2. Recuerdos

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Un día más los rayos del sol se cuelan por mi ventana, pero hoy no era un día como ayer, que me levanté relajada, como todos los días, o al menos casi todos, hoy tenía un mal presentimiento. Sí, es algo raro, pero lo peor es que suelen llevar razón, y quedan muchas horas por delante como para que pase algo bueno, que nunca pasa, pero también para que pase algo malo, que es más probable.

Antes de que mis pensamientos pesimistas me invadieran, me puse a hacer mi desayuno, hoy eran unas tostadas con un vaso de leche. Me lo tomé relajadamente, me cambié de ropa, no con gran cosa, pero ir en pijama a clase no quedaba bien si no eran carnavales. Porque aseguro que si quedaba bien yo iba así todos los días, así podía dormirme mejor en esas incómodas sillas.

Nada más salir de casa oigo mi nombre, ni siquiera me inmuto, serán alucinaciones. Así que procedo a colocar mis auriculares y subir la música a tope, no vaya a ser que me llamaran de verdad y se cumpla ese presentimiento.

Aún así entre la música pude volver a oír mi nombre, pero seguí mi camino. Y una tercera vez, esta más cerca. Ya no tuve más remedio que girarme.

Efectivamente, mi presentimiento era cierto. Tenía delante de mí al chico que desordenó mi vida, el que tras su partida todo se rompió, el que sabía que si volvía a mirarme de aquella forma que solía hacerlo todos mis muros para hacerme la fuerte se esfumarían, y no podía permitirlo.

Intenté quedarme helada el mínimo tiempo posible, a pesar de la impresión, y me volví a girar para seguir mi camino, pero este me cogió del brazo, y en un movimiento de indiferencia total quité uno de mis auriculares para escuchar lo que tuviera que decirme:

-¿Qué quieres? Tengo prisa -Le escupí con un tono de asco.

-Quería hablar contigo, quería explicarte todo lo que pasó.

Se le notaba agobiado, mal, pero, ¿Él se preocupó por cómo estuve yo cuando él se marchó sin dar una maldita explicación? No, ¿Entonces por qué debería de hacerlo yo ahora?:

-No tienes que explicarme nada Saúl, ha pasado mucho tiempo. Fue tu decisión, la respeto. Y ahora yo tengo que irme, espero que tú también respetes mi decisión -Mi tono no podía ser más seco.

Al final con tanto entrenamiento es cierto que me había hecho fuerte, más de lo que pensaba la verdad:

-¿Y cuándo podemos hablar?

-Mira, estoy muy ocupada, y lo siento, pero tiempo para gilipolleces no me queda, te lo aseguro.

-No son gilipolleces -Se quedó callado un momento- ¿Al menos podrías darme tu número de teléfono para poder llamarte y ver cuando estás disponible.

Me quedé un minuto parada, pensando. Quizás darle mi número de teléfono era la mayor cagada que había hecho en mucho tiempo, pero por otra parte, ¿Y si era algo importante? Total ya no me afecta:

-De acuerdo -Saqué un papel de mi bolso junto con un bolígrafo y apunté los números que componían mi teléfono- Ahí tienes, pero te aseguro que no va a ser dentro de poco.

-Sé esperar, ¿Recuerdas? -Su sonrisa natural volvía a aparecer, aquella que me hacía enloquecer.

-Flashback-

-¿Sabes Sarah? Con ninguna chica me he sentido tan seguro de querer esto, de querer escaparme de aquí, lejos del resto. Empezar de cero, pero juntos. Me da igual si simplemente tenemos 16 años, como si tenemos 60. Sé lo que quiero joder, y lo que quiero es despertarme a tu lado cada mañana, desde ya, y para siempre. Que no soporto más que nuestros padres estén en contra de esto y tengamos que poner excusas absurdas para vernos, ¿Por qué no lo hacemos y nos vamos a París? Es tu sueño, eso no me lo puedes negar..

Soy y seréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora