11. Gracias

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Esperé de nuevo a que continuara y pidiera lo que quisiera:

-¿Crees que voy a dejar escapar a una putita como tú sin probar sus servicios? -Se fue acercando lentamente mientras clavaba su mirada ansiosa en mí.

No sabía si apartarme poco a poco o ceder a su chantaje. Sé que no era la primera vez que se lo decía a una de sus trabajadoras, pero sí la primera vez que lo hacía conmigo, y nunca me había planteado cómo reaccionaría si me pasaba. Pero ni siquiera me dio tiempo a pensarlo cuando una voz interrumpió aquello:

-¿Pasa algo? -Aquella voz, aparte de salvadora, me sonó muy conocida.

-¿Y tú qué quieres inútil? -Dijo con su tono habitual.

-Venía a avisar a mi amiga de que tenemos que irnos -Dijo sin que le temblara la voz mientras se acercaba a mí para cogerme de la mano e intentar que nos alejáramos, pero el hombre no se lo permitió.

-Ella no se mueve de aquí, tiene cosas más importantes que hacer que irse con un puto fracasado.

-Ella irá a donde quiera, es mayorcita para decidir, y tú no vas a mandarla, y antes de irme con ella -Se acercó a él y le propinó un puñetazo que casi le desencaja la mandíbula.

No pasó ni un segundo desde el puñetazo cuando aparecieron unos cuantos hombres enormes, cuatro exactamente. Tres de ellos se encargaron de ir a por Saúl mientras el hombre que había recibido el golpe se alejaba de la escena, mientras el restante me cogió por detrás para sujetarme mientras veía como a Saúl le estaban propinando la paliza de su vida. Era horroroso. Tan solo podía gritar, y a ratos estos gritos se veían ahogados porque aquel hombre me presionaba e impedía que mi voz saliera. Fue uno de los peores momentos de mi vida, y de los más largos.

Cuando le dejaron en paz y a mí me soltaron me acerqué a él con la mayor rapidez posible. Me sonreía para intentar tranquilizarme a la vez que intentaba levantarse con sus propias fuerzas, pero mi cara debía de ser un completo poema:

-Eh pequeña, que estoy bien. Solo que ya sabes, los héroes a veces necesitamos dejarnos caer para impresionaros más. Pero ahora me levanto y nos vamos al concierto a darlo todo -Su sonrisa se transformó en una mueca debido al dolor.

-No vamos a ningún concierto, ¿Tú has visto cómo estás?

-Buenísimo, como siempre.

Inevitablemente provocó mi risa. Aquellas reacciones en momentos difíciles eran las que hacían que la vida fuera un poco más fácil a su lado. Aún así necesitaba ponerme seria:

-Si no me equivoco hay otro concierto la semana que viene. Así que ahora mismo llamo a Óscar para decirle que no podemos ir, que ya le explicamos después.

Sin darle tiempo a responder cogí el móvil para llamarle. Al segundo tono sonó su voz al otro lado, a pesar de que apenas se entendía nada:

-¿Ha pasado algo Sarah? Que tenemos que actuar dentro de un rato. Aunque si quieres puedo hacer que nuestra canción sea al final para que te dé tiempo de sobra a llegar -Logré entender todo a pesar del ruido ambiente que se escuchaba.

-Saúl se ha puesto malo y lo voy a llevar a mi casa. Tengo que quedarme con él, así que intenta apañarlas porque no puedo ir, por algo he avisado a tiempo. Juro que en el de la semana que viene no fallo.

-Tranquila, por una cosa así estás justificada. Y bueno, te dejo que tengo que subir ya, cuidaros y no hagáis nada guarro, que os conozco -Sin darme tiempo a nada más colgó.

Seguimos nuestro camino hasta mi casa con algunos quejidos provenientes de Saúl, que aún así intentaba reprimirlos. El camino fue largo, pero una vez que llegamos la sensación fue mejor que llegar a un palacio. Ayudé a Saúl a que se acomodara en el sofá mientras yo buscaba utensilios necesarios para curar todo aquel destrozo que le habían causado.

Le hice las curas con el mayor cuidado posible, que ya bastante tenía con su propio dolor. Aún así su cara de angustia aumentaba cada vez más:

-Va tonto, relájate, que ya queda menos -Le susurré cuando ya estaba terminando a lo que respondió con un intento de sonrisa que no tardó mucho en ser una mueca.

Cuando acabé guardé todo y me volví al sofá para sentarme a su lado:

-Gracias -Dijo nada más acomodarme.

-¿Gracias por qué?

-¿Te cuento la lista completa o la resumo? Porque con la completa tengo cuerda para rato..

-Lo que prefieras.

-Prefiero la lista completa. Primero, gracias por aparecer en mi vida cuando lo hiciste. Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo. Gracias por enseñarme lo que es amar. Gracias por darme momentos inolvidables. Gracias por las lecciones que me has dado, que me han ayudado a crecer como persona. Gracias por estar ahí siempre, incluso cuando no sabías ni que ayudabas o ni siquiera pensabas en mí. Gracias por dejarme entrar de nuevo en tu vida, aún sabiendo que no lo merecía. Y como no, gracias por traerme a tu casa y por curarme, claro está. La lista es mucho más larga, pero al final he mezclado un poco de las dos.

Mis mejillas tomaron mayor color a medida que las frases iban saliendo de sus labios. Un impulso interior que no pude controlar hizo que lentamente mis labios se acercaran a los suyos. Por un momento todo volvía a ser como unos años atrás. Los dos, felices, solos. Tan solo variaban las circunstancias. Mientras nuestras bocas luchaban por el dominio completo por mi mente pasaban mil momentos, a su lado, como no. Cuando nos separamos sus ojos se clavaron en los míos, con una mirada penetrante, profunda:

-Te quiero.

Se hizo un silencio enorme en la sala mientras mi boca y mi corazón debatían sobre si era mejor hablar o callarme:

-Saúl -Su mirada, que no se apartaba de mí, todavía mostró más atención.

-Dime -Su expresión era una mezcla entre angustia y posible felicidad mientras esperaba a lo que yo tuviera que aportar.

Soy y seréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora