Diez menos cinco de la mañana. Lista. Ahora tocaba ir a la tienda de móviles con Tom. ¡Qué divertido!
Iba a llegar cinco minutos tarde a la fuente, y seguramente, Thomas me iba a decir algo sobre mi puntualidad.
Diez y cinco de la mañana. Tom ya estaba sentado en la fuente, leyendo. Realmente le gustaba ese libro, lo veía en sus ojos, tan azules, y su sonrisa, tan... Basta, Anaís. No puedes pensar así de él. Lo extraño, era que últimamente no podía parar de pensar en él, y menos de esa manera.
Me sentía mal por haberle dicho el final, ya no sentiría las emociones que yo había sentido la primera vez que leí el libro.
Me acerqué a él.
-Llegas cinco minutos tarde. Tendría que ponerte un reloj en los ojos en vez de en la muñeca.
-Yo tampoco me alegro de verte, Tom.
-Perfecto. ¿Nos vamos?
-Claro -dije irritante pero sin dejar de sonreír. -¿Autobús, o taxi?
-Autobús obviamente. Así me puedo sentar lo más lejos posible de ti.
-Gracias por tu sinceridad, Thomas.
-No hay de qué, Anaís.
Era la primera vez que oía mi nombre salir de su boca. Sonaba... bien.
Enseguida nos pusimos a caminar hacia la parada de autobús. Estaba a quince o veinte minutos de la universidad. Podríamos haber cogido un taxi y así nos habríamos ahorrado el silencio tan incómodo mientras andábamos.
-Siento haberte contado el final del libro.
-Tranquila, no importa -dijo en tono sarcástico. -Me has destrozado el libro, pero da igual.
-¿Por qué estás tan amable hoy?
-¿Amable? ¿Estás de coña, no?
-No. No me has tratado de tonta, no me has insultado de tu manera especial...
-Tú misma dijiste que no querías problemas, ¿me equivoco?
-No, claro que no. Pero no me molesta, prefiero que me hables en este tono.
-¿Te refieres a... sarcásticamente?
-Normal.
-Ah, vale.
Seguimos caminando un rato en silencio. Yo iba mirando al frente, y sentí que Tom me miraba.
-Cuéntame algo.
-¿Qué? -dije sin entender.
-Eso, cuéntame algo. Háblame de ti.
-Pues no hay mucho que contar, la verdad.
-Algo habrá.
-Mmm... Me llamo Anaís Collins. Tengo diecinueve años. Vivo en Newcastle desde los cinco años, pero soy española. Mi pasión es actuar y también pinto.
-¿Nada más?
-Tengo un gato llamado Coffeecup.
-Interesante nombre. ¿Estás soltera?
-¿Por qué me preguntas eso?
-Tengo curiosidad por si hay alguien que tiene la mala suerte de aguantarte -dijo, y añadió una sonrisa, su famosa sonrisa.
-Te contestaré, pero deja de sonreír así, por favor -dije ruborizándome, y añadí algo que creo ni yo pude oír. -Me pones nerviosa.
-Perdona, entonces voy a tener que andar de morros todo el día. Contéstame.
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Ese algo llamado amor ©
RomanceEstella y Lyna están ansiosas por descubrir una historia que creían conocer, pero no es así. Su madre les contará qué sucedió realmente en su primer año de universidad y cómo murió su padre. Entenderán todos los sacrificios que se hacen por la gente...