Capítulo 15

59 16 1
                                    

Cuando apenas quedaban dos semanas de clase, la profesora nos mandó un día a Tom y a mí quedarnos a ensayar. Ella no podía estar con nosotros, así que nos fuimos los dos al salón de actos.

Hoy ni siquiera nos habíamos saludado, no sé si era por los nervios para actuar o...por otra cosa.

Cuando llegamos a la sala, nos dirigimos al escenario.

Las escaleras aún no estaban puestas y el escenario era muy alto.

Tom se subió de un salto, y cuando estuvo arriba, me tendió una mano para ayudarme a subir.
Su mano estaba sudorosa y caliente, pero tenía un tacto agradable.

-¿Por qué escena empezamos? -me preguntó.

-Mm... No sé. ¿Por la quinta? -respondí.

-Claro -vi que él intentaba no sonreír. -Vamos allá -dijo respirando hondo.

-No hagas eso, pones una cara muy rara y me entra la risa... -dije tapándome la boca con la mano.

Él asintió con indiferencia y empezó el diálogo:

ROMEO (a JULIETA.)
Si mi indigna mano profana con su contacto este divino relicario, he aquí la dulce expiación: ruborosos peregrinos, mis labios se hallan prontos a borrar con un tierno beso la ruda impresión causada.

JULIETA
Buen peregrino, sois harto injusto con vuestra mano, que en lo hecho muestra respetuosa devoción; pues las santas tienen manos que tocan las del piadoso viajero y esta unión de
palma con palma constituye un palmario y sacrosanto beso.

ROMEO
¿No tienen labios las santas y los peregrinos también?

JULIETA
Sí, peregrino, labios que deben consagrar a la oración.

ROMEO
¡Oh! Entonces, santa querida, permite que los labios hagan lo que las manos. Pues ruegan, otórgales gracia para que la fe no se trueque en desesperación.

Yo iba a decir mi frase, cuando noté que Tom se acercaba ya a mí. Aún no, pensé. Quedaban todavía dos frases. Yo seguí.

JULIETA
Las santas permanecen inmóviles cuando otorgan su...

No me dejó terminar. Ahí estaba él, agarrándome la barbilla y sus labios tocando los míos.

Fue un beso lento, suave pero apasionado.

Yo le rodee su cuello con mis brazos, y él me agarró por la cintura.
Duró solo unos segundos, pero para mi fue algo eterno.
Cuando por fin nos separamos, nos miramos. Él tenía esos ojos azules fijos en los míos color miel.

-Tom, aún faltaban dos frases -le dije sin dejar de mirarlo fijamente.

-Lo sé -fue lo único que me contestó.

-Pero no entiendo por qué...

-¿Sabes? Sigo pensando que eres tonta -me dijo esta vez apartándose para sentarse en el borde del escenario.

-¿Me acabas de besar, y ahora dices eso? No entiendo...

-Sigo pensando que eres tonta, -prosiguió -por no darte cuenta de que estoy enamorado de ti -hablaba con cierto dolor en la voz. -Pero ya veo que tu de mí no.

Yo no sabía cómo reaccionar ante esa gran confesión.

-Creo que yo también me puedo considerar tonta a mí misma, ya que pienso que ni yo me di cuenta de que también estoy enamorada de ti.

Ahora Tom se levantó y se me volvió a acercar.

-¿Crees en el amor a primera vista? -le pregunté.

Ese algo llamado amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora