EVERYTHING IS ROMANTIC͏ ͏ ͏ ͏ ─͏ ͏ ͏ ͏CHALLENGERS.

v.

El grito lo ensordeció por un segundo. Nunca creyó que esa boca rosada tuviese una lengua tan afilada, que le bastó unas palabras para hacerlo retroceder y preguntarse quién era ese hombre que lo miraba con desprecio. Recuerda que el temblor fino de sus manos y su rostro permaneció paralizado, pero sus ojos llorosos y rojos solamente gritaban: 'no lo hagas, no me sueltes así.' Pero era algo inevitable porque la decisión había sido tomada sin siquiera él estar enterado, sin que el suceso fuese realmente su culpa porque para lo que él había sido una lucha más de egos, había significado la muerte de una carrera y Patrick no sabía cómo asumirlo. Y ese año que quedó marcado en su memoria, también trajo consigo a la dueña de la cama dónde estaba ahora.

Suspiró, mirando a la ventana. Era vieja y los vidrios parecían rayados, inclusive empañados. Le resultaba un poco dificultoso siquiera ver a través de ellos pero no se quejó en voz alta como lo hubiera hecho de manera habitual. Sólo se retorció entre las sábanas y frotó las manos contra su rostro, agobiado.
La imagen de una cama vacía, sólo el aroma de su novia allí, lo hizo poner una mueca sobre sus labios.

A pesar de los meses que pasaron, Patrick aún no se acostumbraba a la idea de que su vida ya no era la misma. Ese cuarto no era al que él estaba acostumbrado a pasar la noche, la piel que sus dedos tocaban no era cercana a esas que aún ansiaba por rozar al menos un poco, las palabras que decía aún si eran reales, carecían de convicción. Sabía que Devine no era tonta, ella sabía que algo faltaba en esa relación, que ambos estaban atrapados en el pasado como para siquiera intentar rehacer una vida. No era nada fácil querer deslindarse del peso de sus acciones, porque en lo más profundo de sus seres, ambos creían que lo que había pasado era su culpa. Porque Patrick había discutido con Tashi unas horas antes, porque Devine la había mirado con pesadez antes de entrar a la cancha, porque Patrick había insinuado que Art quería esperar a verlo tropezar para quedarse con su ex novia. Y no mentía, eso fue lo que enterró aún más la daga. Juraba conocerlo, juraba conocer cada puto fragmento y no resultó ser nada más que un acto egoísta para sacarlo tan fácil de su vida. En el fondo, no se trataba sólo sobre el tenis o sobre su relación romántica con Tashi, era sobre el vínculo que compartía con él. La nostalgia y amor que existía en sí mismo. El perderlos a ambos fue una gota más que se derramó de su vaso, porque mientras no podía tener a uno, ya había perdido al otro.

Era complicado, tener que fingir que las cosas entre él y la castaña estaban bien, que ninguno pensaba en otra persona cuando sus cuerpos se derretían en la intimidad. Porque Patrick era realista, lo suficiente para inclusive lucir descarado. Pensaba en Art a menudo cuándo estaba con Devine. Debía ser un pecado, ¿no? Tener su espalda con pequeños rasguños creados por unas uñas arregladas, con la manicura recién hecha mientras pensaba en el chico con el que creció, el que no creyó tener que ver con otros ojos antes de que terminara masturbándose su lado a los trece, o cuándo acabó besándolo con desesperación esa noche en el cuarto de hotel con Tashi observando ambos cuerpos con deseo en su mirada. Su mejor herramienta era fingir ; veía esos ojos gélidos azules en la mirada café de su novia. Cuando ella gemía, se esforzaba en imaginar que era la voz de su mejor amigo e intentaba esconderlo todo debajo de la alfombra, pero terminaba saliendo a la luz. Su voz ronca cedía, un suave 'Art' dejaba sus finos labios cuándo la mano de Dev estaba sobre su miembro. La chica acababa con las mejillas sonrosadas y una sonrisa un poco traviesa tirando de las esquinas de su boca.

La primera vez que ocurrió, que se imaginó a Art y su boca lo traicionó, creyó que su novia lo iba a maldecir de una manera casi instantánea. Pintaba una imagen de la tenista golpeándole, diciendo que no era más que un hombre reprimido incapaz de aceptarse y que ella funcionaba como una manera de querer ocultar lo que era inevitable de ignorar. Podía escuchar la voz de Devine rozando en su nuca; un grito quizá, un insulto con un peso cruel y desmedido. Pero no sucedió así, y fue una sorpresa que las cosas no tomaron el rumbo que temía que tomaran en primer lugar.
Devine sólo lo miró. Él no podía hallar nada detrás de esa mirada. Era como si no tuviese ningún sentimiento al respecto con el que él pudiese luchar. Sus labios se abrieron, intentando retractarse de lo que había dicho. Pudo argumentar que estaba cansado, que no pensó bien, que era el estrés lo que lo tenía delirando pero nada salió de su boca excepto por un largo suspiro que luego fue interrumpido.