❛͏ ͏ ͏ ͏Everything is about sex, except sex, which is about tennis.͏ ͏ ͏ ͏❜
Dev nunca creyó tener que encontrarse cara a cara con las personas que cambiaron toda su trayectoria, que la hicieron ascender pero también estampar contra el pavimento.
Po...
'Don't Stop The Music' de Rihanna sonaba a través de los parlantes mientras sus caderas se movían de un lado hacía otro. Un vestido rosa adornaba su figura, se adhería a ella y parecía ser capaz de congeniar con lo bronceada de su piel. Era su noche, en la que se podía sentir como la bola de disco en medio de la pista; brillando de manera única. Todo parecía encajar como las piezas diminutas de un rompecabezas, uno que creyó que no tendría siquiera un inicio. Algo sobre alcanzar una victoria resultaba más que sólo un pequeño empujón a su ego, era cómo si ese trofeo pudiera unir las heridas abiertas y poder por fin enterrar ese parte de ella que seguía persiguiéndola como un voyeur fantasma.
Sus dedos se aferraron a la copa que yacía entre ellos. Un cosmopolitan; martini rojo con un pequeño resorte conformado con la cascara de una lima. Su trago favorito, aquél que haría maravillas una vez estando dentro de su organismo. Sonrió divertida mientras se apoyaba en la barra libre, su lengua pasando por sus labios teñidos de un rojo un poco tentador. Su mirada estaba fija en el barman, un chico rubio lo suficientemente simpático para hacerla hablar aún sin tantos tragos encima.
"Espero disfrutes hacer muchos de estos." Devine rió, levantando su mano ocupada con la copa. "Porqué creo que estaré requiriendo muchos." El chico rió en respuesta y por un momento, Devine sintió que estaba congeniando con un desconocido aún si la conversación racionaba en lo común, en las interacciones que debería tener con todo ser humano.
"Sí, créeme que los cosmos se me dan muy bien." El rubio dijo antes de moverse a un lado de la barra, atendiendo a otro cliente.
La chica asintió sonriendo. Dio un largo sorbo de su copa y decidió que lo mejor era bailar, mover sus huesos quizá funcionaría para apaciguar la adrenalina que aún corría por sus venas. Sus tacones se movieron hasta la pista, arrastrándose con un ritmo repetitivo pero seguro. Sus brazos se alzaron y se movieron en el aire mientras sus caderas seguían la melodía de la canción. Las personas a su lado sonreían y carcajeaban. Todos conscientes de que ella merecía más que sólo una pizca ligera de atención. Y eso la engrandecía, la hacía sentir que merecía ser llamada la tenista del año, que el ranking número 1 había estado esperando por ella y no por nadie más, que eso sólo le pertenecía a ella, que nada de esto era de Tashi Duncan.
Tashi Duncan.
Ese nombre aún la perseguía y el presentimiento en su pecho regresaba, más violento y capaz de torturarla con esos recuerdos.
"Es el alcohol. Es el alcohol. Sólo he tomado unos cuantos de estos, es el alcohol." Se susurró así misma, apretando los ojos mientras seguía moviéndose en un intento de apaciguarlo todo. Quería perderse en el momento, quería olvidar que el tiempo no estaba pasando tan rápido como ella lo quería. Y es que la vida no tendría que sentirse así, no debía hacerte sentir como una muñeca en un estante que sólo es usada cuando se le necesita llenar un vacío que otros juguetes dejaron, una marioneta de la cuál tirarían los hilos en cuánto quieran alcanzar algo que otra persona no podría con facilidad.
Bebió otro vez de la copa, un trago más largo y pesado, intentando acabar con el contenido de una vez. Fue entonces cuando el martini se deshizo en su lengua, dejando un sabor lo suficientemente embriagador para hacerla abrir los ojos y luego entrecerrarlos, confundida. La música aún retumbando en sus oídos y la sensación de los elogios pensándole más en la espalda. Su cuerpo se tambaleó por un segundo, chocando con un par de hombros que debió reconocer en un instante, que debió mantener en mente en cuanto estos se giraron.
Una sonrisa que podría llamar arrogante, con más que una sola emoción detrás de esos labios. Sintió sus rodillas temblar, flaqueando lo suficiente para querer hacerlas fallar de manera inmediata y caer ante la figura como un pequeño ciervo lo haría antes de ser arrollado por un auto. Sus manos empezaron a sentirse entumecidas y creyó ver borroso por un segundo, probablemente era su imaginación. Una mala jugada de todo aquello que venía cargando como una cruz capaz de hundirse en su hombro causando un dolor inimaginable. Quería creer que se trataba de ello. Rogó que se tratase sobre ello: una alucinación, una versión distorsionada de su realidad. Su corazón empezó a latir contra su pecho de una manera que no recordaba haber sentido, ni siquiera en la cancha. Todo se volvía vivido, más palpable, más colorido que antes, cómo si estuviese viviendo todo de nuevo, en una especie de bucle enfermizo.
"El tiempo siempre ha actuado a tu favor, Devine Lear." La voz inundó sus oídos y parecía ser el único sonido claro entre todo el desastre. "Luces más hermosa de lo que recordaba."
Art Donaldson. Art Donaldson.
El mismo cabello rubio, la misma mirada azulada de cachorro pateado que ahora lucía un poco devastada pero yacía ese brillo en ella, y nada menos que la misma puta sonrisa.
Art Donaldson en SU fiesta.
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NOTA DE AUTOR. Y ahora es cuando nos enfocaremos en el pasado por un momento; indaguemos en la dinámica extraña que se creó antes de que todo se quebrara tan fácil.
Intentaré escribir capítulos seguidos para publicarlos de manera continua. He estado ocupadita pero nada que no se pueda arreglar.