19. No es un final, solo un inicio.

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Guille?.


—¿Si?.— Sus ojos brillaban. Brillaban muchísimo. Estaba seguro de que si la luna se apagaba, la intensidad de él mismo, podía iluminar toda la ciudad. Era... alucinante.


—¿Qué es eso?.— Pregunté, dando un paso en su dirección. No esperé respuesta y simplemente, lo besé. Solo habían pasado unas horas, un conjunto de segundos, desde el último roce con él, pero verdaderamente extrañaba el atípico sabor de sus labios. ¿Cómo podían saber constantemente a una mezcla ente sandía, plátano y uva?.


—Bueno... el día de tu cumpleaños...— Torcí mi cara en una mueca. Aquel tiempo era reciente y doloroso, pero no por eso se había convertido en un tema tabú, y es que desde el día del restaurante donde él me había dado una segunda oportunidad, habíamos hablado de todo lo pasado, y por supuesto, de si merecía la pena un futuro en común.


La respuesta era clara: Si era con Guillermo, siempre merecería la pena.


Me había perdido tanto en mis pensamientos, que ni tan siquiera había prestado atención a lo que él me había dicho. Solo estaba ahí, con sus brazos extendidos, tendiéndome una gran caja.


—¡¡Venga, abrelo!!.— Me apremió, dando un salto típico de niño pequeño ilusionado.


—¿Qué es esto?.— Pregunté, interrogando aquel objeto envuelto en un brillante papel de regalo.


—Si te lo digo pierde la gracia del regalo decumpleaños, ¿sabes?.— Asentí y algo dudoso cogí aquello que Guillermo sostenía.


Lo abrí lentamente, intentando guardar aquel momento en alguna parte de mi memoria para que permaneciese siempre conmigo. Cuando finalmente retiré todo el envoltorio y abrí la caja, juro que creía que mi quijada tocaba el suelo.


—Esto es....


—Bueno, es que como te gusta tanto hacer deporte y...- Entrelazó sus dedos en un claro gesto nervioso y no pude evitar sonreír como tonto. ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo siempre conseguía hacer que mi corazón pasase de estar tranquilo a ir a miles de revoluciones por hora?.


—Me encanta.— Fue lo único que pude articular. Las zapatillas eran tan... yo. Unas hermosas y deportivas zapatillas negras. En realidad, no podía haber mejor regalo para mí.


—¿De verdad?.— Preguntó, a lo que yo asentí.—Porque había muchísimos regalos mejores, pero yo no sabía qué debía comprar porque no nos conocíamos demasiado, y no nos habíamos visto en perso...


—Te quiero.— Me salió solo, ni tan siquiera lo controlé. Solo... lo dejé libre. Verlo allí balbuceando cosas sin sentido, reflejando su inseguridad, me había hecho darme de bruces con la realidad. 

Da igual el tiempo que conozcas a una persona. El querer a alguien depende de intensidad, no de tiempo. Depende de lo que te haga sentir, no de sexo, raza o edad. Depende de si el estar con ella te hace ser el mejor tú posible.


Él me miró, como si no creyese lo que mis labios acababan de articular.


—¿Me quieres?.— Era como un niño pequeño con un nuevo caramelo.


—Te quiero. Te quiero de verdad. Como posiblemente no haya querido a nadie.


Él no me dijo te quiero, pero me besó. Me besó de una manera intensa, tímida y dulce. Sobretodo dulce.

  

Metí las zapatillas en la bolsa, cogí su mano y caminé hasta el parque donde dentro de una hora empezarian los fuegos artificiales.


—Es increíble como acaba nuestra historia de los teléfonos móviles y el mal entendido, ¿no, Samuel?.


El primer fuego artificial sonó de fondo, acompañando el ambiente. Acompasando la burbuja que se había creado a nuestro alrededor.


—¿Acabar?. Esto no es un final, chiqui, este es solo nuestro verdadero inicio, después de algunas dificultades.


—Wow... que romántico.— Se burló, y era verdad. Yo era cursi; pero solo cuando estaba con él, así que de alguna manera, era su culpa.


—Debes aguantarme, si quieres que sea tu novio...— Intenté que sonara lo más casual posible.


—¿Novios?.— Interrrogó después de una sonora y sorpresiva carcajada.


—¿Qué, es que tú vas besando a gente por ahí sin ser tus novios?.— Ahora era mi turno de reirme de él.


—No... bueno... yo....— ¿Es posible adorar tanto a una persona cuando es tímida? ¿Y en todas sus facetas?.


—Entonces, ¿no quieres ser mi novio?.


—¡Claro que quiero!.— Y tras esto, se abalanzó sobre mi, cayendo los dos sobre la hierba. El sonido de los fuegos, sus besos y caricias, fueron la única compañía que necesité esa noche. Y él sería lo único que necesitaría por siempre.


Y pensar que todo esto empezó por un simple número... un número equivocado.



------------------------------------


¡Dos meses de retraso!. Madre mía, me quiero morir. Pero bueno... aquí está. El capítulo final, espero que les haya gustado. 

¿Les soy sincera?. Me puso super triste escribir esto. Y no solo porque es el fin de un fic que me divertí muchísimo tanto al planificarlo como al escribirlo -mayormente porque es algo que yo nunca había planeado como temática- sino porque... gracias a este fic me uní a una de las mejores personas que a día de hoy y estoy segura de que para siempre, he tenido el placer de conocer. Bueno, peque, esta eres tú >.<. Gracias a este FanFic y a nuestra no-sana-obsesión con el Wigetta construimos un mundo de locuras, risas y cariño, y eso... jamás cambiará. 


Y no solo por eso, también por todos vosotros. Las lindas personitas que se toman el tiempo de leer el Fanfic a pesar de mi horrible escritura (amáis la de Andrea, admitidlo xD). Sois fantásticos, de verdad, por cada voto, comentario o visita. 


Estoy segura de que mi peque compañera opina como yo en esto, y es que cada uno de vosotros que está al otro lado de la pantalla, sois grandes. Por todo el apoyo que nos habéis dado. Sois demasiado geniales para describirlo. 


¡Os queremos! 


(Y por supuesto, espero que nos veaís pronto en nuestro otro Fic y que puede que venga más ;))


Gracias ♥ 


-Escrito (con muchísimo retraso [y no solo mental]) por: Pinkyes-chan.

Wigetta: Número equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora