❛͏ ͏ ͏ ͏Everything is about sex, except sex, which is about tennis.͏ ͏ ͏ ͏❜
Dev nunca creyó tener que encontrarse cara a cara con las personas que cambiaron toda su trayectoria, que la hicieron ascender pero también estampar contra el pavimento.
Po...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
STANFORD, 2008.
Otoño.
La misma pesadilla se repetía como una especie de bucle. La sensación no cambiaba, por más que deseara que lo hiciese.
Sus rizos rubios se adherían a su frente, resultado de un sudor frío que sólo le atormentaba en mañanas como esas. Sus labios dejaban salir pequeños gruñidos, unos que sonaban más cómo productos de un forcejeo imaginario con las imágenes de su cabeza.
Estaba confundido, estaba asustado.
Era igual. Veía esa misma imagen de una persona que solía conocer. Una silueta masculina; rizos azabaches cayendo sobre su rostro lleno de diminutas pecas, labios formando una sonrisa que reconocería en cualquier lado sin siquiera dudar. Su mano se levantaba y decía algo parecido a un 'adiós.' Aunque quisiera correr en su dirección, sus piernas sólo amenazaban con fallar. Lentas, incapaces de despegarse del frío concreto que le aprisionaba. Existía una sensación de desesperación calando sus huesos, transformándolo en un chico con la ansiedad recorriendo cada parte de su piel, uno que tenía una insaciable necesidad de poder sostener a esa figura cerca de su cuerpo. Intentaba gritar pero nada salía de su garganta, ni siquiera un mínimo sonido que indicase que se esforzaba en querer accionar.
Las lágrimas empezaban a acumularse en las esquinas de sus ojos. Su propio cuerpo comenzaba a temblar. Y no sabía qué hacer para detenerlo, no sabía qué poder divino le haría alcanzarlo cuándo ya estaba huyendo. Escuchaba su propia respiración irregular pero no había nada más que eso, ningún otro sonido pudiese ser percibido en la magnitud de distancia entre ellos. Un largo pasillo que quería acortar, que necesitaba hacer más diminuto y atravesarlo sin preguntar, sin avisar.
La imagen empezaba a tornarse borrosa, difícil de distinguir. Personas salían de la nada. Una muchedumbre que por más que se movían como rebaños, no podían siquiera empujarlo cerca a quién estaba partiendo. Gruñía, un ceño fruncido adornando y dando una cereza a la frustración que era cada vez más evidente. Las mismas personas golpeaban sus hombros con los suyos y él seguía sin inmutarse, no se le permitía. Algo ardía en su pecho al verlo alejarse cada vez más, no podía llegar a distinguir las palabras que ese chico decía, pero había algo en él que no podía permitir dejar ir. No quería soltarlo, no podía. Pero sus tobillos no se movían por más que los arrastrara, sus extremidades no respondían y su tráquea comenzaba a picar. No importase que tanto intentara dejar aún lado el peso que su cuerpo iba cargando, este no le permitía avanzar. Pero le otorgó un llanto incontrolable. Gemidos inundaron la habitación que pasaba de ser blanca a oscura mientras la silueta se desvanecía, y Art no sabía qué más hacer.
Hasta que las cadenas ya no le mantenían quieto.
Hasta que ese hombre desapareció. Y sus piernas habían respondido pero era demasiado tarde.