La Menta del Diablo

+5: Comida

Cuando abrí los ojos, me sentí un poco extraña. Como si el equilibrio de mi cuerpo estuviera desproporcionado. Poco a poco, mi cabeza se fue llenando de voces. Murmullos. Mi visión era borrosa.

—¡Rayos! —chillé al darme cuenta que me había quedado dormida parada. Casi me voy contra la pared de nariz. Me di unos cuantos segundos para parpadear intensamente. Ahora sí, estaba muy despierta.

Frente a mí, había una pared con un tapizado blanco y líneas doradas largas que se perdían verticalmente en el alto techo. Las voces se hicieron más fuertes. Retrocedí un poco aun extrañada con el ambiente. Obviamente no era el cuarto de Taemin porque se notaba más alegre que un jardín lleno de heces de colores.

Giré sobre mi sitio para encontrarme en un gran pasadizo lleno de gente que iba en traje de gala y vestido. Todo era elegante y altamente perfumado. Algunos mozos pasaban de lado a lado con bandeja de bocaditos o champagne. No entendía qué estaba sucediendo. Tal vez fue mi imaginación, pero al otro lado, casi al final del pasadizo, me pareció ver a Heka con Klaus.

No. Debe de ser un malentendido.

Me quedé fría en esa misma posición, analizando mi entorno.

En aquel lugar, habían tan solo dos portones de madera con ventanales enormes, decorados al estilo del Renacimiento, una alfombra roja con rayas doradas adornaba todo el piso, dos pequeñas mesas estaban frente a frente a unos pasos de la segunda puerta con dos jarrones blancos y rosas rojas frescas.

Sea donde este, no era seguro. Taemin me debe de estar buscando. Es mejor que me ponga a buscarlo porque estoy más que segura que esta vez sería capaz de romperme unos cuantos... huesos.

Abriéndome paso entre la gente, llegué hasta la otra puerta, pero estaba cerrada. Cuando me acerque más a verla, detrás del vidrio... ¿Acaso eso era una iglesia? ¡Sí! Había un padre más un montón de gente reunida. ¿De quién sería la boda? Me moví de hombros y decidí volver al punto de partida.

Camine tranquilamente hasta que algo me llamó la atención. Un reflejo. Mi reflejo ¿Qué estaba usando? Ese vestido de lolita blanco con el busto casi expuesto. Muy bien maquillada y peinada ¿Me iba a una convención de anime? De repente, alguien me tomó por los hombros y me giró rápidamente, casi tambaleándome.

—¿Jeremy? —balbuceé sin dar créditos a mi visión. Mi corazón se paró y unas ganas incontenibles de llorar me invadieron. Lo abrase. Lo abrase como si fuera la última vez. Jeremy me devolvió el abrazo—. ¡Hermano!

—Calma, ________. No tenemos mucho tiempo —me dijo preocupado. Estaba enternado con una rosa blanca en el bolsillo del abrigo—. Ten cuidado, ¿de acuerdo?

—¿Jeremy? ¿Qué quieres decir, hermano? ¿Cuidado de qué? —me asusté, pero a la vez estaba feliz. Mi hermano, aquí conmigo, después de su muerte. Lo tenía frente a mí.

—__________. Hoy te ves hermosa, pero quiero que me prometas que tomaras la mejor decisión, ¿vale? —volvió con lo mismo sin soltarme el brazo derecho. Parpadee varias veces. No entendía a qué se refería. Todo iba tan rápido. Peor aún con la bulla de la cháchara de las otras personas que pasaban de aquí para allá.

—Jeremy, no te entiend-...

—¡Mi nena! ¡Ya está todo listo! Jeremy, deja que me la lleve.

—¿Mamá? —grité al verla presente. Estaba vestida con una falda de color coral con una especie de gorrito del mismo color de los años 70 u 80. Me extrañaba verla ahí pues nunca nos llevábamos bien ¿Alguien me había drogado para que alucine de tal manera?

—Oh, calla, _________. Vamos que nos están esperando —comentó al darme la vuelta y empujarme hacia la segunda puerta en donde estuve hace unos minutos, espiando, como bien lo diría Taemin.

Antes de continuar, me voltee a ver a Jeremy una última vez. Él solo tenía esa expresión de preocupación, pero se despidió de mí con un beso volado para luego juntarse de manos y desaparecer entre las demás personas presentes. Quería volver con él. Que me contase como llegó aquí... Pero yo ya estaba en aquel cuarto con mi padre quien había entrelazado su brazo con el mío.

La música comenzó y me encamino al altar.

—¿Papá, quién es el novio?