Epílogo 1/2

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Meses después

Kendall entró hecha una furia a la oficina de Louis sin previo aviso. En una de sus manos llevaba pedazos de madera astillada que en sus mejores tiempos habían formado un violonchelo, y en la otra, el arco quebrado por la mitad. — ¡Si crees que yo estoy rabiosa, no has visto a Gilbert! — Con un cuidado incomprensible para un instrumento destrozado, Kendall colocó los pedazos en la mesa más cercana, ganándose toda la atención de su castaño amigo. —No quiere al demonio más en sus clases. Y yo estoy de acuerdo con él. ¡Esa pesadilla ha pasado casi por todos los talleres y ningún profesor lo ha soportado más de una semana! ¡Tienes que expulsarlo, Louis, ésta vez ya se pasó!

— ¿Qué ha ocurrido? — Preguntó con toda la paciencia que pudo reunir.

—Pues que estaban en clase, todo normal. Hasta que empezaron a practicar. El demonio no tiene talento ni para pasar a otra cuerda en un golpe de arco, y un compañero se burló de él. ¡Se le fue encima como animal, yo estaba ahí, me tocó ver todo el escándalo! Éste violonchelo no fue el único destruido, ¡nadie los pudo separar por unos minutos, hasta que intervino Joshua!

—Bien. Te ves alterada, ¿quieres un té? — Louis volvió a sumergirse en la pantalla de su laptop, como si nada —Por un par de violonchelos rotos no vamos a expulsar a nadie. Es un verano al año Kendall, luego vuelven a la casa hogar, somos lo único que tienen, tenemos que ser un poco tercos en su educación.

— ¡Ese chico es un demonio! —Kendall apoyó las manos en su cintura —Louis, tú sabes bien que no todos tienen talento o inclinación hacia el arte. Éste jovencito es una clara muestra de ello, y tampoco le interesa. ¡Puedes aprovechar su lugar para alguien más!

Louis siguió tecleando.

—Debemos encontrar la manera. Le gusta el rock y metal. Sobre todo las bandas clásicas — los ojos azules se apartaron de la pantalla y sondearon a su amiga de pies a cabeza — todavía creo recordarte con unas playeras de Pink Floyd y otras de Iron Maiden. Si vuelves a recibirle en tus clases de pintura y te basas en esa referencia... podrías lograr algo diferente.

Kendall le miró desconfiada.

—No estoy tan segura.

—Sólo queda una semana. ¿Podrías intentarlo? ¿Por favor? — Ella bufó, y Louis sonrió, porque sabía que había logrado convencerla.

— ¡Está bien! ¡Pero si no funciona, el próximo verano no lo quiero conmigo!

—Esperemos que no — mordió su labio inferior, soñador — esperemos el próximo año ya haya encontrado una familia.

Kendall asintió, aunque no compartía la opinión.

—Ya no es ningún niñito, y su personalidad es bastante complicada. ¿Sabes el número de ocasiones que ha sido regresado por familias funcionales?

—Cuatro — respondió ipso facto — No me rendiré con él. Es mi primer verano. No soltaré tan rápido la toalla, ni con él, ni con nadie. — Finiquitó solemne.

Además, ya había tomado una decisión al respecto.

Anochecía cuando entró a su habitación. Vio ropa arremolinada en la amplia cama, y la puerta que colindaba a la recamara de la bebita, entreabierta. Sonrió masajeándose los hombros. Había sido un día pesado. Louis se desnudó lentamente, caminando con pesadez hacia el baño; abrió la puerta, alguien más estaba tomando una ducha. El vapor lo tranquilizó, el delicioso aroma del shampoo, y el sonido del agua cayendo, impactándose sobre una sólida y morena figura.

— ¿Te importa si compartimos la ducha? — Inquirió el castaño en voz alta. La silueta grande del moreno giró y limpió con su mano el vaho que se impregnaba en el cristal transparente de la mampara. Sus ojos se encontraron, le recorrieron por un segundo. Javvad deslizó la puertecilla.

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