+21: Mamá

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Y se fue.

Hay veces en que uno está muy enojado con cierta persona, o como en ese momento lo/la llamamos: hijo de su madre o maldita cerda. Ese enojo se refleja en los movimientos que damos al discutir o en nuestro tono de voz.

Aunque eso no es lo peor de todo. Uno llega a perder los papeles y dice un montón de estupideces con tal de ganar... Y la termina cagando.

Realmente, no quería que Taemin se fuera. Pero ya era muy tarde.

Suspire algo apenada pues me volvía a encontrar sola. Tan sola que de la nada me empezó a dar vueltas la cabeza. Con mucho cuidado, me recosté completamente sobre el sillón.

De repente, al hacer presión sobre mis cachetes, me asuste un poco pues estaban ardiendo como un par de costillas BBQ. Y no solo eso, estaba traspirando a morir.

Esto me da mala espina.

Mejor me levanto a buscar mi medicina. ¿Cómo se llamaban las pastillas? Yo y mi memoria de colibrí... bueno, al menos sé que están en un frasquito en el counter de la cocina.

- ¡Demonios! –farfullé al sentir un pinchazo en la nuca que me tumbó de vuelta al sillón de porrazo. Mi cabeza impactó contra la almohada, mis extremidades se tensaron. ¿Qué me estaba sucediendo?

Ahora todo mi rostro estaba ardiendo, mi pierna me dolía en la misma intensidad, tenía náuseas y otro par de síntomas que aparecieron por arte de magia. Magia negra.

A los pocos segundos, me pareció escuchar la puerta cerrarse, pero no estaba segura. Ese sonido fue seguido de una voz, aunque no la podía identificar por completo, ya que, el mero sonido me hacía estremecer. Los tímpanos me latían... era como tener un corazón pegado a la oreja. Sin olvidar el sudor que recorría todo mi rostro.

- Aquí está tu helado -ni bien escuche la voz de Heka, sentí unos hincones que aniquilaban mi cabeza sin piedad. Me sentía como ese animal arrollado en medio de la pista, y como un montón de mocosos venían a punzarme con una rama vieja para ver si estiraba una pata.

Por más que quisiese responderle, se me dificultaba vocalizar las palabras. Apenas escapaban un par de patéticos gemidos de mis labios.

- ¿_____________? -pregunto Heka en un tono de preocupación al acercarse lentamente con un par de bolsas en mano.
Ignore el número de veces que me llamo. Solo deseaba que cierre el pico de una buena vez.

- Dios Santo, ¡_____________! ¿Te encuentras bien? ¿Qué tienes? Estas toda roja... -poco a poco la sentía alejarse con sus tacones resonando sobre el parquet. Con mucho esfuerzo podía mantener los ojos abiertos.

- La c-cabeza... -murmure adormecida. En cuestión de segundos, sentí que se me iba la vida. Estaba temblando, y por más que me acurrucase, no entraba en calor.

- ¡Oh, no, señorita! ¡Tenemos que ir a emergencias! -escuche la voz de Heka algo alterada. Solo asentí como robot a todo lo que decía. Con la súper fuerza de soldado que tiene, puso mi brazo sobre sus hombros y deslizó una de sus manos por mi cintura para darme estabilidad. Me estaba arrastrando lo mejor que podía. Tan solo di unos pasos y... ¿_____________?

Al momento en que llegamos a la puerta, mi mundo se esfumo. Todo era negro.

. . .

No hubo ninguna clase de ruido por un largo tiempo. Tan largo que no estaba segura si estaba en el limbo, si seguía dormida o habían entrado en una especie de coma.

Escuche el sonido de una campana.

- ¿Ya sabes que vas a ordenar? –una voz muy familiar hizo que abra los ojos por completo. De repente, pude escuchar otras voces, el motor de varios carros, el sonido de varios pájaros, las bocinas, etc.- ¿____________? ¿Pedirás helado o algún otro postre?

- ¡Jeremy! ¿Qué haces aquí? –chillé sorprendida al ver a mi hermano con la carta del lugar en mano. Jeremy ni se inmutó.

- ¿Eh? ¿Tomar un café como habíamos quedado? ¿Estás bien? –preguntó algo curioso como si estuviera loca o como si la memoria me faltase. ¿Se estaba volviendo a repetir esta clase sueños raros?

- ¿Dónde estamos? –ignore su pregunta por completo y giré mi cabeza para ambos lados. No reconocía este lugar.

Estábamos en el patio de alguna cafetería con un montón de gente sentada. Tan solo una reja dividía las mesas de afuera con la calle. Un tumulto de gente pasaba por ahí algo apurada, y había un tráfico ligero en la pista.

