consiguió respuestas. Llevaba un precioso vestido azul y su cabello parecía aún más largo, estaba cuidadosamente alaciado, como una princesa, de esas que sólo uno soñaría de niño soñaría con ser. Con ello en mente, le resultaba irreal lo bonita que era, el cómo podía cautivarla con facilidad. Veía y veía, y sólo encontraba una imagen de Tashi que extrañaba, aún si no la conocía. Era una versión que la llenaba de nostalgia, como si esa fotografía mostrase una vida completamente distinta a su línea temporal actual.
En otra foto, estaba con un pequeño cachorro. Dev no preguntó el nombre o si siquiera el can seguía con vida, pero asumió que era más que importante para ella. No pudo evitar preguntarse cómo sería haber formado parte de su vida antes de Stanford, que tán diferente hubiesen sido las cosas si ella no hubiese sido con quién se cruzó al inicio del semestre sino una amiga fiel de la infancia. Quizá pudo haber evitado que conociera a Art y a Patrick, quizá el destino hubiera sido desviado, quizá aún jugaría, quizá ahora serían algo más y quizá su carrera estaría enterrada mientras la de Tashi iba en ascenso. Las meras posibilidades de algo alterno a su realidad sólo le hacían divagar, imaginarse una vida dónde sería elegida desde el inicio por ella. Y era un pensamiento que no sabía dónde dejar, dónde guardar. Todo aquello le murmuraba por las noches, cuándo su único consuelo era el sonido que hacía su ventilador en el techo o las diminutas gotas que caían del agua del grifo de su baño. Creía que algo en ella buscaba remediar algo que no rompió, porque si era sincera, se sentía como una maldición de la que no lograría deshacerse hasta que alguien pudiera callar las voces mártires de su cabeza.

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