Capítulo 1

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P.O.V. Rose

Nada más abrir los ojos me di cuenta de algo : estaba en una habitación que era desconocida para mí. Las paredes eran de un azul oscuro intenso, los muebles de madera y las sábanas de la cama donde estaba tumbada eran doradas.

De lo segundo que me di cuenta fue que no me acordaba de absolutamente nada. Cada vez que intentaba recordar algo, la cabeza me empezaba a doler como si alguien me estuviera pegando con un martillo. Ni siquiera sabía como me llamaba.

Me levanté de la cama intentando tranquilizarme, sin éxito. Llevaba puesto un camisón de seda blanco. Lo toqué mientras pensaba si sería mío o no. Tampoco me acordaba. Apoyado en un armario, había un espejo del tamaño de una persona con un marco dorado muy elaborado. Me acerqué y me enfrenté a mi propio reflejo.

Los ojos que me devolvieron la mirada eran dorados y grandes, casi con un toque felino, que parecían combinar con la decoración de la habitación. La cara era preciosa, de una manera dulce y suave. Pero sus labios carnosos estaban estirados en una mueca asustadiza y los ojos reflejaban la ansiedad que yo sentía. Esa era yo.

Me tranquilizó un poco mirarme en el espejo, ya que al menos mis rasgos me sonaban. Era como sí me hubiese despertado de un sueño y se me hubiera olvidado, pero luego ver algo y que te acuerdes de un trozo. Así me sentía.

Tocaron a la puerta y en el tiempo que la abría me dio tiempo a agacharme detrás de la cama para que no me vieran.

- ¡Nadia! -llamó una voz de chica- ¿Nadia estás ahí?

¿Se refería a mí? ¿Me llamaba Nadia? No me sonaba en absoluto ese nombre. Levanté un poco la cabeza para echar una mirada a la chica. Llevaba ropas oscuras y podía atisbar una trenza negra. No me arriesgué a mirar más arriba por sí me descubría.

Cerró la puerta detrás suyo y suspiré aliviada, pensando que se había ido. Mi alivio duró poco, ya que se escucharon unos pasos y se plantó delante mío. Debía de parecer ridícula, sentada en el suelo de madera y ella mirándome desde arriba, con interés.

- ¿Quién eres? -mi voz fue apenas un susurro tembloroso- ¿Por qué estoy aquí?

La chica no era muy agraciada de cara, pero sus ojos eran de un intenso color violáceo, que hacían más interesante sus rasgos. Me sonrió con cariño, aunque en sus extraños ojos brilló un atisbo de algo que no llegué a comprender. Mi instinto desconfió de ella.

- Soy tu hermana, y estás en tu habitación descansando por el accidente.

Sus palabras permanecieron en mi mente mientras me ayudaba a levantarme y a sentarme en la cama. ¿Mi hermana? ¿Accidente? Creo que me estaba mareando.

- Nadia, te caíste por las escaleras y te golpeaste en la parte trasera de la cabeza, casi en la nuca -me apartó el pelo del cuello y me tocó un punto encima de la nuca, donde había una gasa. Su toque hizo que me ardiera de dolor-. Te golpeaste tan fuerte que Padre y yo pensamos que te habías muerto. Ha estado muy preocupado desde entonces.

Se me llenaron los ojos de lágrimas. No siquiera me acordaba de mi propio padre y mi supuesta hermana era una completa desconocida para mí.

- ¿Por qué no me acuerdo de nada?

- El médico dice que tienes amnesia.

Sus palabras cayeron como un balde de agua frío en mi cabeza. ¿Amnesia? No, no podía tener amnesia. Necesitaba acordarme, tenía que acordarme de... ¿De qué? No lo sabía, pero había algo allí que fallaba. Como si tuviera que acordarme de algo muy obvio, pero hubiera algo que me lo impidiera. Sacudí la cabeza, quitando lo que fuera que me estuviera molestando.

Frozen fireWhere stories live. Discover now