Capitulo 19

2.4K 232 86
                                    

Apenas una hora recorrieron las manecillas del reloj que estaba postrado sobre la pared de la entrada y Louis abrió somnoliento el par de hipnotizantes ojos, enfocando a Varek. Su cuerpo se tensó y aunque aparentó bizarría, por dentro la angustia y temor comenzaban a agobiarle. 

―¿Qué pasó, dónde está Kim? – Le cuestionó con la mirada gacha, Varek sonrió interiormente y tomándole por los cabellos le incorporó para observarlo a distancia corta, muy corta. 

―¡Ya debería acostumbrarme a tu nula cortesía, a pesar que la última vez que nos vimos me amenazaste con mi bisturí, aún así, te atendí y ayudé a reestablecerte y ni así me lo agradeces, en cambio me preguntas por tu asqueroso amante! – Le reprochó uniendo su frente a la del menor, cuyos ojos parecían huir en cualquier momento de sus cuencas.

―¡No es mi amante! – Susurró intimidado por la proximidad del médico qué bastante ocupado contemplaba el angélico rostro. Louis, trató de moverse hacia atrás pero las fuertes manos de Varek se lo impidieron ― ¡Quítate! – Le exigió al percatarse que rápido y silencioso había trepado a la camilla y acomodándose entre sus piernas se encontraba.

―No, nuestro día apenas comienza, y ésta vez no podrás huir, he guardado todo instrumento cortante – Le advirtió al oído mientras lamía su lóbulo.

Para su mayor desosiego Varek le empujó hacia la camilla y su cabeza se hundió en la esponjosa almohada, anulando el que pudiese haber sido un fuerte golpe.

Con el terror exclamado en toda su cara y la mandíbula temblando de miedo Louis balbuceó atolondrado: 

―¿No ha sido suficiente todo lo que hiciste conmigo?, ¡Para ya de fastidiar! ― Gritó. El medico lo miró seriamente y por un momento Louis pensó que por fin sus palabras habían tocado el rabioso corazón. 

―Sólo una vez pude hacer de ti lo que quise, al borde de perder el control, pero lo hice. Ahora me doy cuenta que no podré lograrlo otra vez, que no volveré a jugar contigo – Se inclinó hasta rozar sus labios contra la jugosa boca escarlata de Louis y apenas conteniéndose de probar su dulce néctar y morderlos hasta hacerlos sangrar continuó hablándole áspero – ... Esta vez llegaré al final, ¿sí eres la ramera de sabrá dios cuantos prisioneros, entonces por qué no puedes ser mío también? – Su voz se volvió inusual ― ¡Ya no me importa caer bajo tus encantos y que al final termine siendo yo el usado, lo único que deseo es poseerte en este mismo momento, poseerte hasta quedarme seco! – Y antes de darle oportunidad de replicar, selló sus palabras con un asfixiante beso.

Exasperado, Louis manoteó y sólo consiguió que la gruesa aguja del suero que atravesaba la piel de su mano uniéndose con la vena saliera bruscamente provocando un ligero dolor y una sucesión abundante de sangre que al poco rato cesó. Pero su sorpresa se volvió incredulidad cuando después de robarle el feroz beso, el médico bajó de la camilla acomodando su bata y sonriéndole fugaz. Se acercó al depósito de agua y llenó la cuarta parte de un vaso desechable.

Retornó a con el paciente que se había convertido en su esclavo y sacó del bolsillo un pequeño frasco de cristal; lo abrió y vació su incoloro contenido. Louis miraba la escena, perturbado y expectante.

―Tómalo – Le ordenó tendiendo el vaso cuya sustancia extraña merodeaba en el interior. Louis se rehusó, observando desconfiado el agua y a Varek.

―¡¿Qué le has puesto?! – Inquirió al borde de perder los estribos.

―Es una sorpresa, bébelo y lo entenderás – Dijo ansioso pero Louis no pensaba acatarle, negó rotundamente.

La paciencia se agotó y Varek, enojado se acercó hasta Louis obligándole a abrir la boca para que así tomara un buen sorbo, sin embargo, Louis, más molesto que temeroso le escupió en pleno rostro hasta la última gota y no satisfecho, de un manotazo arrojó el vaso que Varek sostenía hacia el suelo.

Prison loversWhere stories live. Discover now