- Pues en la misma cafetería de siempre... ¿estás bien, ____________? Te notó algo rara. –Jeremy murmuró al sentarse derecho nuevamente. No estaba muy segura de decirle que era tan solo un sueño o seguirle la corriente en donde sea que este.

- ¡Ah! No. No sucede nada. Solo que... tuve un lapsus. Tú sabes. Uh, supongo que será helado de vainilla –le contesté sonriente al depositar la carta a un costado de la mesa. Jeremy parpadeó un par de veces, dudando si debería creerme o no, pero lo dejó ir.

Al mozo le tomó un par de minutos acercarse. Se le notaba bastante atareado y estresado por la enorme cantidad de gente que llegaba. Todos con un pedido diferente. Mi hermano hizo el pedido, y el chico lo apuntó rápidamente en un bloc de notas. Ni bien Jeremy terminó, el joven le sonrió fingidamente y se retiró a la velocidad de la luz a atender a otra mesa. Creo que querían la cuenta.

- ¿Desde cuándo tomas café? –suspiré al ver que los gustos de mi hermano no eran los mismos que en la realidad. Definitivamente era un sueño. Refunfuñe otro par de cosas y me sobé los ojos. Creo que me entró una basurita.

- ¿Desde cuándo importa? ¿Acaso está reservado para cierto tipo de persona? –aquella voz me asustó. Al levantar la vista, me quedé con la boca abierta.- ¿Qué pasa? ¿El gato te comió la lengua? Bueno, admito que cada vez que te frotas los ojos de esa manera, sí que pareces un gato. Uno muy gordo.

- ¡Taemin! –grité al ponerme de pie por la terrible visión que tenía. Taemin solo le dio un sorbo a su café y me ignoró. ¿Quién le trajo el café? ¿En qué momento vino el mozo con nuestro pedido? ¿Qué clase de brujería es esta?

- Se nota que estás muy feliz de verme –murmuró sarcásticamente al limpiarse los labios con la servilleta. Me sonroje un poco y le volteé la cara para que no percate de mi creciente rubor.

- Por favor. Eso no es felicidad... -corregí al volverme a sentar un poco más calmada.- Adoptando la forma de mi hermano, ¿no? Eres un enfermo –una sonrisa sombría iluminó su rostro.

- Y me conoces bien. Me encantaría quedarme, pero creo que es hora de que vuelvas a tu miserable vida de humana –me comentó al darle el ultimo sorbo a su taza. Ni siquiera iba por la mitad del helado.

- ¿Volver? ¿A dónde? –pregunté exaltada al verlo ponerse de pie. Taemin me dio una de sus mejores sonrisas sádicas, y se hizo al tonto al moverse de hombros.- ¡Oye!

Taemin me volvió a ignorar y se encaminó lentamente hasta mi sitio. Con una mirada seductora que me hizo atorar con mi propia saliva e intensificar el color de mis mejillas a un rojo pasión, me aplaste contra el respaldar del asiento. Poco a poco, Taemin se fue acercando más y más a mi rostro, lamiendo esos gruesos labios.

- ¿Taemin? –lo llamé atontada por su belleza. Me seguía ignorando.

Sin decir una palabra más, Taemin colocó sus manos sobre el apoyabrazos, apretándolos hasta el punto que el metal crujiese. Sus ojos tenían ese intenso color fucsia que me atraía a morir... no me podía contener.

- Quieres besarme, ¿no? –preguntó con su sonrisita cómplice al llevar sus largos dedos por mis brazos hasta mi clavícula, acariciándolos. Intenté controlar mis hormonas, pero era imposible. Solo asentí como estúpida,- No te escucho... -Taemin nunca cambiaria. Siempre me molestaría, pero en ese momento, no importa.

- Sí, sí quiero –conteste demandante al tomarlo por la mandíbula.

Con mucha desesperación, me incliné. Y...

- ¿____________? ¿_____________? ¡Despierta! –gruñí al escuchar la voz de Heka.

Cuando abrí los ojos, un tremendo rayo de luz impactó contra ellos, cegándome.

- ¡Demonios! Eso duele... -mascullé al volverlos a cerrar de golpe. Escuché a Heka suspirar de alivio y sentí como me daba un par de palmadas en la espalda.- ¿Por qué hiciste eso? –le reclamé al alzarme de la camilla.

Al parecer estábamos en una pequeña oficina... Me encontraba descansado sobre una camilla con un par de mantas encima. Heka se había sentado al borde, a la altura de mi cintura. Se le veía pálida, con enormes ojeras y un intenso olor a tabaco emanaba de su saco.

- Estabas teniendo una pesadilla... murmuraste un par de cosas y casi te caes de la camilla, –resopló al bajarse de la camilla para recoger su bolso que estaba sobre una de las sillas del escritorio.

- ¿Pesadilla? –repentinamente recordé el encuentro con Taemin. Me dio un poco de nervios recordar la escena que estábamos a punto de tener. Esa no era una pesadilla. Era un bellísimo sueño sexual. Gracias por la interrupción.

- Sí, bueno... -algo sonó dentro de su bolsillo,- Oh... Es Klaus. ______________, enseguida vuelvo. No te vayas a ir.

Asentí lentamente mientras la observaba irse por la puerta. Pues, bueno, ¿a dónde demonios se supone que me iba a ir? No soy tan estúpida como para irme caminando por los pasillos y dejar que mi cuerpo se apague por sí solo, mandándome al suelo de nariz.

- ¡Heka! –la llamé lo más fuerte que pude,- ¡La acabas de dejar abier-...!

En eso, la puerta se abrió por completo y una figura masculina con un saco blanco apareció. Asumo que era un doctor, aunque se veía relativamente joven como para ser uno. Él se alegró de verme despierta, o eso era lo que reflejaba su expresión al tirar todo su tablero y notas sobre la mesa como si no le importase, para acercarse a mí, casi trotando.

- ¡Hola! –me saludó amablemente como si fuéramos niños de primaria. Estiró su mano y la tomé con delicadeza. El doctor me tomó la mano firmemente y la sacudió con gentileza. A comparación del contacto que hice con las manos de Taemin la primera noche que lo conocí, sus manos eran divinas. Eran tan suaves que me puso nerviosa.- ¿Cómo te sientes? –me preguntó después de un largo silencio. Con mucha confianza, se sentó en donde estuvo Heka.

- H-hola... bien, creo. ¿Qué sucedió? –pregunté ligeramente embobada sin soltarle la mano. Él me sonrió y la retiró para revisar mi temperatura. Su mano fue a parar sobre mi frente directamente... era tan cálida que me estremecí.

- Ah, tuviste una terrible migraña. Solo fue eso, señorita –hice una mueca cuando me enteré de mi terrible agresor. ¿Ese terrible dolor fue una migraña? Qué ridículo. Aparentemente, el doctor entendió mi molestia.

- Ni crea que es un dolor simple. –rió entre dientes al acomodarse el saco,- Las migrañas son tremendamente horribles. No como el simple dolor de cabeza como la mayoría imagina. Pueden tornarse en el peor enemigo de una persona. El dolor se intensifica y te puede volver loco –murmuró.- Ah, lo siento. Que tonto soy... mi nombre es Kevin (U-KISS) –aseguró al mostrarme la pequeña etiqueta que tenía en el pecho.

- Bueno, doctor Kevin... ¿por qué tuve una de esas? –fue algo raro. Si hubiera sido mi segundo doctor, el que me reviso la pierna al llegar, posiblemente lo hubiera mandado a volar y me hubiera ido en cuanto antes, pero este tío tenía algo. Me caía bien.

- Ah... -replicó al rascarse la barbilla,- Podría darte una larga lista, pero una de las más comunes es la falta de sueño, saltarse las comidas diarias, el consumo de alcohol y... otras cosas más. –me volvió a sonreír.

- Ya lo creo –dije algo cansada. Era cierto. De estar pensando en Taemin todos los días, me he privado de esas largas horas durante la noche.- Tiene razón, no he estado descansando mucho...

- Lo supuse –afirmó al instante,- Por las ojeras que tienes y en el estado en que llegaste, fue mi primera hipótesis. Debes de cuidarte, ¿de acuerdo? Tu cuerpo necesitaba descanso, es por eso que te noqueó por completo. –sin imaginarse su siguiente movimiento, la manera en que me sujetó de las manos me tomó desprevenida,- ¿Sí? –solo asentí como imbécil.

Dejando de lado de eso, mientras que el doctor llenaba algunas cosas en su formulario, no podía creer que mi cuerpo este en contra mía. Viré mis ojos para arriba. ¿Ahora mi cuerpo hace lo que quiere cuando se le da la gana?

Me apaga por completo y me hace ver como una babosa débil... ¡Encantador!

. . .

Luego de unos minutos, sentado en su escritorio, alzó la vista. Por mi lado, yo seguía recostada descansando. ¿Qué miraba?

- ¡Ah! Me olvide decirle... -comenzó al retirarse los lentes para ver mejor sus ojos. Brillaban de una manera extraña,- Espero que no le moleste ni lo tome a mal, pero estuve revisando su pierna mientras dormía.

Uh, oh. Me sonaba a malas noticias. Bueno, eran buenas porque volvería a caminar... pero si Taemin se enterase... tendríamos que volver a salir a campo. Estaría dejando a Heka, Kyuhyun y... Klaus. Aunque Klaus no importaba mucho. Solo me ayuda a rellenar los puestos de mis supuestos amigos. Suspiré algo melancólica.

- ¿Cuándo cree que sanara? –pregunté al enrollarme con la manta. Kevin arqueó ambas cejas y trazó sus largos dedos por mi pierna enyesada. Me pareció algo seductor o simplemente fue mi imaginación.

- Probablemente en una semana, ____________ -me aseguró al volverse a sentar a mi costado. Al menos podría estar un poco más tranquila... porque si eran 3 días o algo así, estaría acabada.

Estuvimos hablando por un buen rato. No sé cuánto tiempo se demoró Heka ni qué hora era, pero nos estábamos divirtiendo. El doctor estaba como una especie de aprendiz... me sorprendió muchísimo saber que había estado viajando por varias naciones.

- Si necesitas ayuda o si vuelve a suceder, no dudes en llamar, ¿vale? –súbitamente, Kevin sacó una tarjeta de su bolsillo derecho. Tenía un marco verde limón y todos sus datos aparecían en el minúsculo pedazo de cartón.

- ¿Está seguro que volverá a pasar? –murmure algo ofendida. Kevin solo se movió de hombros como lo había hecho Taemin en mi sueño y se mordió el labio inferior.

- Claro que puede suceder... si no acepta mi invitación a una taza de café –dijo en un tono medio de súplica.

- ¿Q-q-qué? –balbuceé al aceptar la tarjeta por mera reacción.- ¿Es una invitación?

- Vaya, señorita, ___________. Nada se le escapa. –comentó sarcásticamente. Arrugué la nariz ante la observación.

- Muy chistoso, Dr. Kevin –repliqué cortante en confianza. Él se hecho a reír y se fue hasta su escritorio para acomodar otros documentos.

- No me malinterprete, señorita. Si acepta, estaría encantado, pero si desiste... lo entenderé –dijo cómodamente al llevarse el lapicero a los labios.

Era una especie de cita, ¿no? ¿Qué podía salir mal? Solo era tomar una taza de café... y no es como si Taemin me quisiese o algo así. Tampoco es como si hubiera salido con todos los hombres de la nación. Para ser franca, jamás he estado en una cita. Y lo de Kyuhyun no cuenta pues él es como mi hermano. Y Taemin... Taemin preferiría torturarme antes de ser romántico.

- Pues...

Como si se tratase de un cumpleaños sorpresa, Heka apareció interrumpiendo nuestra conversación. Se le veía muy alterada pues su mirada se quedó bastante fijada en mí.

- ¿Ya estas mejor? ¡Cielo Santo! Por un momento pensé que te morías, __________ -fruncí ceño ante sus buenos deseos por mi salud. Muerta... ¡Bah! Yo tengo nueve vidas.- ¡Tienes que venir conmigo al trabajo!

- ¿Al trabajo? –pregunté bastante desprevenida. No podía creer lo que me estaba diciendo,- ¿No puedo irme sola a casa? ¿O quedarme más rato en el hospital?

- ¡Ni pensarlo, señorita! ¡Te podrías desmayar otra vez y no quiero correr ese riesgo! ¡Vámonos de una vez, _________! He estado tarde tantas veces que ya no me va a alcanzar el tiempo de llevarte a casa –chilló al coger mi abrigo del perchero del doctor y mis pantuflas de conejo. Las agarro y me las tiró junto al pequeño escalón negro de la camilla.

- ¡Espera! –intenté calmarla, pero no funcionaba. No estaba muy augusta con la idea de volver a Central en ropa corriente con la cara de mierda, el olor a vagabundo meado y coja, claro.- ¡Puede que hagan una excepción! -Heka me miró como si estuviera loca.

- ¡Claro que no! –me aseguró al ayudarme con mi pierna. Kevin también intervino, pero en silencio. Me ayudó a bajar el escalón.

No pude contener mi gruñido. Estaba totalmente en contra de esa idea. No quería ver a nadie, y tampoco quería ser vista en fachas. Es horrible. Si fuera varón no tendría problema, pero...

- Voy a llamar a la enfermera; ponte esto –me entregó el saco y se fue corriendo fuera del cuarto.

- Genial... -murmuré hastiada. Volver a ver a Ren y a los demás. No era por ser rajona, pero ir con ellos es de lo más aburrido. ¡No quiero volver a Central aún!

Una mano se posó sobre mi hombro. Hizo que de un salto del susto.

