Suguru Geto, aclamado por los dioses como el más hermoso y deseado, y Satoru Gojo, el más fuerte y hábil de todos, bendecido por la diosa de la sabiduría.
Se enamoraron profundamente y formaron una familia. Sin embargo, un acontecimiento trágico los...
Satoru y Yuta lograron convencer a los otros tres de que les permitieran pasar.
Ni ellos mismos supieron cómo lo lograron, pero no iban a quejarse por ello.
Al llegar ante el rey Naobito, Satoru avanzó con confianza.
—Disculpe, su majestad, mi nombre es Satoru Gojo, vengo del extranjero —se presentó con elegancia—. He venido con un consejo.
Señaló con sutileza hacia afuera.
—Mire el campo, los hombres que pelean desatarán un caos si no se hace algo. Pero tengo un plan, algo que podría funcionar. Sé cómo mantenerlos bajo control.
El rey, intrigado, asintió.
—Te escucho, prosigue.
—Gracias, alteza —Satoru hizo una leve reverencia antes de continuar—. Para evitar el escándalo, propongo un juramento.
—¿Un juramento? —Naobito alzó una ceja.
—Sí, su majestad. Que todos los pretendientes juren ante los dioses que, sin importar quién sea elegido, protegerán el matrimonio de la señorita Maki.
El silencio llenó la sala por unos instantes.
—De este modo, todos ganan —explicó Satoru con una sonrisa—. Todos desean una oportunidad con Maki, y solo aquellos que hagan el juramento podrán aspirar a su mano.
El rey sonrió, complacido.
—Un hombre de razón, qué bien. Espero que tú también hagas el juramento.
Satoru inclinó levemente la cabeza, con una mirada traviesa.
—¿Por usted, alteza? Por supuesto. Nadie sabe lo que el futuro nos depara.
Maki, Suguru y Haibara observaban desde la distancia, lo suficientemente cerca para escuchar cada palabra.
Haibara y Suguru compartieron una mirada de asombro.
—¿Quién es ese hombre? —preguntaron al unísono.
Suguru tuvo que fingir desconocerlo.
—¡Míralo, persuadiendo a mi tío como si nada...! —exclamó Maki pareciendo entusiasmada —Ya he tomado mi decisión —anunció con firmeza, caminando hacia Satoru y su tío—. ¡Eres el indicado, Satoru! Tú eres a quien quiero.
El albino sonrió con calma y, con suavidad, tomó los hombros de Maki para que volteara a ver a alguien más.
—Oh, pero Maki, escúchame... —susurró con dulzura—. Yuta es el indicado para ti.
La joven frunció el ceño.
—¿Qué?
Satoru no le respondió. En cambio, pasó de largo, dirigiéndose directamente a quien realmente había elegido.
En su mano, sostenía una manzana roja.
Suguru Geto, de largos cabellos azabaches, mantuvo la mirada baja, inseguro. Parecía triste... hasta que Satoru se la entregó.
Por un instante, Suguru contuvo la respiración.
El me escogió. Me eligió.
Su corazón latía con fuerza, y sin dudarlo, aceptó la manzana. Una sonrisa sincera se dibujó en su rostro, y sus ojos brillaron con emoción.
Satoru lo observó fascinado.
Qué suerte tenía...
"Me eligió."
Ambos pensaron lo mismo al mirarse a los ojos.
.
.
.
Esa fue la razón por la que Satoru no llevó ningún regalo. Desde el inicio, tenía un objetivo claro.
El tiempo pasaba, y pronto sería rey. Sabía que debía encontrar una pareja fiel, alguien digno de estar a su lado.
Mientras todos codiciaban a Maki Zenin, él buscaba a alguien más. Más inteligente. Más audaz.
En algún rincón de aquel castillo, había alguien para él. Alguien por quien daría el mundo.
Suguru Geto.
El único que elevó su corazón. El único que le hizo sentir como si el infinito rugiera.
Desde el primer momento, fue por él. Por eso guardó su virginidad todo este tiempo porque solo existía una persona digna.
El chico más inteligente que había visto.
Articulado. Sereno. Ingenioso.
Lo que siempre soñó.
Y mucho antes de que volvieran a encontrarse, ambos se hicieron la misma pregunta en sus mentes:
¿Dónde está?
¿Dónde está el hombre que te tomará en matrimonio?
¿Dónde está?
¿Dónde está el hombre con quien pasarás tu vida?
Pero cada duda se disipó en el momento en que Suguru caminó hacia el altar.
Su matrimonio siendo bendecido por la diosa Yuki...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.