Bajé a desayunar y me encontré a Gema sola en una mesa, bebiendo un vaso de leche. Cuando me vio dejó el vaso en la mesa y corrió a mis brazos, lo que fue gracioso porque tenía leche por encima del labio como si fuera un bigote.

Desayuné aunque no tenía mucha hambre y le dije que me iba a mi casa a visitar a mi familia. Ella frunció sus pequeñas cejas rubias.

- No te vayas, Darwin. Quiero estar contigo. ¿Puedo irme contigo?

Me lo pensé. ¿Y si nos pasaba algo y también se llevaban a Gema? Luego la miré y ella estaba poniendo esos ojitos a los que nadie se podía resistir y me ablandé.

- Vale -accedí -, pero tenemos que dejar una nota a tus padres para que no se preocupen.

Gema se puso a dar saltitos alrededor de la mesa en la que estaba sentado y yo me reí. Me encantaba esta niña, aunque era un terremoto.

Salimos del castillo y caminamos por el camino de piedra que llevaba a la aldea donde estaba mi casa. Como Gema se cansó pronto, me tocó llevarla en brazos, aunque no pesaba demasiado. Llegamos a mi casa quince minutos después y toqué a la puerta.

- Hola, mamá. -saludé cuando esta abrió la puerta.

- ¡Darwin! -me rodeó con sus brazos fuertemente y pude inspirar el olor a vainilla de su pelo oscuro. Al separarse de mí se fijó en Gema, que se estaba abrazando a mi pierna por detrás porque, al parecer, tenía un poco de vergüenza- ¿Y esta criatura quién es?

Gema perdió la vergüenza en dos segundos.

- Soy Gema Greengrass, de Eldim. -dijo alargando la mano.

Mi madre hizo caso omiso de su mano extendida y la abrazó como si ella también fuera su hija.

- Qué mona eres -observó dándole un apretoncillo en la mejilla-, supongo que eres una de los hijos de los reyes de Eldim?

- La pequeña. -contestó Gema, orgullosa. Yo sonreí con un poco de tristeza, porque me había acordado de Rose.

Mi madre hizo un gesto para que entráramos y cuando se dio la vuelta, Gema me levantó el pulgar, como diciendo que le había gustado mi madre. Yo me reí en silencio.

- ¿Queréis algo? -preguntó mi madre desde la cocina.

- ¿Tenéis chuches? -los ojos de Gema brillaron por su idea.

Pude oír a mi madre reír desde la cocina mientras le sacaba un platito con golosinas a Gema. Ella siempre había querido tener una niña, pero después de mí ya no pudo tener más hijos. Por la mirada que tenía en su rostro, ya adoraba a Gema.

- ¿Qué tal todo? - me preguntó mi madre,mirándome con esos ojos oscuros, iguales a los de mi hermano Peter- He oído que ha desparecido la heredera de Eldim.

Le echó una mirada a Gema, que se encogió en la silla.

- Mi hermana mayor -dijo con la voz temblorosa-, se llama Rose. Pero la vamos a encontrar.

- Seguro que sí, cariño -la tranquilizó mi madre, aunque no sonaba como si lo pensara de verdad. Yo no dije nada porque si hablaba de Rose mi madre se daría cuenta de que me preocupaba más por ella de lo normal y no quería decirle ahora mismo que ella era mi novia.

- Voy a subir a mi habitación a por un poco de ropa. -informé a mi madre.

- De acuerdo -contestó- pero prométeme que te quedarás con nosotros algunos días.

Asentí porque la echaba de menos, a ella y a mi padre. Debe a Gema con mi madre y subí las escaleras de madera. Cuando abrí la puerta de mi habitación, Peter estaba tumbado en mi cama.

Frozen fireWhere stories live. Discover now