- Cualquier cosa que necesites, me lo puedes hacer saber –Kevin sonrió tímidamente y me hizo un ademan en forma de agradecimiento o en lo que estuviese pensando. Con un poco de desconfianza, volví a leer sus datos que estaban impresos en el cartón, y lo guarde lentamente en el bolsillo de mi saco. Todavía tenía tiempo para pensar sobre la dichosa cita.

Le iba a responder, pero una Heka apresurada con los pelos de punta nos volvió a interrumpir y me sacó del cuarto lo antes posible. Casi arrastrándome como si fuese el ultimo costal de papas a vender en el mercado mayorista.

A los pocos minutos, pude ver su carro estacionado.

. . .

Ese olor tan familiar.

Podrá ser familiar, pero nada placentero.

En el momento en que llegamos a Central, Heka me tuvo que llevar en silla de ruedas como si estuviésemos jugando Mario Kart. A la velocidad que iba, supuse que terminaríamos chocándonos contra el muro o atropellando a un pobre perro de los militares. Sea cual sea, yo terminaría en peores condiciones.

- Ya falta poco... -murmuró con esa misma expresión de soldado abnegado con un amor infinito a su nación. Se le notaba muy convencida de que llegaríamos temprano. Pero, como siempre, el destino nos tenía algo preparado.

"FUERA DE SERVICIO"

Y fue así, como Heka soltó el primer abecedario de lisuras de la mañana. Con la fuerza de Hulk, tiró mi silla de ruedas a un costado, y subió parte de mi cuerpo sobre sus hombros. La idea de que me cayese y me golpee la cara, no estaba dentro de mis planes, así que me aferre a Heka como un gato miedoso. Le imploré que fuera más despacio, pero se hacía a la sorda adrede. No la podía culpar... que el elevador no funcionase, era obra de una brujería.

Ya en el tercer piso, Heka corrió hasta su escritorio, giró su silla para un costado y me tiró de golpe. Sin mirar atrás, la vi irse del cuarto, cerrando la puerta detrás de ella.

- Gracias... -dije al quedarme nuevamente sola. Algo me decía que la iba a pasar de lo mejor.

. . .

Supongo que Heka tenía una reunión en otra zona de Central o simplemente se fue a encontrar con el Jefe y sus otros súper-amigos. Claro, yo nunca iba a estar en lista. Pero, no importa. Al menos puedo estar sentada haciendo absolutamente nada mientras las moscas danzan alrededor de mi apestoso cuerpo en este lugar tan deprimente. Tan deprimente que estaba jugando AHORCADO yo sola, en una hoja vieja de papel que saque de uno de los cajones del escritorio. También había dibujado otro par de cosas, pero no venía al caso. No tenía mucho talento que digamos y nada de esto me divertía.

Me rindo.

No hay nada que hac-... Un momento.

Algo me llamó la atención. Era un folder verde oscuro.

Bueno, no era la primera vez que lo veía, pero desde hace un buen rato he tenido esas ganas incontrolables de husmear su contenido. Un vistazo o dos no va a herir a nadie, ¿verdad? Aparte, es culpa de Heka por no dejarme un libro para colorear o alguna novela asquerosamente romántica de las que tiene en casa por toneladas.

Al abrir la gloriosa tapa gracias a mis altos niveles de curiosidad, me di con la sorpresa que solo había perfiles de varios criminales o sospechosos. Todo indicaba sus datos generales, su fecha de captura y a que caso se refería. Lo que me llamó la atención fueron sus prendas... me recordaban a los ciudadanos del sector Este. Casi el 99% de ellos eran pobres y vestían con prendas donadas o trapos cosidos unos con otros. Al menos no se veían tan mal como yo.

Sí, mi estado actual era deplorable y vergonzoso. Seguía con las prendas de la noche anterior, mi cabello enredado como si me hubiera revolcado en un establo y mi cara al igual de deprimente que un payaso desempleado. Bueno, al menos no apestaba tanto a perro muerto.

Me hubiera gustado criticarlos más, pero no estaba en posición alguna.

. . .

Oficialmente, estaba aburrida.

Luego de estar postrada en esta silla por horas, ningún alma de quien me pudiese burlar, tenía unas ganas incontrolables de saltar fuera de la ventana y caer por un barranco con la esperanza que mi cabeza se golpee con todo lo que encuentre a su paso. O que Taemin aparezca con uno de sus molestos chistecitos que destruyen mi autoestima.

Usualmente tendría a un Ren haciendo comentarios sucios sobre mi persona o hablándome de sus tantas propiedades que tiene en el Sur. Ni siquiera son de él... todo el esfuerzo vino de sus padres. A Ren solo le gusta pavonearse de que es multimillonario, letalmente atractivo e inteligente. Según él, claro. Pero bueno... todo ello sería bienvenido después de haber estado en completa soledad por tanto tiempo.

