21. Confío en ti

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Mi camino de vuelta lo hice tal y como había hecho en la ida, solo que a la inversa. Caminé entre muchísimos pasillos hasta llegar a la puerta. Ahí pude ver el coche en el que había venido, con Saúl dentro. Me metí intentando darle una sorpresa:

-¿Qué tal me ha salido? -Tras preguntarle esto me acerqué a sus labios y darle un pequeño beso.

-La verdad es que bastante bien, sigues teniendo el mismo poder de palabra. Pero hay algo que me vas a tener que explicar, eso de la foto.

-Yo.. -Me interrumpió con un gesto.

-He pensado que tienes que estar cansada, lo mejor es que vayamos a casa, duermas la siesta y después vayamos a cenar, y no puedes decirme que no, ya tengo reservado. Creo que será una buena oportunidad para que me lo expliques tranquilamente.

-Veo que te ha servido el tiempo para escucharme y pensar al mismo tiempo, pero me parece buena idea.

Puso el coche en marcha y nos dirigimos a mi casa. Fuimos comentando la entrevista hasta llegar. Me dejó en la puerta con la excusa de que tenía que cambiarse y que sola descansaría más. Nos despedimos y lo primero que hice nada más entrar en casa fue irme a mi cama, a mi querida cama. Saúl llevaba razón en que necesitaba descansar, no recuerdo nada más que tumbarme y dormir.

Me pareció que tan solo había dormido unos segundos cuando Saúl estaba despertándome. Al entreabrir los ojos pude verle con un traje negro, una camisa blanca y todo sin una simple arruga. Su pelo estaba como siempre, pero claramente se había arreglado, demasiado:

-¿Se puede saber a dónde vas tan elegante? Porque si es a comer bogavante me apunto -Dije medio dormida, despertándome a medida que decía las palabras.

-No tenía pensado cenar eso, pero si te apetece.. El menú no está elegido.

-Idiota. Me refiero a porqué vas tan arreglado, ahora me obligas a hacerte la competencia.

-Con cualquier cosa estás preciosa, deberías de saberlo ya. Por eso yo tengo que arreglarme tanto, para parecer un caballero a tu lado.

-Ya eres un caballero. Y déjame que me cambie, a ver qué me pongo.. -Tras decir esto me levanté de la cama a un ritmo que hasta yo misma me sorprendí y esperé a que abandonara la habitación para empezar a buscar entre mis vestidos.

Tras doscientas horas de búsqueda y probarme casi todo mi armario, opté por un vestido azul verdoso con unos tacones a juego. No hice nada con mi pelo, tan solo peinarlo y dejarlo suelto. Salí de la habitación y me dirigí al salón, donde me esperaba Saúl, su boca nada más verme se quedó formando una perfecta "o":

-¿En serio yo tengo el honor de que esta señorita me acompañe a cenar? No me entra en la cabeza, pellízcame, debo de estar soñando..

-De verdad que eres más bobo.. Vamos anda.

Nos cogimos de la mano y salimos. Fuimos dando un paseo hasta el restaurante, no estaba muy lejos. No sé si la gente nos respetó durante el trayecto o simplemente no eran capaces de reconocerme. Pero sí es cierto que algunas personas me miraban como si me conocieran de toda la vida. Llegamos al restaurante y en la recepción nos llevaron hasta una mesa, apartada de todas, según Saúl me dijo, para estar tranquilos, y se lo agradecía, bastante suerte habíamos tenido por el camino. Nos sirvieron una copa de vino mientras pensábamos el menú. Optamos por pedir un entrante suave para después pedir una milanesa con patatas y dos helados de postre, el suyo de fresa, el mío de chocolate. Cuando el camarero se alejó de la mesa me cogió de la mano por encima de la mesa:

-Bueno, ¿Me vas a contar ahora lo de las fotos?

-Lo primero es que no te enfades, solo que anoche iba un poco pasada y ya sabes que las borracheras a mucha gente le ponen cariñoso, a mí entre ellas, pero te aseguro que pasó nada -Asintió indicándome que siguiera.- Y en esas fotos aparecía muy cariñosa con Óscar y Cristian, pero sabes de sobra que son amigos vamos, que no pasó nada más.

-Lo sé, confío en ti, pero era mejor que me dieras una explicación, porque no las he visto y comprenderás que pueda pasar de todo por mi cabeza.

Interrumpimos nuestra conversación unos segundos mientras un camarero nos traía los entrantes y nos deseaba buen provecho. Los comíamos mientras seguimos nuestra conversación con un buen ambiente. Poco después de acabar los entrantes nos trajeron el siguiente plato. Este venía con sorpresa, y no muy agradable. Nada más ver antes mis ojos aquel plato no pude evitar emitir un grito que provocó la mirada extraña de Saúl:

-¿Qué pasa? -Tras decir estas palabras miró hacia mi plato y su cara no pudo expresar mayor pánico.

Ni siquiera dio tiempo a que yo pudiera responderle, o llamar de nuevo a un camarero para aclarar aquel malentendido, porque en unos segundos, en los que duró nuestro pavor, dos hombres se encargaron de retenernos y apuntarnos con una pistola, sin levantar ninguna sospecha en el restaurante, inconvenientes de estar aparte en un local. El hombre que estaba detrás de mí y me apretaba con una pistola en la sien me apartó el pelo con la mano que le quedaba libre y empezó a articular palabras cerca de mi oído:

-Creo que tienes unas cuentas pendientes con nosotros, ¿No? Y ni si te ocurra gritar, va a ser peor para ti y para tu novio. Vamos a acabar con esto de una forma adulta, sencilla y rápida.

Los dos hombres pusieron a punto sus pistolas, dispuestos a volarnos la cabeza. Pude observar de reojo y ver que tenían silenciadores. Estaba claro que lo tenían todo medido para no levantar sospechas ni armar un escándalo ante toda aquella gente. En aquel rincón se produjeron dos disparos, dos autores y dos víctimas, pero las cosas no son cómo empiezan, si no cómo terminan.

Soy y seréWhere stories live. Discover now