— ¿Tú me trajiste hasta aquí?

—Liam y yo — Respondió en un susurro. Zayn graznó escandalosamente. —También estuvo al pendiente toda la madrugada, se marchó cuando saliste de Terapia Intensiva.

— ¿Y eso qué? ¿Se supone que debería estar agradecido?

— ¡Por supuesto! — Lo reprendió con la mirada — Te trajo hasta aquí e intervino para que no reportaran el caso a las autoridades.

—Vaya, debió ganarse un lugar en el Cielo. — Louis desvió la mirada de los ojos acerados y cogió paciencia en una bocanada de aire.

— ¿Quieres que te acomode la almohada?

—Lo hizo porque le convenía, ¿entiendes? ¡Yo no le debo mi vida a ése maldito!

—Claro — aceptó entre dientes; y no porque estuviera de acuerdo — Te la debes a ti mismo, el médico que te atendió dijo que eras un hombre muy fuerte — Se acercó a la cabecera, e inclinó su cuerpo muy cerca del convaleciente — ¿Así estás a gusto? — Inquirió, enderezando el blanco almohadón.

—Estoy bien — Con su extremidad sana –y ni tanto, ya que la mano estaba vendada por los cortes sufridos con el vidrio― el moreno capturó el brazo de Louis, y su mirada, por añadidura. — ¿Qué hay de ti?

—En perfectas condiciones, gracias — sonrió juguetón — y mucho más tranquilo al verte recuperado.

— ¿A esto le llamas recuperado? — Apuntó hacia su torso — Porque yo me veo y me siento, bastante jodido.

—No te viste antes — frunció el entrecejo, recordando el momento agrio — sangrabas a borbotones, y estabas tan pálido... cuando llegamos aquí, apenas si respirabas... —Acarició la mejilla demacrada, y a la vez, un suspiro tembloroso se le escapó.

—Ya lo sabes, hierba mala...

—Cállate — rozó los labios con los propios en una caricia efímera y suave — me hiciste envejecer algunos años — intentó retroceder, pero Zayn lo impidió, sin aflojar ni un poco su agarre, irguió el cuello, chocando su boca contra la del pequeño. Sus labios se acariciaron, se fundieron con pasión, mirándose a los ojos, sin el estorbo del pestañeo. Zayn irrumpió con la lengua, y los dientes, le torturaron los labios en ligeras mordidas. Las mejillas arreboladas de Louis entre la blancura de la piel le daba un énfasis de ternura e inocencia a la que ni siquiera Zayn, era indemne. Profundizó el beso cogiendo más aire del necesario y apagó el calor interno mermando la intención de su caricia.

El moreno se alejó de la miel de aquella boca y volvió a la comodidad del almohadón. Louis, todavía ruborizado, depositó un corto beso en la frente despejada y le sonrió, resplandeciente como un Sol.

—Quiero que te vayas a tu casa — Expresó, con la voz más grave de lo usual. En respuesta, Louis se sentó en la esponjosa silla.

— ¿Tan mal me veo? — Amplió su sonrisa — Pero sí, quizá más tarde vaya a darme una ducha y vuelva de inmediato. Por el momento quiero estar un ratito más a tu lado.

Zayn le observó ausente de expresión; el color pálido de su rostro le brindaba un extra de severidad que imponía en forma amenazante.

—No deseo que estés aquí. Márchate y no vuelvas.

— ¿Por qué? ¿No quieres que te acompañe? — Cruzó las piernas, escéptico.

—Carajo. ¡¿Qué no entiendes?! — Tensó los hombros, olvidando sus heridas, y recibiendo en castigo una fuerte punzada que aumentó su enojo. — Lárgate a tu casa o a donde se te antoje, no quiero verte. —Sentenció con una mirada felina.

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