¿Y si llamo a Kevin? No. Es muy pronto y me haría ver como una arrastrada.

- ¿Hermana? –aquella voz me hizo golpearme la pierna enyesada contra la pata de la mesa. Estalle en un llanto de rabia mientras me la sobaba. Zelo se acercó rápidamente.- ¿Estás bien? Discúlpame, no fue mi intención...

- ¿Asustarme a muerte? ¿Por qué no me sorprende? –contesté algo ofuscada. Era bueno verlo, pero al menos podría tocar la puerta. Uno de estos días me va a dar un paro cardiaco o terminaría cagandome en mis pantalones.- ¿Qué haces aquí?

- Visita –replicó cortante al sentarse al borde de la ventana. Sus ojos brillaron en cuanto giré la silla en su dirección. Zelo andaba con la misma ropa de siempre y esa cabellera desaliñada que lo hacían ver como un niño de vez en cuando.- Pensé que podríamos pasar la tarde juntos, hermana.

- Bueno... viendo que no tengo mucho que hacer más que lamentar mi horrible vida. Acompáñame –le pedí amablemente al acercar la silla hasta su posición. Zelo se rascó la barbilla y me dio una de sus mejores sonrisas. Aunque, me estaba sacando de quicio. Parecía una de esas estatuas en donde las palomas dejan su cagadera,- Eso quiere decir que me ayudes a pararme para poder salir de aquí –comenté hastiada. Entiendo que estaba siendo un poco dura con él, pero nadie me podía culpar. Estar horas de horas, pegada a este asiento pulgoso sin hacer nada, podía llevar a perder la cordura a cualquiera.

- ¡Oh, sí! ¡Claro!

. . .

Nuestra tarde fue algo interesante.

Interesante siempre y cuando dejemos de lado las veces en que Zelo me piso el pie enyesado, el momento en que me caí por las escaleras, cuando a Zelo se le cayó el alpiste y fui atacada por un montón de piojosas palomas y claro, no olvidar la nueva escena que hizo en medio del comedor de Central.

FLASHBACK

- Sí, Zelo. Tu umma no está aquí. Siempre recibimos la comida de siempre. Tan solo come, ¿quieres? –le resondré al muchacho pues no paraba de quejarse que la comida de Central era asquerosa en comparación a lo que cocinaba Key. Había probado su sazón y era muy bueno. Pero esto era Central y no teníamos esos lujos.

- Está bien... pero si me da dolor de estómago, umma se molestara –murmuró al desparramar todo el kétchup sobre su arroz. No sé cómo este chico tiene tanto apetito. No le gusta, pero igual se traga todo.

- Con el estómago que te manejas, dudo mucho que se te ponga flojo, Zelo. Hasta te podrías comer veneno y nada te pasaría -solté una leve risa al servirnos un poco más de refresco.

- ¿Acaso me quieres envenenar, hermana? –una sonrisa maliciosa, casi tan malditamente sensual como la de Taemin impregnó todo su rostro. Agarré mi periódico, el cual lo había enrollado, y lo golpee en la cabeza.- ¡Ouh!

- No. ¿Te has estado juntando con Minho últimamente? –pregunté luego de darle un sorbo a mi té caliente. Zelo negó con la cabeza y se quedó callado por un largo tiempo, mirando fijamente los restos que habían en su plato.- ¿Sucede algo?

- Pues... tengo una duda, hermana –al escuchar eso, no pude contenerme los nervios que iban desde la punta de mis pies hasta mi cabeza. De seguro era una de esas preguntas, las cuales no podía responder porque siempre se las daba mal planteadas. Miré para ambos lados por si el comedor estaba muy lleno. Lamentablemente, era la hora del lonche. Estaba llenándose poco a poco.- ¿Te puedo preguntar algo?

- Um... -volviendo toda mi atención a Zelo, intente calmarme. Podía ser otra cosa. No necesitaba ser tan negativa. Sí, estaba siendo muy negativa,- Adelante. Me puedes preguntar todo lo que quieras.

- ¿De dónde vienen los bebés? –en el siguiente segundo, escupí el tomate que estaba mascando. ¿Quién demonios le estaba dando todas esas preguntas? ¿Quién lo estaba instruyendo por ese camino?

- Zelo... no creo que sea la persona indicada para contártelo –susurré al limpiarme la boca. Tome mi servilleta y recogí el pedazo de comida que había en mi regazo. Zelo me miró extrañado, pero bastante confiado.

