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Diez años después


Los labios de MinHo estaban cubiertos con brillo para labios de fresa.

Era una mirada bastante extraña en un hombre tan grande y masculino.
Se pasó la lengua sobre ellos, saboreando el sabor distintivo. Durante los últimos diez años, probablemente había ingerido al menos un galón de eso.
Su chaqueta Armani de tres mil dólares, hecha a la medida yacía descuidadamente descartada en el suelo del sótano. Sus pantalones a medida estaban en sus tobillos. La reina del baile gritó sin poder hacer nada desde donde quedó atrapado contra la pared, su vestido rosa arrugado alrededor de su pequeña cintura, sus piernas largas y delgadas envueltas sobre las caderas de MinHo, que empujaba sin piedad en él.

MinHo rozo los dientes en el lóbulo de la oreja antes de chupar el brote rollizo de carne en la boca. Sacó su pene casi todo el camino, la cabeza abultada en la entrada de TaeMin antes de regresar dentro de las profundidades del pequeño rubio. Su carne aplastada como una empuñadura.

TaeMin chillo.
—Oh Dios amor! ¡Oh Dios! 

MinHo gimió y presionó su boca contra la curva de la mejilla enrojecida de TaeMin.
Su voz un ronroneó.
—¿Te gusta bebé? ¿Te gusta cuando cojo tu lindo agujero? Dios, cariño, eres tan ardiente. Me enloqueces, pero lo sabes, ¿no? Lo haces a propósito. Te encanta saber lo loco que me pones, hasta que apenas puedo pensar en otra cosa que no sea extender y comerme ese lindo agujero hasta que grites por mí. Sólo yo. Nunca nadie te tocó, nadie más que yo. Eres mío, todo mío y nunca te dejaré ir.

MinHo se había vuelto un poco más vocal en los últimos años, debido a la motivación adecuada (a TaeMin le encantaba cuando hablaba sucio).
La reina del baile grito fuerte en la habitación vacía, más que suficiente fuerte como para llamar la atención, si el resto de la clase no estuviera ocupado reviviendo su adolescencia en el gimnasio, donde había música que no había sido escuchada en el en más de una década. 


Y, además, la puerta estaba cerrada y la única llave estaba en el pantalón alrededor de sus pies.

MinHo sonrió salvajemente, cubierto de sudor en su frente mientras marcaba otro orgasmo del chico más popular en la escuela secundaria.

El pene de TaeMin babeaba sobre su vientre plano y semen empapo el dobladillo de su falda mientras MinHo finalmente cedió a su propio deseo y empapó las entrañas apretadas del rubio con su propio esperma.

El descomunal, ex linebacker mantuvo a TaeMin contra la pared mientras se apoyaba en una gran mano, jadeando para recuperar su respiración. Los pequeños pies de TaeMin se agitaban inútilmente en el aire, las piernas apoyadas en los gruesos antebrazos de su esposo.
Había perdido uno de sus zapatos de nuevo. Era siempre el mismo. MinHo suponía que su pie izquierdo debía ser ligeramente más pequeño que el derecho.
La pequeña belleza sonrió radiantemente, sofocando sus risas en el cuello de MinHo mientras sus dedos peinaron el cabello del hombre más grande peinado a la perfección.  

En el dedo anular de la mano izquierda, un enorme diamante rosa le hizo un guiño a la luz tenue. Era tan grande que hizo ver a su pequeña mano más pequeña en comparación. 

TaeMin se quejó con sarcasmo sobre el peso, pero parecía manejarlo bien ya que casi nunca se lo quitaba. MinHo había comprado el anillo de compromiso la semana después de que hizo su primer millón. Añadió una banda de platino seis meses más tarde frente a sus amigos, familia y el mundo en general.

La boda de uno de los jugadores más famosos de fútbol giró sobre hombres de negocio y supermodelos, haciendo que los fotógrafos sin duda no pudieran perdérselo, el evento fue cubierto por al menos una docena de tabloides y periódicos. 
El hecho de que la famosa pareja de celebridades fueran novios en el instituto sólo hizo que la historia fuera aún más romántica y atractiva para el público. Incluso tenían uno de esos apodos de celebridades donde la prensa acorta y pone los dos nombres juntos: 2min.

MinHo pretendió que el apodo le irritaba, pero no lo hacía.

La verdad era que todavía le daba un poco de emoción, incluso después de tantos años, ver sus nombres tan juntos como si fueran una sola palabra. Todos estos años y MinHo todavía no podía creer que TaeMin era suyo. 

Él todavía sentía aletear su estómago cuando el muchacho entraba en la habitación. 

Cuando se despertaba primero, le gustaba sólo estar allí y verlo dormir con la boca ligeramente abierta, babeando y roncando suavemente. TaeMin negaría que roncaba, pero MinHo sabía la verdad, y era el único que lo haría jamás. Porque el dulce, perfecto TaeMin era suyo.
TaeMin suspiró dramáticamente
.
—En primer lugar, el baile de graduación y ahora nuestra reunión de diez años, honestamente Ming, ¿odias a nuestros compañeros de clase? 

—Sí —su voz fue amortiguada por el hombro de TaeMin—. ¿Podemos ir a casa ahora? 

TaeMin se indignó. Golpeo el bíceps de MinHo y se retorció por ser defraudado. 
—¡NO! A diferencia de ti, misántropo antisocial, en realidad quiero ponerme al día con todo el mundo! Quiero ver lo que todo el mundo ha estado haciendo desde el instituto. 

MinHo a regañadientes puso a TaeMin en el suelo, encontró el zapatito izquierdo y lo colocó en el pie de TaeMin antes de que pudiera ensuciarse. Sacó un pañuelo del bolsillo e hizo todo lo posible para limpiar el desorden en el vientre de TaeMin y su trasero antes de poner las bragas en su lugar. 

MinHo besó la protuberancia de su cadera y mordisqueó la cinturilla elástica. Su mano se adentró hacia atrás entre las piernas de TaeMin y frotó los nudillos en la entrepierna rápidamente húmeda de las bragas de TaeMin, ya que estaban empapadas por el semen que salía de su agujero.


TaeMin se retorció incómodamente.
—Yo sabía que debía haber puesto otro par de ropa interior en el bolso. 

Los ojos de MinHo se oscurecieron por la idea de TaeMin regresando a la reunión y pasar el resto de la tarde hablando con sus viejos amigos mientras usaba las bragas sucias llenas del semen de MinHo. 
Estaría sonriendo, charlando y bailando mientras sentía gotear la semilla de MinHo por sus perfectas piernas debajo de su bonito vestido, recordándole que él le pertenecía.
MinHo tragó saliva y miró hacia arriba.

—Me quedaré todo el tiempo que desees si mantienes éstos en toda la noche. 

Los ojos de su esposo se estrecharon.

—Hay semen en mi culo. Tienes que bailar conmigo. 

La negociación había comenzado. Él respondió vacilante. 

—Sólo los bailes lentos.

—¡Y la Macarena! 

— TaeMin... 

El labio inferior del rubio tembló.

―Es un clásico, jamás pelees con un clásico

MinHo se mantuvo obstinadamente en silencio.

—¡Oh! ¡Oh! Tienes que hacerlo amorcito!
 
Sólo TaeMin podría salirse con la suya llamándole amorcito y vivir para contarlo. MinHo sacudió la cabeza, pero la suave sonrisa en su rostro lo delataba y TaeMin sabía que había ganado.

Él cantó mientras se sacudía las arrugas de su Chanel color rosa.

—¡Oh, moví algunos hilos y nos dieron una mesa con Yunho!

Una oscura ceja se levantó con sarcasmo.

—¿Moviste unos hilos para qué?

Un delgado dedo le dio un golpecito en el pecho.

—Sabe que eres el que arruinó su noche de graduación. ¡Él es el que debería estar enojado contigo! 

Minho sonrió.

—Si no recuerdo mal, las cosas funcionaron bastante bien para él. 

TaeMin sonrió.

—Lo sé, ¿puedes creer que terminó con Max?

En aquel entonces Max había sido el mejor estudiante y capitán del equipo de ajedrez, un nerd y un solitario como MinHo. También venia de una familia adinerada y resultó ser muy atractivo una vez que cambio las gafas por los contactos. Él y Yunho habían estado casados casi tanto tiempo como TaeMin y MinHo. 

MinHo suponía que podía tolerar una noche en la presencia de Yunho. Después de todo, era su anillo en el dedo de TaeMin y su semen en su, bueno, sí... MinHo sonrió con satisfacción.
TaeMin fulmino con la mirada a su marido mientras lo levantaba de sus pies para llevarlo por las escaleras y volver al gimnasio.

—No puedo creer que me trajiste detrás del escenario. ¡De nuevo! 

Secuestrar a TaeMin se había convertido en algo así como un mal hábito con el paso de los años, aunque no tenía ninguna intención de parar. El comité que había votado por TaeMin para 'Reina de la Reunión' ciertamente tenía poca memoria. ¿Cómo se podían esperar que MinHo resistiera otra oportunidad de oro?
Nadie debería estar sorprendido esta vez porque TaeMin nunca llegó al escenario.

—Tienes que aprender a mirar hacia atrás —dijo MinHo sin una pizca de remordimiento.

Sus ojos brillaban cuando tomó su propio consejo y miraron por encima del hombro, mirando con cariño de vuelta en la habitación donde hace todos esos años, la reina de baile se había arrastrado dentro de su saco de dormir y tímidamente ambos perdieron la virginidad, durante la Noche del Baile Escolar.

Fin

STRINGS •2min• Where stories live. Discover now