- Hermana, me dijiste que te podía preguntar todo lo que quisiese. Y si sabes la respuesta, dímela. ¿De dónde vienen los bebés? –me asusté cuando su pregunta resonó en todo el cuarto. Algunas cabezas cercanas a nuestra mesa estaban volteándose en nuestra dirección. Suspiré e intente pensar en algo.

- ¡Está bien! ¡Está bien! Baja la voz, Zelo. No sé quién pepinos te está metiendo todas estas preguntas en la cabeza... de todas formas te lo diré. ¿Te acuerdas de la semilla que plantamos en el jardín de la mansión? –Zelo asintió como un buen niño y cerró sus labios como si fueran un bendito cierre de pantalón.- De acuerdo. Cuando una umma y un appa se quieren mucho, el appa solo elige una semillita de todas. La más especial. Y cuando la umma está lista, la planta dentro de ella –súbitamente, un grito ahogado salió de Zelo.

- Hermana, ¿me estás diciendo que todas esas plantas que arranque eran bebés? –casi al llanto, logré calmar a Zelo antes de que arme un escándalo.

- No, Zelo, no. Presta atención –supliqué sudando frio. La situación se podía salir de control en cualquier momento como la vez pasada. Tengo miedo de que vuelva a suceder.- Te lo explicaré con otro ejemplo. –el muchacho asintió y volvió a sentarse derechito,- Cuando una umma conoce a un appa, y si se quieren mucho, el appa decide ir a la fábrica de bebés. Ahí, selecciona a una abejita. Esa abeja va hasta la casa de la umma y le pincha el estómago. 9 meses después, nace un bebé –Zelo enmudeció al escucharme.

- ¿Y en donde entra la cigüeña? Key umma dijo que había una –arrugué la nariz al escucharlo.- ¿Qué pasa con la cigüeña, hermana? ¿No se supone que lo trae volando?

- No hay ninguna cigüeña en la historia, Zelo –respondí secamente.

- ¿Estás segura? Según umma, me dijo que el appa hacia un encargo por teléfono pues la página web de la fábrica de bebés estaba averiada. Hasta intente buscarla, pero no había rastro. ¿De dónde sacan el teléfono de la fábrica? ¿O solo se te aparece cuando la umma está embarazada? ¿O es que acaso la cigüeña tiene un radar y suelta una alarma cuando una mujer está en cinta? ¿La cigüeña es como James Bond? ¿Por qué no me respondes, hermanada?

En ese momento, algo se apoderó de mí.

- ¡Qué no hay ninguna pinche cigüeña en mi historia, Zelo! –mascullé al apretar el vasito de plástico hasta reventarlo. Zelo cerró la boca y bajo la mirada.- Lo siento... -respiré hondo y me calme.- Puedes comerte mi postre si deseas... ya te explicaré con más detalles lo de los bebés, Zel-...

Si la escena no fue tan mala, esto no podía ir peor. A continuación, un par de manos proxenetas con muchos anillos, billetes y demás, me tomaron de las mías. De tan solo escuchar su molesta voz, hace que se me retuerza el estómago. Y peor, ver su güera cabellera larga armada en una cola de caballo.

- ...Ren. Qué ingrata sorpresa. ¿A qué se debe tu interrupción? –pregunté sin muchos ánimos. Definitivamente, me quería ir de ahí en cuanto antes.

Siempre era la misma historia. Ya veía venir una de sus frases de seducción fallida sacada de un libro para nerds. No iba a funcionar, y tampoco estaba en ese ánimo de sentarme a escucharlo. Me paré de mi asiento y le hice un ademán a Zelo para que me siguiese.

- Mi bellísima ______________. Con la misma belleza de una mera diosa, el olor intoxicante de las rosas en su perfecta estación y...

- Guárdatelo para otra, Ren. Me tengo que ir con mi hermano –contesté irritada ante sus cumplidos de media caña. Eran terribles, pero Ren siempre asumía que eran lo mejor de lo mejor solo porque era un ricachón. Ren me miró confundido y torció sus labios en una mueca en cuanto vio a Zelo detrás de mí.

- Ya caerás, ______________. Ya caerás... y cuando te tenga, no te soltaré –me gritó a lo lejos mientras me iba cojeando junto con Zelo.

- ¡Ya me he caído lo suficiente! ¡Muchas gracias! –repliqué al sacarle el dedo medio. Escuche un par de risitas dentro del comedor y un gruñido de indignación. Si estuviera de buen humor, me hubiera detenido a voltearme, pero no era así.

FIN DEL FLASHBACK

Zelo insitió en acompañarme, pero era suficiente por hoy.

En la entrada de Central, nos separamos y le pedí que se fuera a la mansión directamente. Si Key se enterase que Zelo se va escapando para verme, pondría un grito en el cielo. Mucho peor si G-Dragon se enterase. Posiblemente encadenaría al pobre muchacho en una celda y lo sacaría solo cuando fuese necesario.

No podía dejar que saliese herido o lo que fuese. Desde que me he juntado con esta bola de sádicos enfermos, tengo que preocuparme más por los demás que por mí misma.

Seguí cojeando por un buen tramo, hasta que no pude más y me senté por un par de minutos. Unos minutos más y ya estaría en casa. Ah, no. No la casa de Heka. Mi casa. Extrañaba mi hogar y ya no podía estar lejos de él. Necesitaba volver en cuanto antes. Aparte, la gran ventaja es que mi casa estaba mucho más cerca que la de Heka. Tan solo faltaban unas 5 cuadras más.

. . .

Por fin... llegué a casa.

Subí un par de escalones y abrí la puerta (como era media imbécil, según las sabias palabras de Taemin, nunca le echaba llave). En unos cuantos movimientos más, me acomodé el maldito yeso. Entre tambaleo y tambaleo, ingresé a la sala. Ya no podía caminar m-... La vista que tenía era como la de una de mis fantasías. ¿O pesadillas?

Ahí, tirado en mi sofá con uno de sus brazos sobre sus ojos, yacía Taemin, recostado por completo. Parecía estar dormido.

Esperen un segundo. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿En mi casa? ¿En mi hogar? ¿En mi territorio? ¿Lo tenía que mear para hacerle saber que este lugar no le pertenece? ¡Estoy indignada!

Con la poca fuerza que me quedaba, fui cojeando hasta en donde estaba. Le retiré el brazo, pero no se movió. Estaba tan petrificado como una momia.

Luego, le dio un hincón en el brazo. Tan solo sus cejas se movieron. Volví a repetirlo, y esta vez, me mostró sus colmillos. Lo intente una tercera vez, pero antes de que lo pueda tocar, atrapó mi mano. Lo sorprendente era que seguía con los ojos cerrados.

Lo miré algo enojada, por más que no pudiese ver mi expresión.

- ¿Qué haces aquí? –pregunté claro y fuerte. Taemin abrió uno de sus ojos, sin soltarme.

- Te podría hacer la misma pregunta –dijo con ese mismo tono arrogante de siempre. Hice una mueca.

- ¡Está es mi casa! –chillé al zafarme de su agarre. En un ataque de rabia, lo golpee en el pecho. Intenté hacerlo otra vez, pero Taemin me cogió fuertemente de la muñeca y tiró de mí hacia adelante, de manera que estuviese a unos cuantos centímetros de su rostro. Nuestras narices ya se estaban tocando.

- ¿No se supone que deberías estar en la casa de tu amiga? –una de sus cejas se arqueó,- ¿Sanándote?

- Tuvimos una emergencia y fui llevada al hospital. Como Heka no tenía tiempo para llevarme a casa, me arrastró hasta Central. Me aburrí de esperar y... -Taemin se vio algo sorprendido.

- Espera –me interrumpió al soltarme por completo, adoptando una posición más normal y educada (sentarse correctamente),- ¿Por qué fuiste al hospital?

- Tuve un dolor de cabeza terrible... Heka me ayudó pues estaba temblando y no podía moverme. Tenía mareos y un dolor agudo en la pierna. –escupí rápidamente. Taemin abrió la boca bastante asombrado.

- ¿Qué clase de humana eres?

- Una que tiene migraña –respondí algo apenada. Entendía a lo que se refería con ello.

- Tienes muchos problemas. Eres como una enfermedad andante –murmuró al volverse a recostar. Fruncí ceño al escuchar sus molestos comentarios.- A cada rato tienes que ir al hospital... cuando seas vieja de seguro que te tendrán que cambiar de pañal a cada rato por las cagaderas aguadas que tendrás. Siempre supe que era mejor tener una amiga piedra.

- ¡Taemin! ¡Eres un insensible b-...! –antes de hacer un puchero, pues Taemin ya había colocado su pie sobre mi mejilla para que no lo golpee, el teléfono sonó. Él bajó su pie y dejó que fuese.

Cojeando como perro atropellado, me dirigí hasta objeto. Taemin solo me observaba desde su sitio, algo entretenido por mi caminar.

- ¿______________? –aquella voz. La reconocí de inmediato y todo mi supuesto buen humor se esfumó. Era peor que tener una pesadilla con Taemin.- ¿_______________, estás ahí? –casi grito de frustración,- ¡_______________!

- ¿Mamá?

La Menta del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora